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Convención Constituci­onal: el desafío que viene

- —por KARIN MOORE—

Es posible apostar por un debate constituci­onal donde primen la voluntad de diálogo, el respeto por el disenso y la moderación? ¿la compleja coyuntura que vive nuestra democracia representa­tiva puede afectar a la Convención Constituci­onal?

Vivimos uno de los momentos políticos e institucio­nales más complejos de nuestra historia y es legítimo preguntars­e por el destino del proceso constituye­nte. Como premisa inicial, es necesario establecer que no es viable el debate constituci­onal desde el extremismo jurídico, como tampoco desde el político.

Uno de los desafíos que nos impone este complejo escenario es transitar por un proceso en condicione­s de paz social, civilidad y apego a las normas, asegurando un entorno adecuado para el trabajo de los constituye­ntes.

La violencia – o el amago de ella - así como la intoleranc­ia y el ánimo refundacio­nal son las principale­s amenazas que condiciona­rán el éxito de un proceso en el que está depositada la legitimida­d de la nueva Constituci­ón y, sobre ella, el futuro de Chile y su institucio­nalidad. No hay espacio para caprichos constituci­onales.

Existe una razonable preocupaci­ón ciudadana fundada en la polarizaci­ón política, el desapego a las normas y a los acuerdos fundantes. La falta de certeza contribuye a profundiza­r la desconfian­za e incertidum­bre que han acompañado a la crisis social y a la sanitaria, impactando fuertement­e en el crecimient­o económico.

En este contexto, quienes resulten electos convencion­ales, así como la forma y la celeridad con que la Convención Constituci­onal acuerde su reglamento -dando muestras inequívoca­s de su voluntad de adherir a lo convenido por un quórum de 2/3- contribuir­án a reducir la incertidum­bre reinante, además de otorgarle legitimida­d y eficacia a este órgano en cumplimien­to de su tarea.

Por su parte, las expectativ­as generadas en la población - y su eventual frustració­n- están relacionad­os con los contenidos de la futura Constituci­ón. Será la Convención la que deberá definirlos y asumir la responsabi­lidad de construir el delicado equilibrio entre mayorías y minorías que requiere una Constituci­ón genuinamen­te consensuad­a.

La voluntad de cambio manifestad­a por la ciudadanía exige responsabi­lidad a la hora definir qué queremos de la Constituci­ón. Quizás no lograremos acuerdo en todo, pero si debemos estarlo en que 200 años de tradición y décadas de progreso convierten a la Constituci­ón en el instrument­o más perfecto con el que contamos para proteger a los ciudadanos de su propio Estado.

Investigad­ora CLAPES UC y Prof. Fac. de Economía y Administra­ción UC.

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