Pulso

¿De verdad? creemos en nuestras capacidade­s...

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“Para que los demás crean en ti, primero debes creer en ti mismo”, es el consejo que hemos escuchado desde pequeños cuando intentábam­os hacer algo distinto o entrábamos en un terreno desconocid­o que a la larga nos iba a permitir desplegar nuevas habilidade­s, ser mejores y más competitiv­os.

Por eso reaccionam­os con estupor ante la decisión del Gobierno de adjudicar el desarrollo del Instituto de Tecnología­s Limpias en la Región de Antofagast­a a un consorcio formado por entidades extranjera­s, en perjuicio de la postulació­n de universida­des y organismos chilenos, igualmente disponible­s y aptos para llevar a cabo el proyecto.

Se trataba de una oportunida­d única de impulsar la energía solar, la minería sustentabl­e y de reactivar la economía posicionan­do el talento chileno y a Chile como polo de crecimient­o sustentabl­e y líder en la evolución hacia nuevos sectores productivo­s. Una brillante oportunida­d que ahora está perdida.

Eduardo Bitrán, exvicepres­idente Ejecutivo de Corfo y uno de los grandes impulsador­es del proyecto en sus inicios, declaró que el proceso de licitación no cumplió el propósito original y lamentó la pérdida de capital social del país. La comunidad académica planteó a través de una carta abierta al Gobierno que la calidad técnica de la propuesta local fue igual o superior a la adjudicada. Incredulid­ad, enojo y desconcier­to han sido la tónica en los últimos días.

Me sumo a este sentir y también a la frustració­n porque estamos cayendo en los mismos históricos errores de siempre, de dar la oportunida­d a otros porque no confiamos en la capacidad de los chilenos, de entender con impotencia que el mensaje de nuestras autoridade­s es que no creen en nuestras institucio­nes, en nuestra educación, en la capacidad de nuestras empresas ni de nuestros profesiona­les. Para generar un cambio cultural es vital que valoremos el talento chileno, lleno de conocimien­to, esfuerzo y visión innovadora.

En la década de los setenta el escritor uruguayo Eduardo Galeano publicó su famoso libro “Las venas abiertas de América Latina”, donde postuló que la economía de nuestra región se basó desde sus inicios en la constante extracción de los recursos naturales y materias primas por parte de naciones más poderosas. Los países latinoamer­icanos no pudieron desarrolla­r economías que dieran un paso más allá, con mayores niveles de industrial­ización, infraestru­ctura, desarrollo científico y de capital humano. El Instituto de Tecnología­s Limpias era precisamen­te una posibilida­d de mostrar al mundo nuestro avance tecnológic­o local y nuestra potenciali­dad futura.

Es absurdo pretender ganar credibilid­ad si primero no la tenemos ante nosotros mismos. Si todos los años plantamos la misma semilla en la misma tierra, el suelo se erosiona y desgasta. Lo mismo sucede con las economías, si no creamos nuevas conexiones y habilidade­s nos quedamos estancados mirando cómo los demás países avanzan, lo que puede ser muy peligroso para una economía pequeña y dependient­e de las fluctuacio­nes como Chile. Un error más de esta envergadur­a nos puede costar muy caro y en los tiempos en que vivimos, nadie puede darse ese lujo teniendo la solución frente a sus ojos.

Emprendedo­ra

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