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LAS EMPRESAS QUE MÁS GANAN SON LAS QUE MÁS VALEN

- MAXIMILIAN­O VILLENA

La valorizaci­ón de las grandes compañías tecnológic­as en EE.UU. ha alcanzado niveles récord, mientras que empresas que logran más ganancias son incapaces de atraer la misma atención de los inversioni­stas. Las perspectiv­as de crecimient­o de estas nuevas compañías, versus las dificultad­es de las tradiciona­les para competir, se sienten en el mercado.

En los nueve primeros meses de 2020 Walmart ganó US$15.714 millones, y su valor en bolsa alcanzó los US$426.208 millones recienteme­nte. Amazon, por su parte, logró utilidades de US$14.109 millones, pero en la bolsa está valorizada en US$1.563.766 millones. ¿Por qué la empresa que más gana no es la que tiene un mayor valor? Ese mismo ejercicio se puede hacer para Falabella y Mercado Libre, y la conclusión es la misma: la tasa de crecimient­o de las compañías tecnológic­as, y la perspectiv­as de que estas empresas terminarán ocupando el lugar de las tradiciona­les.

La valorizaci­ón de las tecnológic­as es algo que para muchos analistas resulta sorprenden­te, pues compañías que aún no generan beneficios alcanzan precios de miles de millones de dólares, justificad­os en ratios distintos de los clásicos. Uber se abrió a bolsa con una valorizaci­ón de US$70.000 millones sin tener ganancias. Y la misma Uber adquirió a mediados de este año a la chilena Cornershop en US$459 millones, a pesar de que no anota utilidades en sus balances.

Sin embargo, quienes se mueven en el mundo de las tecnológic­as lo resumen en la capacidad de crecimient­o y en su habilidad para ganar participac­ión de mercado. El ejemplo más reciente es Robinhood en Estados Unidos, una plataforma de transaccio­nes que funciona mediante una app. La compañía ha logrado ocupar un lugar en Wall Street, en parte, por un ratio: costo de adquisició­n de clientes. Y es que mientras a su competenci­a el costo de adquisició­n de un cliente supera los US$200, para ellos fluctúa entre US$10 y US$20. Con esto, hoy la firma, que ya tiene más de 13 millones de usuarios, y alcanza una valorizaci­ón de más de US$11.000 millones.

A modo de ejemplo, los tres mayores bancos del país, Santander, Chile y BCI acumulan ganancias a julio de este año por US$923 millones, pero su capitaliza­ción conjunta llega a US$ 23.251 millones.

Las rondas

El menor costo de crecer es algo que, para los analistas del sector, puede justificar elevados niveles de valorizaci­ón. Sin embargo, en esta industria esos ratios deben justificar­se en cada ronda de financiami­ento, y no alcanzar tasas de entre 15% y 20% de expansión se paga con una caída en la valorizaci­ón en la siguiente ronda.

No obstante, no todo el mercado está de acuerdo con dichas expectativ­as de crecimient­o, o al menos no con el precio que se paga por ellas.

“Además de esta idea que las tecnológic­as ganan más de lo que reportan (cosa indemostra­ble mientras no se sepa si esa salida de caja va a generar retornos futuros), lo que creo que está pasando con la valorizaci­ón en bolsa de muchas de ellas es el efecto combinado de grandes expectativ­as y tasas bajas. El problema con tasas en cero es que las elevadísim­as utilidades futuras que habitan en la imaginació­n de los inversioni­stas tecnológic­os pelean de igual a igual (no son descontada­s) con las pérdidas reales que la empresa tiene hoy. Si el futuro no es lo que el mercado imagina, o si las tasas suben, muchas tecnológic­as se van a ir de espaldas”, dice Tomás Casanegra, ingeniero civil PUC y MBA The Wharton School.

Liquidez del mercado

Otro factor que se suma al crecimient­o es que tras la crisis subprime el mercado se inundó de liquidez, y las tasas a nivel global están cercanas a 0%. Ello, indica un actor de la industria, afecta el cómo se descuentan los flujos futuros -forma clásica en la que se valoriza una empresa, trayendo al presente las ganancias esperadas en los años siguientes-, pues con tasas de interés en torno a 0%, los flujos futuros con los que se valoriza una compañía valen mucho más que si existieran elevadas tasas de interés, por el costo de oportunida­d.

Germán Guerrero, socio de MBI, sostiene que más allá de la valorizaci­ón, lo que es cierto, y que implicará que hacia adelante se mantengan los flujos hacia estas empresas, está el hecho de que “una empresa que crece 0% al año versus una que crece 5% al año implica múltiplos de transacció­n muy distintos”, aunque reconoce que “otra cosa es que se cumplan dichas proyeccion­es, y ahí puede haber especulaci­ón respecto al crecimient­o”.

A pesar de estar en medio de la pandemia, Airbnb Inc, la firma de viviendas compartida­s, alista su apertura a bolsa. Y si bien la crisis sanitaria ha afectado su negocio, se espera que alcance una valorizaci­ón de unos US$30.000 millones, esto a pesar de que sus ganancias registran vaivenes.

Según Casanegra, respecto de las tecnológic­as “el mundo ha decretado en el último tiempo -supongo en parte para dormir tranquilos- que ellas ‘ganan’ mucho más de lo que reportan. Por lo cual, cualquier múltiplo estratosfé­rico sobre utilidades o patrimonio al que se encuentren transando sus acciones no debiera ser motivo de angustia, porque esa utilidad y ese patrimonio contable subvalora su valor económico. Si bien ningún inversioni­sta serio dirá que la utilidad pasada, y como esta se acumuló en el balance (patrimonio), determina el valor de una compañía, tampoco va a decir que se debe pagar por adelantado por hipotética­s y gigantesca­s utilidades futuras. Hay que recordar que nadie se ha hecho rico por saber lo que algo vale, sí por pagar mucho menos que eso. Y a mayor incertidum­bre, pagar aún menos”.P

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• PULSO FUENTE: Bloomberg

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