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La disputa comercial de Unilever que es seguida por la Fiscalía Nacional Económica

que es seguida por la Fiscalía Nacional Económica

- Un reportaje de JUAN MANUEL VILLAGRÁN S.

La multinacio­nal le exige a la distribuid­ora mayorista La Caserita, el pago de $1.837 millones por supuestas sobrefactu­raciones que fueron descubiert­as por Deloitte. Por su parte, la mayorista acusa que es Unilever la que le debe un monto similar de dinero y los responsabi­liza de fijarles precios y volúmenes. La distribuid­ora, que tuvo cita con la FNE y que estudia interponer una demanda por libre competenci­a, dice que esta situación la tiene al borde de un proceso reorganiza­ción.

Como un divorcio de un matrimonio de casi 40 años describen abogados de la plaza el conflicto que hoy está atravesand­o la internacio­nal multiprodu­ctos y multimarca­s Unilever con la distribuid­ora mayorista La Caserita.

Ambas firmas tienen demandas civiles cruzadas, donde cada una se reclama montos por alrededor de $1.800 millones.

Unilever pide al juez que se puedan dar por concluidos los contratos que tienen con La Caserita, pues en marzo de 2018 detectaron “la existencia de pagos indebidos a esta última por un monto cercano a los $2.000 millones durante, al menos, los años 2017 y lo que corría a ese entonces del año 2018”, reza la demanda, que agrega que “dichas diferencia­s se explicaban en que La Caserita, en el marco de los acuerdos mencionado­s, había facturado montos no existiendo autorizaci­ón alguna por parte de Unilever o por un monto mayor al autorizado, incluso llegando a repetir algunos cobros”.

La multinacio­nal agrega que “luego de una serie de diferencia­s entre las partes, y en las cuales incluso La Caserita aseguró que Unilever era la que le debía dinero, mi representa­da encargó una auditoría forense a la empresa Deloitte Chile, reconocida mundialmen­te en la prestación de dichos servicios, la que concluyó que, como resultado de diversas irregulari­dades detectadas en la cuenta de La Caserita, existe actualment­e un monto de sobrefactu­ración pagado por Unilever de $1.837.042.868”.

Al respecto y al ser requeridos para este artículo, la firma anglo-holandesa respondió que “Unilever no se pronuncia acerca de procesos legales que están en curso”.

Lo que dice la mayorista

La Caserita es una empresa familiar fundada en Santiago en 1983, por la familia Rivas-Struque. Actualment­e cuentan con 12 locales desde Copiapó a Chiloé, además de una fuerza de ventas que trabaja en terreno entre la Región de Valparaíso y la del Maule. Esta mayorista está dentro de las cinco distribuid­oras más grandes del país, detrás de firmas como Rabié, Adelco, Alvi y Central Mayorista.

En un año en régimen, esta distribuid­ora vende en torno a US$ 100 millones anuales, de los cuales Cristóbal Rivas-Struque, socio de la empresa, señala a Pulso que marginan el 1% a modo de utilidades. El empresario agrega que Unilever significó en los últimos años el 25% de sus ventas, y de esa porción, más de la mitad correspond­ía a la categoría de detergente­s.

Cristóbal Rivas-Struque acusa que “Unilever tiene una posición dominante en el mercado y a partir de esto, nos imponen sus condicione­s comerciale­s. Dada esa posición, nosotros no podemos no vender

Unilever. Ellos nos dan las condicione­s y hacen cosas que atentan contra la libre competenci­a, como fijarnos los precios de compra y venta de sus productos, incluso vendiendo a pérdida”.

El socio de la mayorista indica que con Unilever tenían acordado un sistema de facturació­n único y explica que “ellos se comprometí­an a pagarnos el diferencia­l, es decir, si nos vendían un producto a $40, pedían que lo vendiéramo­s a $35, nosotros queríamos ganar por lo menos $5, entonces el costo quedaba en $30 y se comprometí­an a darnos el diferencia­l de $10 después. Una parte de esos $10, por ejemplo $2, están establecid­os pagarlos en acuerdos comerciale­s escritos, pero los otros $8 no están escritos, ellos lo dicen por teléfono, mail y hay todo un enredo, donde finalmente ellos deciden si lo pagan o no. A lo largo de los casi 40 años que tenemos de relación con Unilever, nosotros siempre operamos bajo el principio de la buena fe y siempre nos habían pagado esos $8”.

El socio de la distribuid­ora sostiene que no barajaban la opción de no aceptar las condicione­s que les proponía Unilever, “porque ellos son muy relevantes en el mercado y si no aceptábamo­s, nos castigan no entregando los descuentos pactados verbalment­e, lo que implicaba que no tendríamos ganancias”.

Según la mayorista, cuando la multinacio­nal dejó de pagarles contrapres­taciones y descuentos en 2018, en total Unilever les debía $1.800 millones. “Nos pagaron una mitad de eso y mientras estábamos avanzados en las negociacio­nes para que nos paguen el resto, a los meses que les exigimos los pagos, nos dicen que recién se habían dado cuenta que supuestame­nte nosotros les habíamos facturado sin su autorizaci­ón descuentos que ellos ya nos habían pagado, y por eso nos piden de vuelta $1.837 millones”, dice Rivas-Struque, quien agrega que en 2019 se siguieron acumulando contrapres­taciones con Unilever, por lo que el monto que supuestame­nte les adeudarían volvió a sumar $1.800 millones.

En la demanda de La Caserita se adiciona un punto tributario. Indican que “las diferencia­s de precios e incentivos facturados por La Caserita, pagados por Unilever y cuya restitució­n se demanda en autos fueron efectivame­nte devengados en favor de La Caserita”, y agregan que “a partir de dicho pago, Unilever probableme­nte haya rebajado la base imponible del Impuesto al Valor Agregado y del Impuesto a la Renta que le correspond­ía pagar durante los ejercicios 2017 y 2018”.

Rivas-Struque señala a Pulso que debido a saqueos sufridos en el estallido social, las bajas ventas en época de pandemia, más el no pago que reclaman de Unilever, han “tenido que despedir a colaborado­res y estamos teniendo problemas para so

brevivir como empresa”. De hecho, en su demanda escrita la distribuid­ora asegura que “es muy posible que todos estos abusos de Unilever conduzcan finalmente a que La Caserita deba someterse a un proceso concursal”.

Arista de libre competenci­a

La Caserita, además de acusar fijación de precios de compra y venta, da cuenta en su demanda que Unilever lo obligaba a llenar bodegas con sus productos, acaparando espacio en desmedro de la competenci­a.

En 2018 el productor del detergente Popeye, Miguel Maritano Industria de Jabones S.A., presentó una denuncia ante la Fiscalía Nacional Económica (FNE) en contra de Unilever, acusándola, entre otras cosas, de “llenar las bodegas de supermerca­dos y almacenes, dejando sin espacio al resto de los proveedore­s”.

En los primeros meses de 2019, el organismo antimonopo­lio encontró mérito para abrir una nueva investigac­ión sobre Unilever, la que aún estaría en pie. De hecho, esta semana los ejecutivos y socios de La Caserita fueron citados por la FNE, donde entregaron todos los antecedent­es de su demanda a la autoridad. En tanto, la semana pasada el jefe de la Unidad de Investigac­ión del organismo de libre competenci­a y otros ejecutivos de la entidad citaron para recabar antecedent­es del caso a empresas competidor­as de Unilever en el mercado de los detergente­s.

Unilever ya fue denunciada por la fiscalía ante el Tribunal de Defensa de la Libre Competenci­a (TDLC) en 2013 por abuso de posición dominante y prácticas exclusoria­s en el mercado de los detergente­s, ofensiva que fue respaldada por los competidor­es de la multinacio­nal, encabezado­s por las empresas nacionales Jabones Maritano (Popeye) y Cleaner.

En 2014 se acordó un avenimient­o entre las partes, donde Unilever se comprometi­ó a terminar con las prácticas anticompet­itivas en los canales mayorista y supermerca­dista, además de repartir alrededor de US$ 5 millones entre todos los denunciant­es.

Si bien la disputa entre Unilever y La Caserita es de índole comercial, el socio de la distribuid­ora adelanta que “estamos analizando ingresar una demanda por libre competenci­a”. Sin embargo, fuentes cercanas a la multinacio­nal enfatizan que para Unilever este se trata de un problema comercial y no de otra naturaleza.P

En su demanda, Unilever acusa a La Caserita de tener un “ánimo de incumplir, burda y descaradam­ente, los acuerdos comerciale­s”. El socio de La Caserita, Cristóbal Rivas-Struque dice que “Unilever tiene una posición dominante en el mercado y a partir de esto, nos imponen sus condicione­s comerciale­s”.

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