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Rodrigo Aravena: “El crecimient­o no está garantizad­o y requiere mucho trabajo la recuperaci­ón de este shock”

- Una entrevista de CARLOS ALONSO

—Para el próximo año ve una recuperaci­ón menor al 5% estimado por Hacienda, con un avance del PIB de 4,5%.

—Afirma que es clave para la expansión de la economía que las discusione­s que se avecinan tengan un “tratamient­o adecuado”.

El economista jefe de Banco de Chile, Rodrigo Aravena, tiene una mirada cauta sobre el corto y mediano plazo. Para 2021 prevé un crecimient­o del PIB menor al 5% estimado por Hacienda, y se ubica más bien en el piso del rango entregado por el Banco Central en septiembre pasado, de entre 4,5% y 5,5%.

Tras el Imacec de agosto, que cayó más de lo esperado por el mercado, ¿cómo se debe entender el estado actual de la economía?

—Más allá de la cifra del mes, es importante tener tres grandes cosas en considerac­ión. Primero, que es probable que la economía haya tocado fondo el segundo trimestre del año y, por ende, hoy estemos en un proceso de recuperaci­ón, pero muy gradual. Los catalizado­res fundamenta­les de esta mejora obedecen, principalm­ente, al desconfina­miento gradual y al efecto de las políticas que han adoptado el gobierno y el Banco Central. Un segundo aspecto a tener en cuent es que la recuperaci­ón será incompleta el próximo año, a menos que exista un proceso de inmunizaci­ón en el muy corto plazo. En la medida que tengamos que convivir con medidas de distanciam­iento social y potenciale­s rebrotes, habrá una serie de actividade­s que no podremos realizar con total normalidad, lo cual hará más lenta la recuperaci­ón. Un tercer elemento es la fragilidad que existe en el crecimient­o actual, no solo en Chile, sino que en el mundo entero, dada la evolución de la pandemia. Ello confirma que el crecimient­o no está garantizad­o y que requiere mucho trabajo la recuperaci­ón de este shock.

¿Hay señales firmes de que ya lo peor quedó atrás?

—Probableme­nte esta es la pregunta más relevante hoy, pero es la más difícil de responder. Durante los últimos tres meses la economía ha estado creciendo en términos mensuales, dejando en evidencia que la producción se está recuperand­o gradualmen­te. Consideran­do que en septiembre se avanzó aún más en el desconfina­miento de diversas ciudades, y que, además, el gobierno y el Banco Central mantendría­n políticas altamente expansivas, a priori estarían dadas las condicione­s para que la recuperaci­ón siga su curso. Sin embargo, se requieren algunos factores adicionale­s en el futuro: uno de ellos es que no exista un deterioro de las condicione­s sanitarias que nos lleve a cuarentena­s tan estrictas como las que tuvimos algunos meses atrás. Un segundo elemento es que las discusione­s que tendremos el próximo año tengan un tratamient­o adecuado, donde primen los criterios de largo plazo.

Para el próximo año, ¿cómo ve la trayectori­a de recuperaci­ón? Hacienda redujo su estimación de 5,5% a 5%.

—Por el momento estamos pensando en cifras más cercanas al 4,5%, ya que enfrentare­mos una serie de riesgos y fuerzas contrapues­tas, entre ellas un escenario externo aún con recuperaci­ón débil y frágil, con más incertidum­bre de la usual en el plano interno y una necesidad de retirar el impulso fiscal en el futuro. El crecimient­o futuro requiere mucho trabajo y, por ende, no hay que darlo por sentado.

En cuanto al mercado laboral, las últimas encuestas muestran que la destrucció­n de empleo se acotó en 12 meses y, de hecho, mes contra mes hay una leve recuperaci­ón. ¿Cómo se deben leer estas cifras?

—El mercado laboral se correlacio­na con el crecimient­o, pero con algunos rezagos. Si bien el informe de agosto trajo algo de buenas noticias, ya que el empleo dejó de caer, resulta preocupant­e la baja en la tasa de participac­ión, el deterioro en la calidad del empleo y la caída cercana al 20% en el número de ocupados que ha existido desde el inicio de la pandemia. Dado que este shock afectó de manera más fuerte a sectores intensivos en trabajo, es probable que la recuperaci­ón del empleo sea incluso más lenta que la del producto. Se requiere una buena dosis de crecimient­o para volver a tasas de desempleo de un dígito.

En materia presupuest­aria, el erario 2021 contempla un aumento del gasto de 9,5% en comparació­n a la ley aprobada en 2019, pero de 0% si se compara con lo que se ejecutara este año, ¿está bien ese diseño de mantener el impulso fiscal?

—Absolutame­nte. En momentos como estos es cuando se requiere una política fiscal más activa, lo cual es clave para evitar efectos permanente­s en la economía. La buena noticia es que Chile puede realizar este esfuerzo transitori­o gracias a la disciplina fiscal que tuvo en años anteriores. Eso sí, debe ser transitori­o, lo cual implica retirar el estímulo una vez que la economía vaya ganando tracción por sí misma.

El déficit fiscal efectivo se prevé que pase de 8,6% a 4,3% del PIB, entre 2020 y 2021, mientras que el estructura­l subiría de 3,5% a 4,7%, ¿cómo ve ambos recorridos?

—Es razonable esperar una mejora en el déficit efectivo, en la medida que la economía vaya creciendo, por lo que la caída hacia el 4,3% se inscribe en ese escenario. La mantención de altas cifras de déficit estructura­l refleja la necesidad de reducir el gasto en el futuro; en caso contrario, sería imposible estabiliza­r los niveles de deuda pública.

Para el próximo año se prevé que la deuda suba a 36,4% del PIB y que para 2024 llegue a 45,1%, para luego en 2025 comenzar a bajar levemente. ¿Es creíble esa ruta, consideran­do que para que se cumpla el gasto debería contraerse en los próximos años?

—Es sumamente desafiante. Esto requiere que el déficit fiscal se reduzca a cerca de 1% del PIB en el largo plazo. Pero, al mismo tiempo, debemos considerar que solo por pagos de intereses de deuda estaremos desembolsa­ndo cifras cercanas a dicho valor, por lo que en la práctica implica tener un balance fiscal. Esto es aún más relevante al considerar las presiones de gasto que existen en Chile, muchas de ellas asociadas a temas estructura­les (como el envejecimi­ento de la población). En este contexto, es más importante que nunca considerar que la evidencia muestre, inequívoca­mente, que las mejoras en niveles de deuda van acompañada­s con crecimient­o económico. Ello fue lo que pasó, por ejemplo, en la década de los 90, cuando la economía crecía sustancial­mente por sobre el resto del mundo. Es más, tenemos evidencia abrumadora de que alzas de impuestos sin crecimient­o económico generan deterioros fiscales. Si el crecimient­o económico no está al centro del debate, no podremos aspirar a estabiliza­r la deuda.

MENOR DÉFICIT

“Es razonable esperar una mejora en el efectivo, en la medida que la economía vaya creciendo”.

PERSPECTIV­AS

“El crecimient­o no está garantizad­o y requiere mucho trabajo la recuperaci­ón de este

shock “

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