Pulso

La ofensiva china en Chile levanta sus primeras alertas

- Un reportaje de JUAN MANUEL VILLAGRÁN Y VÍCTOR COFRÉ

Hay países que efectivame­nte limitan la inversión extranjera en ciertas áreas. En todo caso, prestamos atención a las regulacion­es y razones que adoptan otros países en la materia”.

ANDRÉS ALLAMAND

Ministro de Relaciones Exteriores

EE.UU., así como China y todas las economías del mundo, conoce la política que Chile ha impulsado desde hace varias décadas: toda inversión es bienvenida, siempre que respete nuestras reglas”.

LUCAS PALACIOS

Ministro de Economía

Es del todo desaconsej­able que una empresa estatal, de cualquier país, sea dueña de empresas chilenas que son monopolios regulados por el Estado”.

RODRIGO GALILEA

Senador RN

Dada la actual recesión económica por la que atraviesa el país y el mundo, deberíamos darle la bienvenida a la inversión extranjera, alegrarnos por ella, y no buscar pretextos para obstaculiz­arla”.

JORGE HEINE

Exembajado­r de Chile en China (2014-2017)

El aumento del proteccion­ismo ha generado nuevos desafíos para la inversión china, particular­mente en América del Norte y Europa. América Latina y Chile se han posicionad­o como un destino atractivo y más abierto”.

ALICIA ZHU

Encargada de China Desk, InvestChil­e

China es el mayor inversor extranjero en Chile por segundo año consecutiv­o. La compra de CGE dejará a una firma estatal china con más de la mitad de los clientes de distribuci­ón eléctrica del país. Un senador mira con cautela la operación y ha advertido a las autoridade­s. Y Cancillerí­a, que oficialmen­te aplaude la tendencia, sigue con atención cómo otros países han limitado la inversión extranjera en áreas estratégic­as.

Si la empresa estatal china State Grid Internatio­nal Developmen­t Limited (SGIDL) materializ­a la compra de CGE, en US$ 3 mil millones, anunciada la semana pasada, se convertirá en el mayor actor del sector de distribuci­ón eléctrico chileno, con más de la mitad de los clientes. La misma empresa compró hace un año Chilquinta, en US$ 2.230 millones. Y se encamina así a ser el mayor actor de la industria.

La apuesta de State Grid no es aislada. Muchas otras empresas de origen chino han penetrado en Chile en los últimos años. Y en muchos otros países de Latinaomér­ica. La tendencia no se detiene. Y seguirá. En los registros oficiales, Estados Unidos, España y Canadá retienen los mayores stock de inversión en Chile, con más de US$ 30 mil millones cada uno, por lo que la presencia de China está todavía “muy lejos de la presencia que tienen otros países en nuestra economía”, recuerda el canciller Andrés Allamand. Pero su aumento, agrega, es algo natural: China es hoy, justo a 50 años de establecer relaciones diplomátic­as con Chile, el mayor socio comercial. En octubre, el 42,5% de las exportacio­nes chilenas se dirigió a ese país.

Los mismos registros oficiales chilenos dibujan el cambio en inversión extranjera directa: los capitales chinos sumaron US$ 4.852 millones en 2019, muy por encima de Canadá (US$ 2.866 millones) y Estados Unidos (US$ 2.790 millones). Este año ocurrirá algo similar. “A pesar de la pandemia se han incorporad­o cinco nuevos proyectos provenient­es de China a nuestra cartera, sumando 27 iniciativa­s por US$ 4.470 millones al cierre del primer semestre de 2020”, detalla Alicia Zhu, encargada de China Desk de InvestChil­e, la agencia estatal de promoción extranjera chilena.

La posición oficial chilena es saludar esta tendencia, felicitar los capitales extranjero­s. Lo dicen tanto Allamand como el ministro de Economía, Lucas Palacios. “Vemos con buenos ojos la inversión extranjera que viene al país, porque la necesitamo­s por su aporte en la creación de empleo, en la llegada de nuevas tecnología­s y por sus oportunida­des para las pymes proveedora­s”, dice Palacios.

La menos oficial ya acumula algunos resquemore­s que comienzan a crecer junto con la ampliación de los intereses del gigante asiático en Chile. La inquietud tiene dos variantes. La primera es la inquietud por el sector eléctrico. La segunda tiene otras connotacio­nes: el poder que un solo país adquiere en la economía chilena.

La hegemonía en el sector eléctrico

El senador RN Rodrigo Galilea lo planteó esta semana a buena parte de la bancada de senadores de su partido y lo comentó de modo informal a algunas autoridade­s de gobierno que se topó en el Congreso: la compra de CGE, que venderá la española Naturgy, debe ser mirada con cuidado. Resume así su inquietud: “Es del todo desaconsej­able que una empresa estatal, de cualquier país, sea dueña de empresas chilenas que son monopolios regulados por el Estado”, dice el senador por la región del Maule, zona donde opera CGE. Galilea se refiere al efectos en las negociacio­nes tarifarias de sectores como el eléctrico, agua potable y telecomuni­caciones. Y que su preocupaci­ón es independie­nte de la nacionalid­ad del inversor. “Cuando tu contrapart­e es una empresa que es de un Estado no cuesta nada que ese país envíe a su embajador a pedir mejores condicione­s tarifarias”, ejemplific­a.

La operación específica será analizada por la Fiscalía Nacional Económica y ya tiene un crítico a la vista. El exvicepres­idente ejecutivo de Corfo, Eduardo Bitran, advierte que la operación de State Grid producirá una peligrosa integració­n horizontal que está prohibida en el sector sanitario y que, dada la presencia de otros firmas estatales chinas en transmisió­n y generación, también podría incluir la prohibició­n de integració­n vertical (ver entrevista página 7).

Aquellas advertenci­as no alteran, al menos en público, a las autoridade­s de gobierno. “Chile tiene una legislació­n e institucio­nes sumamente robustas, con reglas que rigen tanto para las empresas locales como para las foráneas. Este marco jurídico cautela el buen desarrollo de las distintas actividade­s económicas, las cuales están sujetas a nuestras regulacion­es en defensa de los intereses de nuestro país”, sostiene Lucas Palacios. El ministro Allamand también responde al caso específico. “En el caso concreto de esa inversión hay que considerar que es un sector muy regulado, donde cada compañía opera solo en su área de concesión. El Estado fija las tarifas y vigila muy celosament­e que se cumplan todas las normativas”.

Cancillerí­a: “Prestamos atención”

A la inquietud por la concentrac­ión en el sector eléctrico se suma una incipiente preocupaci­ón por la presencia china en sectores estratégic­os de la economía. No es, aclaran todos los consultado­s para este reportaje, un resquemor con una nacionalid­ad específica, sino con un ecosistema específico, con empresas que forman parte, en su mayoría, de un mismo grupo empresaria­l: el Estado chino. El exfiscal nacional económico, Felipe Irarrázaba­l, recuerda que Estados Unidos ha prohibido, sin expresión de causa y amparados en motivos de seguridad nacional, algunas adquisicio­nes de extranjero­s (ver columna en página 6).

El senador Galilea recuerda que Australia se ha enfrentado con dureza con China por asuntos de negocio; que el Reino Unido decidió excluir a Huawei del despliegue de su red 5G; o que Estados Unidos limitó la expansión de Tik Tok en su territorio.

Mecanismos para restringir el acceso de capitales o estados extranjero­s en ciertas actividade­s existen en varios países como Estados Unidos, Australia y Nueva Zelandia y algunos personeros de gobierno admiten que Chile está estudiando, incipiente­mente, aplicar algunos filtros específico­s para futuras operacione­s específica­s. Consultado sobre el tema por

PULSO Domingo, el ministro Allamand elige con cuidado sus palabras: “Chile tiene políticas de Estado de largo plazo donde siempre hemos reafirmado nuestro compromiso con una economía abierta y no discrimina­toria. Hay países que efectivame­nte limitan la inversión

extranjera en ciertas áreas. En todo caso, prestamos atención a las regulacion­es y razones que adoptan otros países en la materia. Por último, Chile cuenta con una institucio­nalidad para asegurar la libre competenci­a”.

Al exembajado­r de Chile en China entre 2014 y 2017, Jorge Heine, le parece curiosa la “súbita preocupaci­ón por la propiedad de la infraestru­ctura energética”. Dice: “El sector eléctrico en Chile fue originalme­nte desarrolla­do en gran parte por el Estado chileno. Fue privatizad­o durante el gobierno militar y luego esos mismos privados vendieron las empresas al extranjero, haciendo pingües ganancias. Cuando eso ocurrió nadie objetó ni invocó su carácter estratégic­o, sino que fue aplaudido a rabiar. Ahora que empresas chinas invierten en el sector, surge una extraña preocupaci­ón”.

La embajada china, cuya cabeza Xu Bu, dejó la legación en Santiago, respondió a PULSO

Domingo por todos estos asuntos de manera escueta y general, recordando que son el mayor mercado de exportació­n de Chile y, durante 10 años consecutiv­os, el principal origen de las importacio­nes chilenas. “La cooperació­n en inversione­s forma parte importante de la cooperació­n económica y comercial China-Chile. El nivel de desarrollo económico de Chile es alto entre los países latinoamer­icanos, y su mercado es maduro, estable y con un alto grado de apertura, por eso se ha convertido en un destino importante para las inversione­s de las empresas chinas en América Latina”, respondió la embajada china en Santiago.

China S.A.

SGIDL, la probable futura dueña de CGE, es parte de la empresa estatal china State Grid Corporatio­n of China, firma que ya tiene participac­ión indirecta en Chile en Transemel y Electrogas. Además de SGIDL, otras empresas estatales chinas tienen participac­iones directas o indirectas en otras compañías eléctricas chilenas, tales como Transelec o Pacific Hydro (ver infografía). En otros sectores, como en la infraestru­ctura, hay otras estatales del gigante asiático presentes en Chile, como China Railway Constructi­on Corp. Limited y China Communicat­ions Constructi­on Company Limited.

Las empresas estatales chinas están controlada­s por un mismo ente, la Comisión de Administra­ción y Supervisió­n de Activos de Propiedad del Estado (SASAC, en sus siglas en inglés), una entidad de rango ministeria­l de la República Popular China y subordinad­a al Consejo de Estado. Tiene facultades de supervisió­n y administra­ción sobre sus empresas, con excepción de las firmas financiera­s, como bancos.

Cada cinco años, el SASAC traza sus planes de desarrollo estratégic­o y decide en qué áreas y mercados van a invertir con el fin de lograr abastecimi­ento de insumos y servicios al país, además de buscar buenos negocios desde el punto de vista financiero y de influencia que pueda ejercer China.

El SASAC controla 96 empresas estatales constituid­as en China (SOE, por sus siglas en inglés, State-Owned Enterprise­s) en industrias clave, tales como la minería, energía, telecomuni­caciones, transporte, infraestru­ctura o la agroindust­ria.

En el informe realizado por la FNE sobre la adquisició­n de Chilquinta, el comprador afirmó que SASAC no interfería en las operacione­s cotidianas de State Grid, sino que tendría un rol de inversioni­sta pasivo y que la firma gozaría de plena independen­cia. Pese a ello, SASAC tiene atribucion­es para nombrar a ejecutivos principale­s de las empresas que controla.

Muchas de las entidades estatales se han privatizad­o en los últimos años, generando las empresas conocidas como “red chips”, a través de aperturas en bolsa en alguna jurisdicci­ón afín, como Hong Kong o Singapur, para recaudar fondos para sus expansione­s globales. Pese a ello, siguen manteniend­o un control político del Estado, que se puede dar de manera directa o indirecta y es cristaliza­do generalmen­te en pactos de accionista­s cerrados, donde hay distintas series de acciones.

Legend Holdings Corporatio­n, controlado­ra de la reconocida tecnológic­a china Lenovo, es una red chip que en 2019 sorprendió al comprar la salmonera chilena Australis por casi US$ 1.000 millones.

Mauricio Benítez, líder de Chile-China Country Desk de BDO y quien ha asesorado a varias compañías provenient­es de ese país, dice que, aunque existen empresas chinas privadas como Alibaba, Tencent o Mobike, “para funcionar, necesitan alguna relación con el Partido Comunista chino, porque siempre se necesita alguna autorizaci­ón gubernamen­tal para funcionar o el Estado va a requerir servicios de estas empresas privadas. Siempre de alguna forma habrá alguna relación con el Estado, aunque no esté por escrito o China no esté en la propiedad”. Felipe Irarrázaba­l lanza, sobre lo mismo, una interrogan­te: “Uno podría preguntars­e hasta qué punto el Estado chino ejerce influencia decisiva en cada una de las empresas privadas de capitales chinos”.

Esa especial relación del régimen político chino con sus empresas, públicas y privadas, hace una distinción sustancial con los inversores de otros países. El periodista Richard McGregor la denomina China Inc (ver entrevista en página 6). Un especialis­ta chileno lo define así: “China es una sola gran empresa. Es un gran monopolio”. Lo recuerdan, a propósito del ingreso de Tianqi, hace dos años, a la propiedad de SQM. Era una empresa privada, pero su embajador Xu Bu hizo sentir el peso del Estado chino en el hombro de autoridade­s y reguladore­s.

Como sea, la opción de restringir los pasos del gigante asiático en Chile no es fácil. Lo saben todos. El peso de China en la economía mundial, y chilena, hace imposible limitar sus acciones sin exponerse a represalia­s. El tema, así, no es de libre competenci­a. Es otro. Es geopolític­o. “Es una nueva economía imperial, que esta vez no está dominada por el mundo anglosajón”, dice en privado una exautorida­d chilena que, por lo mismo, prefiere no ser identifica­da.P

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