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Quién debe cumplir con la obligación social: el Estado o los privados

- —por Soledad Recabarren—

Hoy pensé en la Teletón, y lo comparé con El Hogar de Cristo, la Fundación Las Rosas, el Cuerpo de Bomberos y muchas otras institucio­nes privadas que suplen el deber del Estado en la ayuda a los ciudadanos. Esto se enlaza con las protestas sociales y las quejas que hay por servicios de salud, educación y la escasez de recursos para cumplir con todos estos derechos, que no se cubren satisfacto­riamente por el Estado.

Entonces la pregunta es ¿quién debe financiar estas actividade­s? Naturalmen­te debiera ser el Estado. Pero cuando el Estado no tiene recursos ¿Qué hacer? La respuesta en nuestro país es siempre: se suben los impuestos.

Sin embargo, ¿pueden subirse indefinida­mente los impuestos?

Pareciera que no, es por ello que tenemos que preguntarn­os: ¿Cómo podemos gestionar este país, de manera eficiente?

Si estuviéram­os hablando de una empresa, debiéramos revisar nuestro presupuest­o, optimizar cada peso que gastamos y probableme­nte rebajar los beneficios que entregamos, tratando de no afectar la calidad, esto es el estándar de vida de nuestros ciudadanos.

En este contexto, el Gobierno ha llamado a una comisión de economista­s para ver cómo eliminan beneficios y exenciones. Sin embargo, creo que todos agradecerí­amos que la comisión también se abocara a ver cómo se vuelve más eficiente el Estado, en la administra­ción de los recursos que los ciudadanos le entregamos.

En los últimos años se ha subido el presupuest­o de educación y ésta no ha mejorado, hay un sinnúmero de beneficios sociales mal evaluados; es decir hay mucho por hacer antes de subir nuevamente los impuestos.

En una empresa si el gerente todos los años les exigiera a los socios aumentar capital, porque el negocio no da, sería rápidament­e despedido. En los últimos gobiernos, si faltan recursos le piden a los ciudadanos pagar más impuestos y además se les solicita que, vía donaciones, mantengan los muchos programas privados de ayuda social que vienen a suplir las carencias del Estado.

Pereciera que, cada vez que hay una necesidad y algún privado generoso trata de ayudar, esto pasa a ser una obligación para ese ciudadano y el Estado se siente liberado de cumplir con su responsabi­lidad, fundado en que los recursos son escasos y las necesidade­s son múltiples.

Entonces, se vuelve necesario definir, qué tipo de Estado queremos. Esto podría obligarnos a pagar impuestos altos o más altos aún a los actuales. Pero en este caso, debemos exigir que el Estado administre responsabl­emente nuestros recursos, ya que no es posible mantener la exigencia de que los ciudadanos además de pagar impuestos financien programas privados que suplan la obligación de asistencia que tiene el Estado con sus ciudadanos.

La autora es socia Recabarren & Asociados y presidenta CELET

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