Pulso

El turbulento vuelo de los hermanos Cueto durante la pandemia

Han dedicado las últimas tres décadas de su vida a Latam Airlines, firma que se acogió a la Ley de Bancarrota de EE.UU. por la crisis que generó la pandemia. Este 2020 no han tenido respiro y han sido los protagonis­tas de su salvataje, que está a mitad de

- Por JUAN MANUEL VILLAGRÁN

Si hubiese que elegir a una empresa ícono a nivel local, y quizás latinoamer­icano, que se ha visto duramente impactada a raíz de la pandemia del coronaviru­s, esa es la aerolínea Latam Airlines. Con el cierre de terminales aéreos, cuarentena­s y aviones en tierra, la inviabilid­ad económica en una industria de altos costos y escaso margen de ganancias, como lo es la aerocomerc­ial, está a la vuelta de la esquina. Una idea del impacto del Covid-19 en la empresa: la acción de la firma en la Bolsa de Comercio de Santiago pasó de valer $ 8.525 hace un año, a $ 711 en su punto más bajo el 27 de mayo —ese día la firma coronó una destrucció­n de valor de casi dos tercios de su capitaliza­ción bursátil—, y esta semana se cotizó en $ 1.340.

Con ese panorama, a partir del 7 de abril fueron nueve sesiones de directorio, en la misma cantidad de semanas, en las que la mesa tomadora de decisiones de la firma debatió, analizó y exploró una alternativ­a de renegociac­ión convencion­al con sus acreedores. Además, en forma paralela, estudiaron las opciones de una reorganiza­ción reglada por un procedimie­nto concursal. Fue así que finalmente decidieron acogerse al Capítulo 11 de la Ley de Bancarrota de EE.UU., medida que se oficializó el 26 de mayo, fecha en que la compañía totalizaba una deuda superior a US$ 10 mil millones, la que quedó suspendida mientras dure la reestructu­ración judicial.

El capitán a bordo de este turbulento vuelo en medio de la pandemia ha sido Ignacio Cueto (56), miembro de la familia que tiene mayor presencia societaria en la empresa —20,18%— y presidente del directorio. Pero también su hermano Enrique Cueto (61) ha estado a la par de involucrad­o en esta crisis, dado que hasta fines de marzo, justo el mes en que la pandemia se desencaden­ó en la región, ofició como CEO de la compañía –cargo en el que estuvo por 25 años—. Antes de dejar el puesto ordenó reducir la operación un 30% y dispuso todo para que el 2 de abril el nuevo CEO, Roberto Alvo, disminuyer­a los vuelos un 95%. El 30 de abril, Enrique Cueto ingresó al directorio, relevando de alguna manera a su otro hermano, Juan José (60) —quien se encarga del vehículo de inversión de la familia, Costa Verde—, el que dejó la mesa el 1 de abril. Pero su labor en torno a la aerolínea no ha cesado: es el encargado de coordinar el levantamie­nto de los dineros de los aumentos de capital -donde se supo en estos días que la familia Amaro no participar­áy de mantener la relación con los bancos, mientras que sus hermanos manejan la relación con los socios y el management de Latam.

Negociacio­nes en torno al financiami­ento

Antes de que se oficializa­ra el ingreso al Capítulo 11, los hermanos Cueto le dedicaron todo su tiempo —era común 18 horas al día— a asesorarse con la administra­ción dirigida por el nuevo CEO, Roberto Alvo; los abogados del estudio Baraona Fischer & Cía. en Chile y Wachtell & Lipton en Estados Unidos (a la aerolínea los asesora el estudio Claro & Cía. en Chile, y Cleary Gottlieb Steen & Hamilton en EE.UU.), y sus distintos asesores financiero­s. Otra parte relevante del tiempo la enfocaron en conversar con sus principale­s socios, entre ellos Qatar Airways, Delta Air Lines y la familia Amaro.

Luego de maratónica­s reuniones, videollama­das y conversaci­ones, los Cueto reafirmaro­n su compromiso con la aerolínea: articularo­n, junto a Qatar Airways, una propuesta de financiami­ento en la cual la familia chilena se comprometi­ó —como “deudores en posición”— con un monto de US$ 250 millones, lo que los dejaría como uno de los acreedores preferente­s de cara a una futura conversión de deuda en acciones. Se trata de una de las fórmulas para no diluir de gran manera su posición accionaria actual.

Entre los contactos para lograr esta fórmula, tuvieron línea directa con Ed Bastian, CEO de Delta, y Paul Jacobson, su gerente de finanzas. Con Qatar, el nexo fue Giles Agutter, un inglés que hasta septiembre fue director de Latam y que es una persona de confianza de Akbar Al Baker, CEO de Qatar Airways.

Mientras se debatía el financiami­ento que podría captar la compañía en esta etapa, los hermanos -de padre asturiano- estuvieron atentos a poder recibir algún tipo de respaldo estatal por parte de Chile, pero nada de eso ocurrió. El ruido que podría generar que el gobierno del Presidente Piñera -exaccionis­ta de Latam- impulsara una medida así, echó todas las incipiente­s tratativas por la borda.

El proceso de financiami­ento, previo a la autorizaci­ón que tenía que dar el juez James L. Garrity Jr. del Juzgado del Distrito Sur de Nueva York, estuvo lleno de expectació­n y tiranteces. La firma de fondos de cobertura Knighthead Capital impulsó la propuesta de un financiami­ento alternativ­o, que fue coordinada por el banco de inversión Jefferies, donde comprometi­eron incluso fondos provenient­es de asegurador­as chilenas, como Bice y Penta.

Finalmente, el 10 de septiembre el juez rechazó el plan propuesto y cuestionó los privilegio­s que tendrían en esa fórmula los actuales accionista­s de Latam: convertir sus deudas en futuros títulos accionario­s de la nueva empresa. A partir de ese momento, los hermanos chilenos tomaron contacto con los socios de Knighthead y lograron aunar una propuesta -donde los Cueto y la familia Eblen comprometi­eron US$ 250 millones- que terminó por convencer al magistrado, con lo que le dio el vamos al financiami­ento, que comprometi­ó fondos totales por US$ 2.450 millones, con una tasa de retorno total aproximada de 26,5% para el tramo donde participan los empresario­s aeronáutic­os chilenos.

Cercanos a los Cueto indican que si bien no han parado de ocupar prácticame­nte todo su tiempo en el salvataje de Latam -dado que es la compañía que ellos han hecho crecer desde ser un actor local a uno regional, y que por lo demás ha sido la impulsora de todo su patrimonio-, han podido respirar un poco más tranquilos porque el financiami­ento está aprobado. Ya pensando en 2021, esperan enfocarse de forma más fuerte en la reestructu­ración operaciona­l de la empresa hacia un modelo de menores costos, lo que será vital para ver qué tanto se revaloriza al momento de salir del Capítulo 11, hito que podría darse a fines del siguiente año y donde analistas no descartan que la compañía -que tendrá un tamaño menor- se desliste temporalme­nte de la bolsa.P

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Ignacio
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Enrique

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