Pulso

Vacunados de súbito

- —por JUAN IGNACIO EYZAGUIRRE—

“Gradualmen­te, luego, de súbito”, respondió uno de los personajes de Ernest Hemingway cuando le preguntaro­n cómo había caído en bancarrota. Algunas voces argumentan que el término de esta pandemia podría ser similar.

Si bien a pocos meses del notable anuncio de la vacuna BioNTech/Pfizer y cuando comenzaban las inoculacio­nes, vimos cómo las fronteras volvían a cerrarse y las tasas de contagio y muerte superaban las de la primera ola, hay argumentos que proponen que la vuelta a la normalidad será gradual y de pronto, súbita.

Para entender esta lógica debemos deconstrui­r el problema y sus dinámicas. Primero, los efectos de las vacunas no son inmediatos. En general, requieren dos dosis, separadas por tres semanas y, una vez administra­das, el sistema inmune demora un tiempo en responder. Así es como recién hace pocos días Zulema Riquelme, primera vacunada del país, cuenta con toda su protección.

Segundo, si bien varios países - notablemen­te Chile- han logrado implementa­r una rápida campaña de vacunación, aún quedan varios meses -años para algunospar­a cubrir al 80% de su población, cifra que algunos científico­s creen que podría producir inmunidad de rebaño. Sin embargo, la protección de grupos vulnerable­s tendría un gran impacto en las secuelas del virus, pues el 75% de los muertos por Covid son mayores de 65 años y muchos del 25% restante tienen factores de riesgo, como hipertensi­ón, diabetes o enfermedad­es cardiovasc­ulares. Este segmento más vulnerable a desarrolla­r Covid severo va desde el 20% de la población en lugares como Europa, 15% en Estados Unidos, cerca del 10% en Chile o China y apenas el 6% en India o el 3% en Kenia. Una vez vacunados, la gravedad del virus se reduciría drásticame­nte.

Tercero, el tiempo entre exposición al virus y la muerte por Covid es aproximada­mente de mes y medio. En promedio, sus síntomas aparecen tras 4-5 días de incubación, a lo que siguen diez días hasta la hospitaliz­ación de cuidados intensivos. Una vez hospitaliz­ados, los períodos varían mucho, pero en promedio aquellos dados de alta salen después de un par de semanas; entre los que no lo logran, la muerte llega en un poco más de un mes.

Cuarto, es probable que las restriccio­nes se levanten en la medida que la población vulnerable se encuentre protegida, aumentando los contagios y la inmunidad entre aquellos menos susceptibl­es a los efectos graves del Covid, acercándon­os más aún a la inmunidad de rebaño.

Quinto, producto de la presión en la carrera de los países por asegurarse dosis y resolver los problemas logísticos para su ejecución, hemos visto cómo la simpleza y cordura han vencido entuertos regulatori­os o controles absurdos. Benjamin Netanyahu en Israel ya ha inoculado casi al 70% de la población, logro notable quizás explicado por su motivación para asegurarse la complicada reelección presidenci­al que enfrentará en marzo 2021. Una oportunida­d de la que Trump segurament­e se tiene que estar lamentando, pues Estados Unidos lidera la carrera global con 50 millones de dosis administra­das.

Si Estados Unidos e Inglaterra -con el 15% y el 20% de vacunados- continúan mejorando su tasa diaria de vacunación, probableme­nte su población vulnerable recibirá dos dosis antes de fin de mes, por lo que debiésemos esperar un desplome en la tasa de mortalidad en abril. Notablemen­te Chile, a pesar de haber partido más tarde, se ha elevado entre los mejores países en el avance de la vacuna y cerca del 5% ya cuenta con una dosis. Contamos además con la ventaja que nuestra la proporción de personas vulnerable­s es la mitad o un tercio de la de Europa o Estados Unidos, por lo que pronto también podríamos ver caer radicalmen­te los números de fallecidos.

Pero no todo es color rosa. También se han levantado alarmas por la menor efectivida­d que podrían tener las vacunas sobre las variantes del virus, especialme­nte la detectada en Sudáfrica, además de las alertas sobre peligrosas dinámicas darwiniana­s en el periodo de transición durante el cual nuevas mutaciones más peligrosas tendrían el potencial de propagarse rápidament­e.

Esta ansiedad y la perentoria recuperaci­ón económica global elevan las presiones en la carrera por librarse del virus. Las diferencia­s entre ganadores y perdedores hasta ahora han pasado por recursos y capacidad de ejecución: Canadá e Inglaterra cuentan con más de tres veces las vacunas necesarias para cubrir a su población, mientras otros en África o Sudamérica ni saben cuándo recibirán las suyas. El problema principal de una batalla asimétrica del virus es que el riesgo de mutaciones peligrosas en zonas desprotegi­das puede arriesgar nuevas olas de contagio.

En el intertanto, podría ser que pasemos rápidament­e a una normalidad parcial en donde nuevas olas de vacunacion­es y temores resurjan cada cierto tiempo.

Por ahora, debemos esperar que la clase política global obre un milagro similar al de los científico­s que crearon la vacuna y logren un acuerdo para una erradicaci­ón global del virus.

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