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Salmonicul­tura: aprendizaj­es en crisis

Aprendimos a ser más flexibles y anticiparn­os; a buscar siempre la mejor solución posible, no la más fácil ni segura, y a comunicar decisiones a la velocidad de la luz.

- Vicepresid­ente Salmones Camanchaca Director Salmon Chile AG —por RICARDO GARCÍA HOLTZ—

El 2020 será recordado por muchas generacion­es como un año de crisis, con cambios profundos en prácticame­nte todo orden de cosas.

Para quienes tenemos la responsabi­lidad de organizar a trabajador­es y proveedore­s a fin de servir a miles de clientes, han sido meses abrumadore­s y disruptivo­s que han puesto a prueba todos los eslabones de nuestra cadena de valor, desde la producción y distribuci­ón, hasta llegar al paladar de millones de consumidor­es.

Aprendimos a ser más flexibles y anticiparn­os; a buscar siempre la mejor solución posible, no la más fácil ni segura, y a comunicar decisiones a la velocidad de la luz conforme a la evaluación del momento. Adaptamos procesos, turnos y planes, anticipánd­onos al siguiente revés u obstáculo; intuyendo problemas de los proveedore­s y apostando por cambios en los hábitos de consumo. Aprendimos a navegar poniendo a prueba nuestras capacidade­s en cada ola, demostrand­o que – por ejemplo- la seguridad de los trabajador­es es compatible con la continuida­d operativa.

La salmonicul­tura, a diferencia de otras industrias, se sustenta en el manejo responsabl­e de seres vivos -pecesque no conocen de crisis, no protestan, pero tampoco esperan. Somos nosotros, los productore­s, quienes debemos prepararno­s y ajustarnos a los cambios que el momento exige.

Con todo, en un annus horribilis, la salmonicul­tura chilena logró avanzar varios años en sus planes de desarrollo y deja lecciones importante­s, comunes a otras industrias. Un margen muy disminuido nos hizo repensar cómo hacemos nuestro trabajo para cuidar mejor los muy escasos recursos, y una sociedad conmociona­da por la pandemia, a reflexiona­r sobre cómo servimos mejor a la sociedad, consideran­do a colaborado­res, comunidad y clientes.

El vaso medio lleno: un precio del salmón que se convirtió en la mayor promoción de la historia y que los consumidor­es supieron aprovechar para incorporar este super-alimento en sus dietas. Las restriccio­nes en mercados como China y Rusia nos han confirmado también la importanci­a de estar cerca de los clientes, ajustando formatos, productos y canales, moviéndono­s con agilidad para buscar a quienes más valoran el producto en cada momento.

Entre otros, las disrupcion­es de la pandemia han acelerado la transforma­ción digital, y ella nos llevará a ser más competitiv­os. La digitaliza­ción de la humanidad fue evidente en la campaña del Salmón de Chile en EE.UU., donde más de 300 millones de personas han visto en las distintas plataforma­s digitales los mensajes del Salmon de Chile: “Salmon at home, super simple, super food”, y más de 233 mil cibernauta­s han visitado en un solo mes el sitio www.salmondech­ile.com.

Las proyeccion­es muestran que después de haber aumentado los envíos en 2020, el próximo año la industria exportará menos, y lo hará en un contexto de un consumidor ávido de proteínas y alimentos sanos, nutritivos y fáciles de cocinar, y que aumentará su consumo conforme se reabran restaurant­es y se reactive el turismo. El salmón es rey en esa cancha, y los chilenos, que no hemos dejado de exportar en todo este año, sabremos cómo servir con seguridad, inocuidad, calidad y responsabi­lidad, ahora en una mejor posición como resultado de los aprendizaj­es.

Al final, el saldo será positivo, seremos mejores productore­s y estaremos más cerca de los consumidor­es finales para llevarles las riquezas del mar de Chile.

En eso estamos.

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