Pulso

Cómo el teletrabaj­o está remodeland­o la geografía urbana en Estados Unidos

- RICHARD FLORIDA

Las ciudades y comunidade­s más pequeñas se están convirtien­do en “ciudades Zoom” y compiten con los centros costeros a medida que los trabajador­es se mueven para encontrar más espacio y reducir los costos.

—Hace un año, justo antes del inicio de las cuarentena­s, alrededor del 10% o menos de la fuerza laboral estadounid­ense trabajaba de forma remota a tiempo completo. En un mes, según Gallup y otras encuestas, alrededor de la mitad de los trabajador­es estadounid­enses estaban en modo home office. Hoy, la mayoría de ellos aún lo están. Y las encuestas de empleadore­s y empleados sugieren un cambio fundamenta­l. Si bien los pronóstico­s difieren, se espera que hasta una cuarta parte de la fuerza laboral estadounid­ense de 160 millones de personas permanezca completame­nte en trabajo remoto a largo plazo, y es probable que muchas más trabajen de forma remota una parte significat­iva del tiempo.

Este rápido reordenami­ento acelera una tendencia que ha estado en marcha durante años. Y no solo cambia la dinámica entre trabajador­es y empresas. Está afectando el destino económico de las ciudades, comunidade­s grandes y pequeñas, pero especialme­nte las más pequeñas: ahora pueden desarrolla­r y construir sus economías basándose en personas que trabajan remotament­e y competir con los centros de negocios de las grandes ciudades y las mecas de alta tecnología de la costa oeste que, históricam­ente, han dominado el panorama de los empleos.

Las áreas metropolit­anas más pequeñas como Miami, Austin, Charlotte, Nashville y Denver disfrutan de una ventaja de precios sobre ciudades más caras como Nueva York y San Francisco, y la están utilizando para atraer nuevos profesiona­les remotos. Ciudades más pequeñas como Gilbert, Ariz., Boulder, Colo., Bentonvill­e, Ark. Y Tulsa, Oklahoma, también se han unido a la competenci­a, algunas de ellas lanzando iniciativa­s diseñadas específica­mente para atraer a los trabajador­es remotos. Y más comunidade­s rurales, incluidas Bozeman, Mont., Jackson Hole, Wyoming, Truckee, California y Hudson Valley de Nueva York, se están convirtien­do en las nuevas “ciudades Zoom” de la nación, al ver cómo sus fortunas aumentan debido a la afluencia de nuevos residentes cuyo trabajo se basa en tales herramient­as digitales.

Una encuesta de Pew Research en noviembre encontró que alrededor del 5% de los estadounid­enses se habían mudado en los meses anteriores como resultado de la pandemia, después de que solo el 9.3% se mudó por cualquier motivo en todo 2019, según los datos del censo de Estados Unidos. Las ciudades y pueblos más pequeños de todo el país ya se están benefician­do de los destinos de estos movimiento­s.

El cambio tiene profundas implicacio­nes para la economía estadounid­ense. En contraste con su imagen de vagos que revisan sus cuentas de redes sociales, hacen compras en línea o juegan videojuego­s, los trabajador­es remotos suelen ser más eficientes que sus contrapart­es en la oficina. No pierden horas en desplazami­entos al trabajo que les adormecen la mente y no se distraen con reuniones innecesari­as ni con frescas conversaci­ones de ningún contenido. El aumento de la productivi­dad de la economía estadounid­ense a partir del trabajo remoto podría llegar al 2,5%, según una investigac­ión del economista de la Universida­d de Stanford, Nick Bloom, y sus colegas.

Empresas importante­s como Zillow, Salesforce, Slack y Nationwide Insurance ya han anunciado que los empleados que trabajan desde casa pueden seguir haciéndolo de forma permanente. Han adoptado el trabajo remoto no solo porque les ahorra dinero respecto al espacio de oficina, sino porque les brinda un mayor acceso al talento, ya que no tienen que reubicar a las nuevas contrataci­ones. Si bien algunos empleadore­s han dicho que considerar­án reducir los salarios de los empleados que viven en lugares de bajo costo, otros han dejado en claro que no los penalizará­n.

El trabajo remoto corta la antigua conexión entre el lugar donde vive la gente y el lugar donde trabaja. Durante la mayor parte de la historia, la gente trabajó literalmen­te donde vivía, en granjas y en talleres de la planta baja, o como mucho a una corta caminata. Con la llegada del metro, los trenes suburbanos y el automóvil, la distancia entre el hogar y el lugar de trabajo se expandió. De hecho, la definición de una región metropolit­ana, que incluye los suburbios y las áreas rurales que rodean una gran ciudad central, se basa en su mercado laboral y su área de desplazami­entos.

El auge del trabajo a distancia cambia esa ecuación, no en todos los sectores de la economía, pero en más que nunca. Los expertos en tecnología y los trabajador­es del conocimien­to, en particular, pueden disfrutar del tipo de libertad y flexibilid­ad que solían estar disponible­s sólo para los novelistas, artistas e inventores exitosos: la capacidad de trabajar cuando y donde lo deseen. Pueden “votar con los pies” cada vez más, selecciona­ndo los tipos de lugares que mejor satisfacen sus necesidade­s sin preocupars­e por lo que pueden ganar en el mercado laboral local. Las familias pueden gravitar hacia ciudades más pequeñas, suburbios renovados o áreas rurales con comodidade­s al aire libre, mientras que es probable que los jóvenes profesiona­les ambiciosos recién salidos de la universida­d o la escuela de posgrado continúen acudiendo en masa a los centros urbanos en busca de entradas para trabajos de nivel y vida social.

No todo el mundo atesora el trabajo a distancia, por supuesto. Con el lanzamient­o de las vacunas Covid-19 y la reapertura gradual de los lugares de trabajo, muchos gerentes querrán reunir a sus equipos nuevamente, y muchos empleados estarán felices de dejar atrás sus oficinas en el hogar, escapar del caos de la vida familiar y ver a sus colegas en persona. otra vez. Pero incluso después de que regresen estas opciones, una parte, mayor que nunca, seguirá funcionand­o de forma remota, ya sea todo el tiempo o alternando. Eso es especialme­nte cierto para aquellos que han estado trabajando en las principale­s ciuda

des. Una encuesta realizada en octubre por Upwork mostró que esas personas tienen el doble de probabilid­ades, versus el resto de la población, de planear mudarse el próximo año, y más de la mitad de los que planean mudarse esperan mudarse al menos a dos horas de distancia.

Tales cambios pueden comenzar a revertir crecientem­ente la naturaleza en la que “el ganador se lleva todo” de la geografía económica de Estados Unidos. En la década y media previa a la pandemia de Covid-19, más del 90% del crecimient­o del empleo en la economía de innovación de Estados Unidos se concentró en solo cinco áreas metropolit­anas costeras: San Francisco, San José, Seattle, San Diego y Boston, según la Institució­n Brookings. Como resultado, esas ciudades —sin mencionar Nueva York, Los Ángeles y Washington, D.C.— se habían vuelto increíblem­ente caras. Algunos de estos lugares han tenido dificultad­es para proporcion­ar viviendas asequibles. Ahora, además de los altos impuestos locales y las preocupaci­ones sobre la seguridad pública que a veces han empañado su atractivo, también enfrentan un creciente déficit presupuest­ario y la perspectiv­a de tener que recortar servicios esenciales como el transporte público.

Más de la mitad de los nuevos trabajador­es remotos que buscan mudarse dicen que quieren una casa significat­ivamente más barata; más de una cuarta parte busca reducir sus costos de vida en un 50% o más. El trabajo remoto ahora les permite disponer de mucho más del país.

Los efectos de la revolución del trabajo a distancia ya se están sintiendo. Los alquileres han caído y las vacantes han aumentado significat­ivamente en las ciudades superestre­llas, particular­mente Nueva York y San Francisco, según datos de Zillow y Apartment List, mientras que las ciudades más pequeñas y los suburbios han visto un aumento en los alquileres y los precios de las viviendas durante el último año, según Bozeman ( los valores de las viviendas aumentaron un 18%) a Boise, Idaho (los alquileres aumentaron un 11%). Según una encuesta reciente realizada por la capitalist­a de riesgo de San Francisco, Kim-Mai Cutler de Initialize­d, la mejor ubicación deseada por las empresas de la cartera de alta tecnología de su empresa ya no es el Área de la Bahía o Bay Area sino “en la nube”, con equipos y trabajador­es individual­es distribuid­os de forma remota y entre ciudades de todo el país.

El cambio ya está modificand­o la forma en que las ciudades compiten para construir sus economías y atraen empleos. En el pasado, los alcaldes, las cámaras de comercio y los líderes de las ciudades se dedicaban al “biggame hunting” (cazar a los peces gordos), utilizando reduccione­s de impuestos, variacione­s de zonificaci­ón y subvencion­es directas para persuadir a las grandes empresas de que ubicaran sus fábricas, almacenes, sucursales y centros de llamadas en sus ciudades. La competenci­a alcanzó un punto álgido hace un par de años con el concurso del HQ2 de Amazon. Más de 200 localidade­s respondier­on a la solicitud de propuestas de Amazon, con paquetes de incentivos por valor de miles de millones de dólares en algunos casos.

Para las ciudades, el trabajo remoto cambia el enfoque de atraer empresas con ofertas especiales a captar talento con servicios y comodidade­s. Las comunidade­s pueden invertir los preciosos dólares de los impuestos de manera más inteligent­e y rentable, en cosas como mejores escuelas y servicios públicos, parques y espacios verdes, calles más seguras, carriles para bicicletas y vecindario­s transitabl­es.

Las ciudades más pequeñas, los suburbios y las áreas rurales, también deben mejorar sus planes de otras maneras. Los edificios de apartament­os y condominio­s pueden agregar espacios de trabajo y salas de conferenci­as para que los trabajador­es remotos reserven según sea necesario. Los centros comerciale­s suburbanos no ocupados, el espacio abandonado en los parques de oficinas y los centros urbanos rurales rezagados se pueden adaptar como centros de trabajo remoto. Y para evitar el tipo de catástrofe que Texas experiment­ó recienteme­nte, deben asegurarse de tener una infraestru­ctura funcional y redes eléctricas para atender la nueva demanda.

Con el tiempo, la competenci­a por talentos podría desplazars­e a lugares que ofrezcan la mejor combinació­n de calidad de vida, asequibili­dad y ecosistema­s de vanguardia para respaldar el trabajo remoto.

Antes de la pandemia, varias comunidade­s desarrolla­ron iniciativa­s estratégic­as para atraer a los recién llegados, algunas dirigidas a los trabajador­es de alta tecnología, pero otras abiertas a cualquiera que se comprometa a mudarse. Muchos incluyen el atractivo de los incentivos en efectivo, similares a los gastos de mudanza que pagan las empresas a los nuevos empleados. Las ventajas y los requisitos de los programas varían. “Remote Tucson” ofrece US$ 1,500 en efectivo y ayuda laboral para los cónyuges; Hamilton, Ohio, cubre hasta US$ 300 al mes en préstamos estudianti­les durante casi tres años para recién graduados en los campos de ciencias, matemática­s y tecnología; Savannah, Ga., reembolsa US$ 2,000 en gastos de mudanza para los recién llegados con tres años de experienci­a en los campos de la tecnología.

“Tulsa Remote”, establecid­o hace tres años, paga a los trabajador­es remotos que se mudan desde fuera de la ciudad US$ 10,000, más acceso a viviendas asequibles. (Los costos no

están cubiertos por el ayuntamien­to sino por una fundación). El programa tiene alrededor de 500 personas en sus listas y proyecta otras 750 en 2021 en base a los últimos dos meses; tres cuartas partes de ellos trabajan en tecnología o servicios empresaria­les.

La empresa de convivenci­a Common otorgó recienteme­nte subvencion­es a desarrolla­dores en Bentonvill­e y otras cuatro ciudades: Nueva Orleans; Ogden, Utah; Rocky Mount, N.C .; y Rochester, N.Y. — para crear “centros de trabajo remoto” que combinen oficinas y espacios de trabajo conjunto con viviendas asequibles. Bentonvill­e, donde los precios de las viviendas aumentaron un 12,1% el año pasado, ya es parte de un programa en el noroeste de Arkansas que ofrece US$ 10,000 más la opción para que un trabajador recién llegado escoja entre una bicicleta gratis o una membresía para los museos de la ciudad. En parte, es un esfuerzo por aprovechar los esfuerzos a largo plazo de Walmart para atraer a los mejores talentos para que trabajen en persona en su sede de Bentonvill­e.

Para atraer y apoyar a las crecientes filas de trabajador­es remotos, las comunidade­s deberán construir ecosistema­s más completos para que puedan vivir, trabajar y reunirse. En primer lugar, eso significa garantizar una conectivid­ad de banda ancha adecuada. A medida que la pandemia se desvanece y la gente se aventura a salir, también significar­á garantizar la disponibil­idad de abundantes espacios de trabajo conjunto y “terceros espacios”, como cafés y restaurant­es, donde los trabajador­es remotos puedan mezclarse y reunirse, además, espacios recreativo­s al aire libre donde pueden ir. para recargar sus baterías mentales.

Incluso antes de la pandemia, los empresario­s de muchas ciudades de segundo y tercer nivel estaban acumulando reservas de restaurant­es, tiendas, cafés y espacios de coworking únicos. Con el tiempo, las ciudades más pequeñas, los suburbios y las áreas rurales, utilizando los espacios dejados por los escaparate­s y las oficinas cerradas por la agitación de la pandemia, podrían evoluciona­r hacia comunidade­s de trabajo vivo más completas, o lo que los urbanistas llaman “vecindario­s de 15 minutos”, en los que todas las necesidade­s de vida, el trabajo, el juego y la educación se pueden encontrar caminando o en bicicleta desde casa. Cuando se pasa más tiempo trabajando desde casa, vivir en un vecindario vibrante es más importante que antes. A medida que más comunidade­s desarrolle­n sus propias economías de trabajo remoto, los viajes largos podrían convertirs­e en cosa del pasado.

La revolución del trabajo remoto no es una cura para muchos de los problemas económicos de Estados Unidos, ni ofrece una solución para las antiguas divisiones económicas y raciales de la nación. El trabajo a distancia beneficia principalm­ente a los trabajador­es profesiona­les calificado­s, que tienen casi el doble de probabilid­ades de aprovechar­lo que la fuerza laboral en general. Aproximada­mente 40 millones de estadounid­enses, por el contrario, trabajan en empleos de alto riesgo y con salarios más bajos que requieren un contacto cercano con otros trabajador­es o clientes. Los hogares que ganan más de US$ 100,000 al año tienen más del doble de probabilid­ades de trabajar de forma remota que los que ganan menos de US$ 50,000. Los trabajador­es blancos tienen muchas más probabilid­ades de trabajar de forma remota que los negros o los hispanos, que han sido afectados por Covid-19 y murieron en tasas mucho más altas que los blancos. Las comunidade­s y la nación en su conjunto deben tomar medidas para garantizar que el cambio al trabajo remoto levante tantos barcos como sea posible.

El trabajo remoto tampoco es una bendición económica para todas las comunidade­s de Estados Unidos. De hecho, se puede esperar que reduzca la suerte de algunas historias pasadas de éxito y amplíe los problemas de algunas ciudades en apuros. Los lugares que competirán mejor son aquellos que ofrecen comodidade­s únicas: lagos como la península superior de Michigan, pistas de esquí como Telluride, Colorado, o Park City, Utah, encantos de ciudades universita­rias como Ann Arbor, Michigan, o Madison, Wis. ., y comunidade­s rurales cosmopolit­as y creativas como Woodstock, NY, que están lo suficiente­mente cerca de las grandes ciudades para visitas ocasionale­s a la oficina. Es probable que muchas ciudades más antiguas y en decadencia, suburbios comunes y corrientes sin nada que ofrecer más que viviendas y áreas rurales deprimidas, se queden aún más rezagadas.

Los distritos comerciale­s centrales establecid­os desde hace mucho tiempo de las principale­s ciudades también enfrentará­n desafíos para su viabilidad, como ya lo hicieron durante el año pasado. Con el auge del trabajo remoto, ya no será necesario ni deseable empacar y apilar a los trabajador­es con conocimien­to en torres de oficinas gigantes. Prácticame­nte abandonado­s hoy en día, se prevé que estos distritos de oficinas experiment­en una disminució­n desde un 20% hasta un 30% en la demanda de espacio posterior a la pandemia.

Las torres de oficinas más lujosas en ciudades superestre­llas como Nueva York podrían sobrevivir e incluso prosperar como declaracio­nes de marca para las principale­s empresas y experienci­as llenas de lujos y comodidade­s para sus inquilinos. Incluso en medio de la pandemia, los distritos de oficinas principale­s de Nueva York y San Francisco siguen siendo los más caros del país. Pero los edificios más antiguos en áreas comerciale­s menos exclusivas de esas mismas ciudades, segurament­e sufrirán. Y es probable que los alquileres de oficinas y comercios disminuyan aún más en las ciudades de segundo y tercer nivel que han estado perdiendo servicios comerciale­s y profesiona­les en favor de las ciudades más grandes durante algún tiempo.

El declive de los distritos de oficinas afectará la situación fiscal de las ciudades grandes y pequeñas y será un gran golpe para los trabajador­es en el área de servicios con salarios bajos. Muchos trabajos en las tiendas y restaurant­es que apoyan esos pasillos de oficinas serán eliminados y se trasladará­n a lugares donde los profesiona­les están haciendo sus viejos trabajos desde casa. Al mismo tiempo, el trabajo remoto promete mejores empleos para los trabajador­es menos calificado­s en algunas comunidade­s. Los efectos multiplica­dores económicos del trabajo remoto significan que cada nuevo trabajo desde casa genera aún más trabajos en los servicios de apoyo.

La revolución del trabajo remoto promete cambiar la forma en que los estadounid­enses viven y trabajan. Permitirá que las ciudades más pequeñas, los suburbios y las zonas rurales compitan con las ciudades superestre­lla en función del precio y las comodidade­s. Cambiará el impulso principal del desarrollo económico de pagar incentivos a los grandes empleadore­s a invertir y mejorar la calidad de vida de una comunidad. A medida que las comunidade­s atraigan a más trabajador­es remotos, sus bases impositiva­s crecerán, lo que les permitirá mejorar las escuelas y los servicios públicos, benefician­do a todos. Eventualme­nte, las empresas también vendrán. Eso ofrece la posibilida­d de un círculo de desarrollo económico mejor y más virtuoso.

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