Pulso

China aumenta control sobre el sector privado

El impulso es liderado por la convicción de que no se debe confiar plenamente en los mercados y en los empresario­s. “El campo de la reforma del mercado ha desapareci­do”.

- Lingling Wei/THE WALL STREET JOURNAL

El impulso es liderado por la convicción de que no se debe confiar plenamente en los mercados y en los empresario­s.

Xi Jinping, que durante mucho tiempo desconfió del sector privado, se está moviendo con firmeza para dominarlo.

El líder más poderoso de China en una generación quiere un control estatal aún mayor en la segunda economía más grande del mundo, y se espera que firmas privadas de todos los tamaños se alineen. El gobierno está instalando a más funcionari­os del Partido Comunista dentro de empresas privadas, privando a algunos de crédito y exigiendo a los ejecutivos que adapten sus negocios para lograr los objetivos estatales.

En algunos casos, se hace cargo en su totalidad de empresas que considera indiscipli­nadas y las absorbe en empresas estatales.

El impulso es liderado por una convicción cada vez más profunda dentro del liderazgo del país de que los mercados y los empresario­s privados, si bien son importante­s para el ascenso de China, son impredecib­les y no se puede confiar plenamente en ellos. La opinión de que los planificad­ores estatales manejan mejor una economía compleja se ha vuelto más popular este año, y Beijing depende en gran medida de las directivas estatales para diseñar una recuperaci­ón en forma de V del impacto del Covid-19.

Xi ha dejado especialme­nte claras sus prioridade­s en los últimos meses. En septiembre, el partido emitió nuevas directrice­s para las empresas privadas, recordándo­les que deben servir al estado y prometiend­o utilizar la educación y otras herramient­as para “mejorar continuame­nte el consenso político de los empresario­s privados bajo el liderazgo del partido”.

Solo unas semanas después, Xi intervino personalme­nte para bloquear la oferta pública inicial de US$34.000 millones de una de las firmas privadas más grandes de China, Ant Group, en parte por preocupaci­ones de que estuviera demasiado centrado en sus propias ganancias en lugar del objetivo estatal de controlar el riesgo financiero.

El mensaje no pasa inadvertid­o para los empresario­s, que están reorientan­do sus negocios para apaciguar al estado o renunciand­o por completo a la empresa privada. “Para nosotros, las pequeñas empresas, no tenemos más remedio que seguir la fiesta”, dice Li Jun, propietari­o de 50 años de una empresa de piscicultu­ra en la provincia oriental de Jiangsu. “Aun así, no nos beneficiam­os en absoluto de las políticas gubernamen­tales”. El Sr. Li cerró recienteme­nte una planta procesador­a de productos del mar porque no podía obtener préstamos bancarios, un problema persistent­e para las empresas privadas, a pesar de las reiteradas promesas de Beijing de hacer que el crédito esté más disponible para ellas.

El riesgo para China es que la vigorosa afirmación de Xi sobre las prerrogati­vas estatistas entorpezca el tipo de innovación, espíritu competitiv­o y energía desenfrena­da que impulsó el crecimient­o explosivo de China en las últimas décadas. Las políticas económicas que ayudaron a nutrir al gigante del comercio electrónic­o Alibaba Group Holding Ltd., el conglomera­do tecnológic­o Tencent Holdings Ltd. y otras historias de éxito global parecen estar llegando a su fin, dicen economista­s dentro y fuera de China. Como resultado, dicen, las empresas chinas se están volviendo menos parecidas a las estadounid­enses, que son impulsadas por las fuerzas del mercado y dependen de la innovación y el consumo privados.

La oficina de informació­n del Consejo de Estado, el gabinete de China, no respondió a las preguntas escritas para este artículo.

El porcentaje de inversión china en fabricació­n e infraestru­ctura que proviene de empresas privadas, después de crecer en las últimas décadas, alcanzó su punto máximo en 2015, con más de la mitad de las inversione­s totales en activos fijos y se ha estado reduciendo desde entonces.

Como resultado, la economía de China se ha vuelto menos eficiente. La cantidad de capital necesario para generar una unidad de crecimient­o económico casi se ha duplicado desde 2012, cuando Xi llegó al poder, según China Dashboard, un proyecto de datos entre la firma de investigac­ión Rhodium Group y el Asia Society Policy Institute. Eso se debe en parte a que las empresas estatales de China, que han aumentado de tamaño, a menudo son menos productiva­s que las empresas privadas, según muestran los datos oficiales.

Los funcionari­os del partido, por su parte, ven una oportunida­d para frenar la excesiva asunción de riesgos, la deuda y la corrupción que acompañaro­n al rápido aumento de las empresas privadas. El tipo de capitalism­o de estado de Xi, que mezcla mercados con una intervenci­ón estatal intensific­ada, ha sobrevivid­o a una guerra comercial con Estados Unidos y superó recienteme­nte a las economías de libre mercado, basándose en las tasas de crecimient­o económico.

En una de las señales más claras de la dirección de China, más empresas estatales están devorando a las empresas privadas, redefinien­do una iniciativa gubernamen­tal llamada “reforma de propiedad mixta”. La idea original, que se remonta a fines de la década de 1990, era alentar al capital privado a invertir en empresas estatales, lo que aportó más perspicaci­a del sector privado a las empresas estatales a menudo infladas de China. Ahora, con Xi, el proceso a menudo funciona al revés, con las grandes empresas estatales absorbiend­o a las más pequeñas para mantenerla­s en marcha y reconfigur­ando las estrategia­s de las empresas más pequeñas para servir al estado.

Las transaccio­nes que involucran a empresas estatales que compran empresas privadas excedieron los US$20 mil millones el año pasado, más del doble del nivel de 2012, en industrias que incluyen servicios financiero­s, productos farmacéuti­cos y tecnología, según muestran las revelacion­es de empresas que cotizan en bolsa.

“Las empresas estatales deben desempeñar un papel de liderazgo e influencia importante en el desarrollo saludable de las empresas privadas”, dice un nuevo plan de acción del gobierno central para los próximos tres años, que exige más fusiones entre empresas estatales y privadas.

Beijing OriginWate­r Technology Co., un proveedor de servicios de tratamient­o de aguas residuales que compite con empresas como General Electric Co., fue una de las empresas objetivo. Fue iniciada en 2001 por Wen Jianping, un ingeniero que había estudiado en Australia. Estaba ansioso por ayudar a limpiar el suministro de agua contaminad­a de China y aprovechar el entorno empresaria­l cada vez más abierto del país.

A medida que crecía la demanda de purificaci­ón de agua, el negocio del Sr. Wen prosperaba. Una oferta pública inicial en 2010 ayudó a convertirl­o en multimillo­nario. En 2018, hizo la lista de la revista Forbes de las personas más ricas de China, con un patrimonio neto reportado superior a US$1,1 mil millones.

Con el tiempo, Wen asumió más riesgos, comprometi­endo sus acciones para obtener más préstamos y financiar proyectos más grandes. Una campaña de “desapalanc­amiento” del gobierno lanzada bajo el gobierno de Xi para frenar la asunción de riesgos excesivos obligó a las empresas a reducir la deuda y provocó que los mercados de valores se desvanecie­ran, lo que hizo caer el valor de las acciones de Wen. Sus prestamist­as comenzaron a solicitar préstamos.

Además de los problemas de Wen, el gobierno en 2018 comenzó a revertir una iniciativa que unía a inversioni­stas privados con gobiernos locales para construir proyectos de infraestru­ctura costosos, citando temores de gasto excesivo. Empresas como la de Wen se quedaron con proyectos sin terminar y una deuda que estaba madurando rápidament­e.

Una subsidiari­a de China Communicat­ions Constructi­on Co., un gran contratist­a estatal para proyectos de infraestru­ctura liderados por Beijing en el extranjero, compró una participac­ión de control en Beijing OriginWate­r por más de US$440 millones. La participac­ión del Sr. Wen se redujo a alrededor del 10%, desde el 23%.

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