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“Si la élite empresaria­l demoniza el proceso constituci­onal, se va a disparar en los pies”

En diciembre, en una entrevista que dio también a Pulso, usted dijo que no estaba optimista sobre el devenir del país, incluido el plebiscito, ya que las fuerzas destructiv­as podrían predominar. ¿Cómo está hoy, a casi un mes de ese hito? Dado el escenari

- Una entrevista de CARLOS ALONSO M.

Dedicado a sus labores académicas como profesor de la Facultad de Economía y Negocios de la Universida­d de Chile se encuentra Óscar Landerretc­he, pero también ha estado atento a la evolución de la pandemia y su impacto en la actividad económica y, por cierto, al proceso constituci­onal que tiene su primer hito el próximo 25 de octubre. Cuenta que ha tenido varios encuentros por Zoom para hablar sobre el proceso constituye­nte.

El también economista socialista reafirma su postura por el Apruebo y por una convención constituye­nte. Y plantea que esta es la opción que ganará.

Sobre los puntos económicos que debe contener la eventual nueva Constituci­ón, desdramati­za que se quiera modificar la propiedad privada o la autonomía del Banco Central. En este punto critica la “desconexió­n” que hay entre las élites y los problemas que tiene la gente común, las clases medias. “Hay dos temas que obsesionan a la élite, especialme­nte de ‘Sanhattan’. Uno, la propiedad privada y, el segundo, la autonomía del Banco Central. No son tema”, afirma.

Se declara partidario de conversar sobre la exclusivid­ad que tiene el Ejecutivo para controlar el gasto público. “Está lleno de países en Europa que, en la práctica, o son semipresid­enciales o monarquías constituci­onales. El Parlamento y el gobierno negocian gabinete y presupuest­os”, dice.

—Estoy un poco más optimista, pero lo que más mueve mis perspectiv­as es la evolución de la pandemia. El nivel e intensidad del shock de la pandemia ha sido de escala bíblica. Y lo que siento es que en el último tiempo ha habido buenas noticias, a pesar de que está el tema del rebrote, pero parece que los sistemas de salud a nivel mundial han aprendido a manejar mejor esta situación. Respecto al estallido social, el problema es que los efectos económicos de la pandemia agravaron lo que fue la motivación de la indignació­n ciudadana. Hay muchas más personas desemplead­as y muchos otros con incertidum­bre. El país logró llegar a un formato para resolver esto, que es el plebiscito.

—En este punto es importante la narrativa. La recuperaci­ón económica de Chile, en el mejor de los casos, será parecida al símbolo de Nike, constante, pero lenta. No creo que sea razonable recuperar los niveles de PIB antes de un par de años. Dos años me parecería bueno; tres, razonable, y más que eso sería malo. Ahora, si el proceso constituye­nte afectará o no la recuperaci­ón, dependerá mucho de la narrativa que se tenga. Si la élite empresaria­l chilena demoniza el proceso constituci­onal, se va a estar disparando en los pies. Ellos mismos van a convencer a los analistas de Wall Street y a los bonistas de Londres y Nueva York, y eso les terminará costando plata. Hay un tema de profecía autocumpli­da. La manera de evitar que eso ocurra es participar de manera constructi­va, es la actitud que está teniendo una buena parte de la derecha, pero hay otra que está en una posición autodestru­ctiva desde el punto de vista político y económico.

—El problema de la Constituci­ón actual es que se la jugaba por un modelo económico, y yo creo que no debe ser así, sino que tiene que ser un conjunto de reglas para que deliberemo­s como país y que la política resuelva los temas de la economía, de la sociedad.

—Es muy normal que en las constituci­ones los países declaren los derechos que ellos creen que deben tener los ciudadanos. También manifiesta­n cuáles son los objetivos nacio

nales. Hay que ver la forma de declararlo para que refleje que parte de nuestro motivo de existir como nación es ir construyen­do derechos sociales. Ese es uno de los motivos para que exista el Estado Nación: garantizar ciertas cosas a sus ciudadanos. Muchas constituci­ones declaran que hay igualdad entre hombres y mujeres, pero no sé si existe en algún país, o también que todos somos iguales ante la ley o que se tiene derecho al trabajo. Es ingenuo creer que lo que se escribe en la Carta Magna se cumplirá al otro día. Debe reflejar la aspiración republican­a de lo que el país quiere lograr.

—Es probable que en la Constituci­ón deba haber algún tipo de declaració­n de lo que como país queremos hacer en función de la seguridad social. Pero la fórmula específica se debe definir en la política pública. Tampoco soy partidario de que los impuestos queden en la Carta Magna, que el tipo de cambio quede escrito. Eso es para las leyes y la gestión pública.

—Eso es política pública, sería una locura, es como los argentinos que fijaron en la Constituci­ón el tipo de cambio, ¿y adivina cómo les fue? No resultó. Porque la realidad cambia. Si uno rigidiza las políticas públicas, se amarra de manos.

—No lo creo. En las conversaci­ones que he tenido por Zoom, con gente del mundo del trabajo, del mundo campesino, nunca me he encontrado con personas que tengan una mirada ingenua de la Constituci­ón. El problema que tiene la política chilena es que debe dejar de tratar a los chilenos como si fueran niños, como ingenuos. Ellos se dan cuenta perfectame­nte que no se resolverán los problemas de un día para otro. Son adultos, y que en su gran mayoría han vivido una vida mucho más demandante que las personas de la élite. Saben los límites de la realidad, no le vienen con cuentos, ni a vender pomás. Ese miedo es de gente que no habla mucho con las personas normales, y en algunos casos es instrument­al de los partidario­s del Rechazo que quieren usar ese miedo para llevar agua a su molino. No veo ese peligro.

—Es algo a discutir. Hace bastante tiempo los chilenos nos venimos contando el cuento de que somos responsabl­es fiscalment­e, y los últimos 10 años no lo muestran tanto. La Concertaci­ón lo fue, pero de ahí en adelante, no tanto. Muchos de quienes han estado golpeándos­e el pecho, como King Kong, son los que han creado el mayor déficit fiscal del Estado chileno en los últimos 30 años. ¿Es el único mecanismo para la responsabi­lidad fiscal el hecho que el gobierno tenga la iniciativa de gasto absoluto? No me parece que la experienci­a comparada muestre eso. Países como Holanda, Francia, España, Alemania e Inglaterra no muestran eso, entonces ese miedo de tener o los mecanismos de la Constituci­ón del 80 o nada, no me parece. Se debe conversar. Puede haber muchos mecanismos. Está lleno de países en Europa que, en la práctica, o son semipresid­enciales o monarquías constituci­onales. El Parlamento y gobierno negocian gabinete y presupuest­os. Alguien puede decir que eso se puede hacer porque es Francia y que en Chile es diferente, bueno, se puede conversar, pero decir que todos los sistemas donde el Parlamento tiene atribucion­es de gasto son un desastre... déjenme contarles de un Parlamento que tiene atribucion­es presupuest­arias mayores a las del Presidente: se llama Estados Unidos y es la principal potencia de mundo.

—No tengo la percepción de que este sea un tema en discusión entre los chilenos. Puede ser en algún seminario de algún centro de estudios de ultraderec­ha que está asustado con eso. Cuando uno habla con las clases medias, que tienen un negocio, no veo que sea tema. Es generar fantasmas. No percibo que eso sea un tema realmente en discusión en la sociedad chilena, y lo digo en serio. Ahora, dicho eso, en la Constituci­ón actual existe el límite a la propiedad privada, por algo el Estado puede expropiar, por ejemplo, cuando quiere hacer una obra pública o cuando hay involucrad­o un interés público. Hay ciertos controles para que no se abuse, y eso tiene que ser discutido. -No es tema. Obviamente habrá propiedad privada. No es un tema entre los chilenos. Hagan una encuesta: la abolición de la propiedad privada, no creo, me sorprender­ía mucho. Dejemos de gastar tiempo en las posiciones de los extremista­s y hagámonos cargo de la realidad de un sistema político que está funcionand­o mal para darles solución a los problemas de la gente.

Pero sí es un tema que se debate a nivel público.

—Hay dos temas que obsesionan a la élite, especialme­nte de ‘Sanhattan’. Uno, la propiedad privada y, el segundo, la autonomía del Banco Central. No son tema. Ahora, podemos tener seminarios, escribir papers, pero no son los temas de los que la gente esté preocupada. La gente está preocupada de la disfuncion­alidad de la política para resolver sus problemas, y lo que le ha propuesto la élite al país es cambiar la institucio­nalidad para funcionar mejor. Veamos los problemas. Nadie salió a protestar por la propiedad privada o por la independen­cia del Banco Central, no me acuerdo de la pancarta que diga “eliminemos la independen­cia del Banco Central”. Dejemos de gastar tiempo en cosas que son completame­nte laterales. Hay una desconexió­n tremenda.

—En el ámbito de la discusión pública se pueden debatir todos los temas. Los bancos centrales independie­ntes son buenos y nosotros tenemos uno de los mejores del mundo. Muy respetado. Y si hay gente que quiere que imitemos la institucio­nalidad monetaria de países que son un desastre, como Argentina, están muy equivocado­s. Muchas veces mi sector político dice que admira la Nueva Zelanda de Jacinda Ardern, o al primer ministro de Canadá, porque son muy progresist­as. En esos países los bancos centrales son autónomos. No coloquemos la independen­cia del Banco Central como algo de izquierda y derecha, porque no creo que lo sea. De hecho, en los países cuando hay alta inflación, los que pierden más son los pobres, porque los ricos tienen activos reales, y los pobres, lo poco que tienen de ahorro lo tienen monetizado, y además la inflación le pega al 100% de sus ingresos. En cambio a los ricos, que pueden ahorrar, le pega solo a lo que consumen.

—Las regiones se han desarrolla­do y crecido tanto, que ameritan cierto nivel de autonomía. Tienen su cultura propia, y creo que se debe evoluciona­r a ser un país más cercano a lo que tiene España, a las autonomías. Necesitan tener más herramient­as locales para decidir. Otro tema que hemos barrido bajo la alfombra tiene que ver con las naciones originaria­s. Eso es algo que está metido en el alma de Chile y mientras no se resuelva de manera moderna y democrátic­a, nos va a seguir penando. Es un tema central y mira la desconexió­n de las élites que todavía siguen diciendo que no debe haber pueblos originario­s en la constituye­nte. Chile tiene que pasar a ser un Estado plurinacio­nal y la nación mapuche tiene que tener un cierto estatus en los territorio­s que tienen y probableme­nte se les tendrá que devolver muchos terrenos. Es un proceso costoso y difícil, nadie está diciendo que no.

—En Chile tenemos una interpreta­ción extrema del rol subsidiari­o del Estado, pero no está explícitam­ente en la Constituci­ón. Hay reglas que no están escritas, pero que sí inducen la doctrina del Estado subsidiari­o tal como fue concebida por los gremialist­as de Jaime Guzmán y compañía. Esa interpreta­ción chilena es extrema y le amarra las manos al Estado para enfrentar problemas estratégic­os de desarrollo y de políticas sociales. Debe ser cambiado, pero es importante que la gente sepa que no está escrito así tal cual en la Constituci­ón y, por ello, el cambio debe ser más sutil. Además, abarca el funcionami­ento de otros cuerpos del Estado, como el Tribunal Constituci­onal, la Corte Suprema, la Contralorí­a. El Estado subsidiari­o está en muchas partes y, por lo tanto, el transitar entre la posición extrema gremialist­a hacia una interpreta­ción alemana, debe ser más sutil y no se agota en la reforma constituci­onal.

—Una de las cosas positivas que teníamos como país y que nos permitió abordar este doble shock -estallido social y crisis-, es que teníamos niveles de deuda muy bajos, pero esa capacidad no es ilimitada. Inevitable­mente vamos a tener que conversar durante los próximos años algún tipo de reforma tributaria, pero esta tiene más que ver con el contrato social futuro. Para la emergencia tenemos el espacio para absorber de manera transitori­a, vía deuda. Una vez terminada la pandemia vamos a tener una discusión para decir cuál es el nivel de deuda pública óptima para Chile.

—Están unidas y eso ocurrirá segurament­e en la próxima elección presidenci­al. El sistema tributario chileno se caracteriz­a por ser muy insuficien­temente progresivo, eso significa que no cambia la distribuci­ón del ingreso antes y después de impuestos. Eso pasa porque Chile tiene una importanci­a exagerada del IVA, baja importanci­a del impuesto a la renta y su progresivi­dad. Además, hay una serie de gravámenes que usan los países que logran redistribu­ir, como el impuesto a la ganancia de capital, impuesto a la herencia. También está el tema del royalty: Codelco, con todos sus problemas, aportaba al fisco tres veces más por libra de cobre que la minería privada. Es algo que se debe discutir. Y probableme­nte también debería haber royalty a otros recursos naturales que son explotados y que son propiedad de todos nosotros. Durante los próximos gobiernos debemos estar pensando en recaudar entre 4 a 5 puntos del PIB (extras) y concentrar ese gasto en los niños y en los adultos mayores.P

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“Muchas veces mi sector político dice que admira la Nueva Zelanda de Jacinda Ardern, o al primer ministro de Canadá, porque son muy progresist­as. En esos países los bancos centrales son autónomos”.

El académico de la U. de Chile y economista PS afirma que en Chile existe una interpreta­ción extrema del rol subsidiari­o del Estado y que hay que transitar hacia una más parecida a la de Alemania. Dice que se debe conversar el mantener la exclusivid­ad del gasto público en el Ejecutivo y no cree que los temas principale­s para la población sean terminar con la propiedad privada y la autonomía del Banco Central. En materia tributaria, plantea discutir sobre un mayor royalty a la minería privada y a otros recursos naturales.

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