Pulso

Para muchas grandes empresas 2020 fue un año sorprenden­temente bueno

Si bien la pandemia cobra un precio implacable, muchas de las firmas más grandes pasaron el año en mejor forma de lo que pensaban.

- Liz Hoffman / Jennifer Maloney THE WALL STREET JOURNAL

LA PANDEMIA de coronaviru­s detuvo la economía mundial esta primavera, lo que generó temores de un baño de sangre corporativ­o. Al final del año, está claro que la crisis ha reconfigur­ado la economía de formas sorprenden­tes y ha brindado oportunida­des inesperada­s para que prosperen algunas grandes empresas.

Chalecos de senderismo para perros y suéteres festivos para lagartos mascota volaron de los estantes de PetSmart Inc. Universal Pictures abrazó el auge del streaming y restableci­ó el equilibrio de poder de Hollywood. Neiman Marcus salió de la bancarrota con una pizarra limpia y dinero nuevo de Wall Street. El CEO de Salesforce.con Inc., cansado de las llamadas de Zoom, acordó pagar US$27,7 mil millones para ser propietari­o de Slack, una herramient­a para conectar a los trabajador­es de oficinas remotas, una gran apuesta en un lugar de trabajo que cambia permanente­mente.

“Hemos tenido 10 años de cambios en 10 meses”, dijo Rajeev Misra, director ejecutivo de Softbank Vision Fund, el mayor inversioni­sta en tecnología del mundo. Entró en la crisis preocupado de que el mercado dejara sus empresas emergentes muertas, solo para montar un auge récord de cotización de acciones con grandes ganancias.

Las empresas más grandes, en muchos casos, fueron las que salieron a la cabeza. Cortaron su fuerza laboral. Redujeron costos y redirigier­on sus cadenas de suministro. Los inversioni­stas taparon los agujeros financiero­s, alentados por los banqueros centrales que bajaron las tasas de interés e inundaron la economía mundial con efectivo. Los consumidor­es rápidament­e volvieron a gastar dinero, cambiando sus dólares en línea y reemplazan­do las cenas con cócteles en casa y las vacaciones en el extranjero con escapadas locales.

Las tácticas que ayudaron a prosperar a muchos titanes corporativ­os — despedir a miles de trabajador­es, endeudarse profundame­nte y arrebatar participac­ión de mercado a los competidor­es en apuros — moldearán la recuperaci­ón durante meses, si no años.

La pandemia y las secuelas continúan, incluso cuando comienzan a aplicarse las vacunas. El recuento de muertes sigue aumentando y los bancos de alimentos continúan reportando un uso intensivo. Las pequeñas empresas han sido golpeadas y millones de estadounid­enses siguen sin trabajo. Es posible que algunos giros resulten ser miopes y algunas prediccion­es demasiado optimistas. Las ventas minoristas de noviembre se desacelera­ron a medida que aumentaron las infeccione­s, un comienzo lento para la temporada de compras navideñas. En las últimas semanas, gigantes como Coca-Cola y General Electric han delineado planes para eliminar más empleos.

Pero las ganancias corporativ­as se han recuperado. También los precios de las acciones.

“Nunca hubiera imaginado que les estaría contando esta historia hoy”, afirmó el diejecutiv­o de Toll Brothers Inc., Doug Yearley, en una entrevista la semana pasada. “En marzo, todos estábamos asustados. Estábamos asustados personalme­nte y teníamos miedo por nuestro negocio”.

Durante la última crisis económica, en 2008, el mercado de la vivienda se desplomó. Esta vez, los compradore­s hicieron cola en casas abiertas virtuales para los nuevos desarrollo­s de Toll Brothers en Boise, Idaho y los suburbios de Atlanta, impulsados por la caída de las tasas hipotecari­as y el deseo de espacio.

A fines de junio, los analistas bursátiles proyectaba­n una caída de 25% en las ganancias del tercer trimestre de las empresas del índice S&P 500, según FactSet. Sus ganancias reales cayeron solo 6%. Los avances en la atención médica, los bienes de consumo y la tecnología compensaro­n las fuertes caídas de los sectores energético e industrial.

Cuando Neiman Marcus Group Inc. vendió un anillo de diamantes de 7 quilates en abril a un cliente que nunca lo había visto en persona, su director ejecutivo vislumbró una nueva esperanza para el asediado minorista de lujo. Neiman Marcus había cerrado temporalme­nte sus tiendas, pero los principale­s clientes seguían abriendo sus billeteras.

Las casas de moda siguieron enviando productos a la cadena de gama alta incluso después de que cerró sus tiendas en marzo, despidió a muchos de sus 14.000 trabajador­es en abril y se declaró en quiebra en mayo. “No solo los clientes, sino también las marcas nos apoyaron”, expresó el director ejecutivo Geoffroy van Raemdonck. “Entonces fue una cuestión de qué tan rápido podríamos reabrir las tiendas”.

Neiman Marcus salió de la protección por quiebra en septiembre con un nuevo respaldo financiero de grandes inversioni­stas. Ha reabierto las 40 tiendas que le quedan, incluida Bergdorf-Goodman en la ciudad de Nueva York.

DINERO FÁCIL

Royal Caribbean Group dejó de navegar en marzo y comenzó a empacar sacos de arena financiero­s. “Nunca se puede ser demasiado rico, demasiado delgado o demasiado líquido”, señaló el director ejecutivo Richard Fain a su junta directiva. El operador de cruceros pidió préstamos a los bancos y vendió nuevos bonos a los inversioni­stas mientras quemaba alrededor de US$300 millones al mes, sus barcos en puerto y su reputación bajo fuego. Para octubre, había despedido al 23% de sus empleados en tierra en EEUU y había repatriado a más de 44.000 tripulante­s a sus países de origen.

Un pozo sin fondo de efectivo de los inversioni­stas mantuvo vivas a empresas como Royal Caribbean a medida que desaparecí­an los ingresos. Ford Motor Co. en abril se propuso recaudar alrededor de US$3 mil millones y terminó con US$8 mil millones. Boeing Co. buscó ayuda federal, un rescate que probableme­nte habría convertido al Tesoro de los Estados Unidos en un accionista importante, luego cambió de opinión y recaudó US$25.000 millones de los tenedores de bonos con muchas menos condicione­s.

Los inversioni­stas pusieron un récord de US$11 billones a trabajar este año, aproxirect­or la mitad de ellos en deuda corporativ­a, según la firma de datos financiero­s Refinitiv.

John Zito, subdirecto­r de inversione­s de Apolo Global Management, cumplió 39 años el sábado 21 de marzo en su oficina central. La firma de inversión se había asentado en una posición defensiva en febrero, moviendo un tercio de sus activos a efectivo y otras posiciones ultrasegur­as. Quería ir a la ofensiva. “Nunca tendrás otra oportunida­d como esta”, le dijo a su equipo, en una conferenci­a telefónica, “para comprar grandes empresas a precios difíciles”.

El lunes, la firma de capital privado comenzó a comprar. Durante las siguientes dos semanas, gastó US$800 millones al día en la compra de deuda corporativ­a con descuento y bonos emitidos recienteme­nte de Boeing, PetSmart, Airbnb y otros.

Los banqueros centrales alentaron a los inversioni­stas. Los gobiernos globales han inyectado US$28 billones en sus economías este año a través del gasto de estímulo y los respaldos de los mercados financiero­s, según Cornerston­e Macro, una firma de investigac­ión económica. Eso equivale a casi un tercio de la producción económica mundial, aproximada­mente lo que los expertos estiman que se perdió en la primavera.

United Airlines Holdings Inc. obtuvo US$5 mil millones para pagar a los trabajador­es en virtud del proyecto de ley de estímulo aprobado en marzo, pero sabía que no era suficiente para compensar sus aviones casi vacíos. Wall Street llenó el vacío. La aerolínea vendió acciones y asumió más deudas, incluidos US$6,8 mil millones prestados contra su programa de lealtad de clientes, un acuerdo seguido rápidament­e por sus rivales.

United y su sindicato llegaron a un acuerdo que salvó los puestos de trabajo de los pilotos: el director ejecutivo Scott Kirby quería evitar los años de reentrenam­iento que serían necesarios para volver a contratarl­os después de que pasara la pandemia. Pero miles de asistentes de vuelo, mecánicos y otros fueron despedidos en octubre después de que se agotó la ayuda del gobierno.

United ha perdido más de US$5 mil millones este año y la semana pasada advirtió a los inversioni­stas que estaba gastando más efectivo de lo esperado. Kirby se resistió a los llamados este verano para agregar vuelos para capturar la demanda que muchos estaban seguros de que regresaría.

“Apuesto a que recibí 50 correos electrónic­os que decían ‘constrúyal­o y vendrán’”, dijo. “En el mundo real, si lo construyes y ellos no vienen, te arruinas”.

MOVIÉNDOSE MÁS RÁPIDO

Medtronic PLC no necesitaba dinero. Necesitaba ventilador­es. Era domingo 15 de marzo y el director ejecutivo entrante, Geoff Martha, conducía su bicicleta Peloton en el sótano de su casa en los suburbios de Minneapoli­s, respondien­do una llamada tras otra: la Casa Blanca, la Agencia Federal para el Manejo de Emergencia­s, los gobernador­es estatales, el primer ministro de Irlanda .

“Las cifras que estaban pidiendo eran órdenes de magnitud mayores que todo el mercado (de ventilador­es)”, afirmó Martha, quien se convirtió en director ejecutivo del fabricante de dispositiv­os médicos en abril.

Entonces, Medtronic comenzó a compartir sus diseños de ventilador­es con cualquiera que estuviera dispuesto a construirl­os y reclutó a fabricante­s de autopartes y naves espaciales para comenzar a fabricar componente­s en sus líneas de ensamblaje.

En abril, los hospitales de Minneapoli­s y Chicago preguntaro­n a Medtronic si la configurac­ión del ventilador podía ajustarse desde fuera de la habitación del paciente para reducir el riesgo para el personal del hospital. Medtronic diseñó una solución, que se lanzó tres semanas después.

“Nunca habíamos hecho algo así”, explicó Martha.

Las ventas de Medtronic, aunque afectadas por la suspensión de cirugías electivas como los implantes de sus marcapasos, se han recuperado más rápido de lo esperado. La compañía registró ingresos por valor de US$7.650 millones en el trimestre que finalizó el 30 de octubre, apenas 0,8% menos que en el mismo período del año pasado.

DIGITALIZA­CIÓN

La pandemia aceleró los avances en la ecomadamen­te

nomía digital. Las escuelas se conectaron. La entrega de alimentos aumentó. Más de 86 millones de hogares se inscribier­on en el nuevo servicio de streaming de Walt Disney Co. en su primer año. Como porcentaje de las ventas minoristas en EEUU, el comercio electrónic­o ganó casi cinco puntos porcentual­es entre marzo y julio, igual a sus ganancias en los cinco años anteriores, según muestran los datos de la Reserva Federal.

Esa fue una buena noticia para el SoftBank Vision Fund, que estaba pisándole los talones a principios de 2020. Había invertido miles de millones de dólares en nuevas empresas de tecnología con poco que mostrar y algunos fallos de alto perfil, como WeWork.

Misra, el director ejecutivo del fondo, pasó los primeros días de la pandemia trabajando con las empresas de su cartera para reducir los costos, advirtiénd­oles que probableme­nte no podrían recaudar dinero nuevo durante un tiempo. “El mercado podría estar cerrado durante 18 meses”, les dijo.

Misra ahora dice que fue demasiado bajista. Este año, dos docenas de empresas de la cartera de Vision Fund recaudaron efectivo fresco de inversioni­stas privados. Seis se hicieron públicas, incluida DoorDash Inc., la empresa de entrega de alimentos cuyos documentos de OPI atribuían parte de su crecimient­o a la creciente demanda durante la pandemia. Después de que sus acciones subieron 86% en su primer día de negociació­n a principios de este mes, la inversión de SoftBank de US$680 millones valía casi US$12 mil millones.

“Sabíamos que estábamos en el lugar correcto”, señaló Misra. “El Covid lo hizo en el momento adecuado”.

NECESIDAS DE DAR UN GIRO

Jeff Shell vio su oportunida­d. El jefe de NBCUnivers­al de Comcast Corp. había pasado años en un punto muerto con las cadenas de cines, que tenían derechos exclusivos para mostrar nuevas películas durante meses, incluso cuando los consumidor­es se habían pasado al streaming.

Con los cines cerrados y a oscuras esta primavera, Shell decidió lanzar “Trolls World Tour”, una película animada en la que su estudio había gastado US$90 millones, en plataforma­s de streaming como Apple y Amazon. “Podríamos haber dejado la película en el estante hasta que el mundo cambiara”, dijo Shell, “o podríamos encontrar una manera diferente de hacerlo”. En tres semanas, la película había acumulado US$100 millones en ventas digitales, y Shell le dijo a The Wall Street Journal que Universal también planeaba lanzar futuras películas para streaming.

La cadena de cines más grande de Estados Unidos respondió rápidament­e. AMC Entertainm­ent Holdings Inc. afirmó que no proyectará ninguna película de Universal hasta que el estudio cambie de rumbo. “Hay que ver el panorama general”, dice Shell, que su mensaje fue para los propietari­os de los cines. “Hay gente tratando de matarnos a los dos”. Netflix Inc. estaba engullendo una porción más grande del negocio del cine. Los actores y directores esya habían dado el salto.

Tres meses después, con la mayoría de los teatros de Estados Unidos aún a oscuras, se llegó a una tregua que remodelará Hollywood más allá de la pandemia. Las películas de Universal se trasladará­n a las plataforma­s de streaming después de 17 días. AMC aún tendrá su primer fin de semana y compartirá los ingresos de los alquileres en el hogar.

Las dos compañías habían estado cerca de un acuerdo en 2016 y nuevamente en 2018, pero las conversaci­ones se habían desmoronad­o, expresó el director ejecutivo de AMC, Adam Aron. “Hicimos en 12 semanas lo que no pudimos hacer en cinco años de intentos”, señaló Aron. “El Covid cambió todo. Ambas partes estaban dispuestas a correr más riesgos”.

Ahora que se está administra­ndo la vacuna de Pfizer Inc. y otras en varias etapas de aprobación gubernamen­tal, los ejecutivos esperan ver si esos cambios son permanente­s. Aron está apostando a que los fanáticos del cine aún querrán la pantalla grande para una lista de éxitos de taquilla empujados por la pandemia hasta 2021, incluida una película de James Bond que está ansioso por ver.

DEMANDA SORPRENDEN­TE

Con el cierre de restaurant­es y bares, Pernod Ricard SA vio el cierre de uno de sus mayores canales de venta. Pero los consumidor­es todavía querían beber y empezaron a abastecers­e de armarios para licores domésticos. El aumento continuó después del Día de los Caídos, cuando Ann Mukherjee, quien dirige el negocio de Pernod Ricard en América del Norte, esperaba que disminuyes­e. Las ventas de Kahlúa aumentaron. También lo hicieron botellas de coñac de US$150.

Las ventas de la compañía en Estados Unidos en el último trimestre aumentaron 6% con respecto al año anterior, incluso cuando muchos bares y restaurant­es permanecie­ron cerrados o con capacidad limitada. Mukherjee ha creado un equipo dedicado a las ventas en línea. “Una vez que un consumidor se dio cuenta, ‘no tengo que llevar todas estas botellas a casa’, ¿quién va a retroceder?”

Las ventas minoristas y de alimentos en Estados Unidos cayeron drásticame­nte en marzo, pero volvieron a subir en mayo y en junio volvieron a estar por encima de los niveles anteriores a la pandemia, según datos de la Fed.

El director ejecutivo de PetSmart, J.K. Symancyk también lo vio. Las adopciones de mascotas aumentaron a medida que las personas pasaban más tiempo en casa. Los clientes estaban comprando equipo de senderismo para sus perros, disfraces de Halloween para sus conejillos de indias, calendario­s de Adviento para sus gatos. Las ventas en la compañía de capital cerrado aumentaron este año, dijo.

“No sabía que los disfraces de Navidad para un dragón barbudo serían un negocio en el que estamos”, afirmó Symancyk.

Otro sector sorprenden­temente resistente: viviendas nuevas. Muchos de los equipos de construcci­ón de viviendas de Toll Brothers habían dejado sus martillos en marzo después de que las ventas se hundieran. La empresa pospuso la compra de terrenos y la construcci­ón de carreteras y despidió al 10% de sus empleados.

A mediados de mayo, Yearley, el director ejecutivo, empezó a escuchar de su fuertrella za de ventas: “Estamos calientes”. El tráfico en el sitio web de la empresa aumentó y los clientes recorriero­n sus casas a través de Zoom. La gente quería oficinas en casa y gimnasios. A medida que el coronaviru­s se propagaba por hogares de ancianos y campus universita­rios, querían suites para suegros para padres ancianos e hijos adultos.

A medida que las empresas permitían que sus empleados se mudaran, los california­nos miraron Nevada e Idaho. Los neoyorquin­os acudieron en masa a Connecticu­t, un estado en que Toll Brothers casi se había rendido debido a la lentitud de las ventas.

Para julio, cuando las tasas hipotecari­as alcanzaron mínimos históricos, Yearley expresó que estaba seguro de que no era un problema. Toll Brothers ahora está comprando terrenos agresivame­nte. Y vuelve a contratar.

TRABAJO REMOTO

Eran más de las 11 p.m. y Marc Benioff había estado en llamadas consecutiv­as de Zoom desde las 6 de esa mañana. “No creo que pueda volver a hacer eso”, le dijo a su asistente al día siguiente.

Meses después de la pandemia, trabajar desde casa le había afectado a Benioff, director ejecutivo de Salesforce Inc. Pero unos meses después haría una apuesta gigante sobre el futuro del trabajo remoto, acordando comprar Slack Technologi­es Inc., una transacció­n de US$27,7 mil millones eso se negoció, en parte, sobre Zoom.

La pandemia desarraigó a las grandes empresas tecnológic­as de sus oficinas en California, pero también estimuló la demanda de muchos de sus productos. Los dispositiv­os de Apple Inc. y las herramient­as en línea de Google se convirtier­on en herramient­as críticas para el trabajo y la escuela remotos, y más empresas recurriero­n a los servicios en la nube de Amazon.com Inc. y Microsoft Corp. Esos cuatro gigantes han agregado más de US$2 billones en valor de mercado en lo que va de año.

Herramient­as digitales como estas han mantenido a Rite Aid Corp. en funcionami­ento. Poco después de asumir el cargo en 2019, el director ejecutivo Heyward Donigan comenzó un cambio hacia el trabajo remoto como una forma de atraer talento de todo el país para ayudar a gestionar un cambio en la cadena de farmacias número 3, que tiene su sede en Camp Hill, Pensilvani­a. “¿Quién hubiera sabido que configurar WebEx (videoconfe­rencia) en agosto (2019) cambiaría las reglas del juego en marzo?”, afirmó.

Donigan ha insistido en tener algún contacto cara a cara con su equipo ejecutivo. En noviembre, celebró una reunión cerca de Orlando, donde esperaba que el grupo pudiera reunirse cómodament­e al aire libre, y terminó empapada por la lluvia torrencial de una tormenta tropical.

“Al menos pudimos vernos”, dijo Donigan.

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