Política pública con resultado inverso
AMEDIADOS de agosto conocimos el desmantelamiento de una banda de prestamistas muy bien estructurada, con presencia desde las regiones del Biobío hasta Los Lagos, y que de acuerdo con los cálculos de la PDI informados por la prensa, llegó a realizar cerca de 10 mil “préstamos gota a gota” en los dos años de la investigación policial. Según las versiones, esta banda tenía un alcance trasnacional y en su operación usaba como pantallas una barbería y una tienda de ropa para el lavado de activos, así como una mano de obra descrita como un sicariato dispuesto a todo.
Parece la trama de una película, pero no lo es. Esto ocurrió aquí mismo, en el sur de Chile.
Muchos quisieran creer que se trata de un hecho aislado, pero no es así. La pandemia ha dejado en evidencia un fenómeno del cual veníamos alertando desde hace varios años y que ha tomado la forma de unas 300 mil personas y pequeñas empresas que han salido del sistema de financiamiento formal, en gran medida debido a que el diseño regulatorio ha hecho que su riesgo no les permita ser sujetos de créditos.
Se trata de un resultado no deseado de una política pública. Al imponer una Tasa Máxima Convencional, lo que se hizo fue fijar precio, y en la medida que se ha hecho más restrictiva esa normativa, rápidamente fue generando escasez, dejando a un segmento no menor al arbitrio del mercado informal, expuesto a la usura y sin ningún mecanismo de protección como es el Servicio Nacional del Consumidor. En el caso de la banda recientemente desmantelada, se hablaba de créditos informales a 30 días con tasas de interés de entre 20% y 50%.
Cada institución financiera ha hecho lo posible por cubrir este segmento, pero claramente, hay limitaciones que hacen que esos esfuerzos no sean suficientes. Desde nuestra vereda generamos un modelo que permita a las personas comenzar de nuevo, considerando que el 60% de los clientes con renta menor a $400 mil ha tenido un pasado financiero adverso. Life, nuestra propuesta, invita a una bancarización progresiva del cliente: construir una nueva historia financiera, sin sobreendeudar y partiendo por los productos más simples hasta llegar al crédito, reconociendo el mérito de cumplir con los compromisos financieros.
Sin embargo, está claro que los esfuerzos individuales no solucionarán el flagelo de la usura al cual se exponen las personas más vulnerables y los pequeños negocios. Se requiere tomar decisiones profundas como retomar el proyecto de ley de consolidación de deudas que duerme en el Congreso. Hoy la banca está ciega respecto del comportamiento credicitio y, por lo mismo, puede que haya buenos pagadores que no puedan estar accediendo al sistema financiero formal, porque simplemente no existe información disponible.
Y también habría que pensar en medidas impopulares, pero razonables, como lo es derechamente revisar con objetividad los efectos de una política pública como fue la fijación de los límites de la Tasa Máxima Convencional.
Presidente Banco Santander