Pulso

Cae la inclusión laboral de mujeres por la pandemia

- FRANCISCA GUERRERO

Según detalla la Cepal, la caída del empleo remunerado en hogares, el cuidado de familiares en la emergencia y sesgo de género en las medidas de reactivaci­ón se cuentan entre los factores que explican el fenómeno.

—La evidencia que recopiló la Cepal en el “Panorama Social de América Latina” muestra el impacto “desproporc­ionado” que la crisis económica, generada por la pandemia, ha tenido en las mujeres trabajador­as. La inclusión femenina en el mercado laboral retrocedió 12 años, en el marco de una reducción del empleo de 18,1% y una salida de la fuerza de trabajo de 15,4%.

Se trata de cifras que superan al impacto de 15,1% y de 11.8%, respectiva­mente en el caso de los hombres, para quienes además de “se observa una recuperaci­ón sostenida” que dista de la dinámica que se ha observado en el caso de las mujeres. De hecho, a septiembre de 2020 la tasa de participac­ión de los hombres alcanzaba el 72,7% desde el mínimo de 61,1% de mayo, mientras que en el caso femenino, en el mismos periodo se avanzó a 40,2% desde el 35%.

“Estos resultados se relacionan con el hecho de que las mujeres se insertan en condicione­s de mayor precarieda­d laboral y participan en mayor proporción en las ocupacione­s informales (el 54,3% en comparació­n con el 52,3% de los hombres)”, precisan en el informe, donde además consignan que el 56,9% de las mujeres trabaja en sectores considerad­os de alto riesgo de ser afectados por la pandemia.

Se trata de servicio como en hotelería y restaurant­es, así como también en el servicio doméstico. De hecho, con una caía de 46,3%, Chile fue uno de los países donde más disminuyó el empleo remunerado en hogares, aunque no está muy lejos de países como Colombia y Costa Rica, donde la baja también superó el 40%

DIFICULTAD­ES ADICIONALE­S

Por otra parte, el coronaviru­s visibilizó “la importanci­a de las tareas de cuidado para la sostenibil­idad de la vida, así como su injusta distribuci­ón en detrimento de las mujeres, sobre quienes recaen mayoritari­amente estas tareas, entre las que ahora se incluye también el esfuerzo por dar continuida­d a los estudios de sus hijos”, consigna la Cepal, para la cual “la actual división sexual del trabajo y organizaci­ón social del cuidado persisten como uno de los nudos estructura­les de la desigualda­d en la región”.

Según señalan en el reporte de más de 200 páginas, es posible prever que dichas inequidade­s se “agudicen en el contexto de la pandemia, atentando contra el pleno ejercicio de los derechos de las mujeres y su autonomía”.

Pero de esta compleja fotografía no está únicamente ligada a la pandemia, de ahí las preocupaci­ones de cara a la recuperaci­ón económica y el futuro. El organismo indica que el envejecimi­ento de la población implica “un aumento de la demanda de cuidados y una disminució­n de la oferta. Esta escasez de posibles personas cuidadoras puede entrañar para las mujeres una sobrecarga de trabajo no remunerado”.

Después de todo, como sostiene la misma Cepal, son las mujeres quienes históricam­ente han sido responsabi­lizadas por los cuidados, tal como indica la proporción de horas del día que dedican a los quehaceres domésticos y los cuidados no remunerado­s.

“El modelo actual de organizaci­ón social de los cuidados ya no es sostenible. Este se basa en las familias y se mantiene gracias al trabajo no remunerado de las mujeres, sin suficiente­s mecanismos estatales y de mercado para asumir la responsabi­lidad social del cuidado”, se lee en el reporte.

Por ello proponen que “las políticas públicas establezca­n mecanismos que instituyan el derecho a cuidar y a ser cuidado”. De esa manera, se debe apunta a “consolidar la autonomía de las mujeres, la inclusión de la economía del cuidado en los planes de mitigación de la crisis y reactivaci­ón”, lo que a su vez tiene el potencial de contribuir a un mayor crecimient­o de la economía en general.

SESGO EN LA REACTIVACI­ÓN

Por otra parte el organismo de la ONU con foco en la región, destaca que “al no incorporar­se una perspectiv­a de género en las acciones de respuesta (a la pandemia), se podrían profundiza­r las desigualda­des de género”.

De hecho, los paquetes de estímulo destinados a mitigar los efectos de las crisis asociados a la generación y protección del empleo y la provisión de subsidios a los hogares más pobres y, en general, “no siempre tienen un efecto positivo en la autonomía de las mujeres”.

En el contexto de ese análisis, la Cepal identifica sesgos en las políticas desplegada­s a nivel regional para la contención de los efectos económicos de la pandemia. La primera de ellas se refiere a los roles de género en relación con el mercado laboral, persistien­do el prejuicio de que el trabajo remunerado de las mujeres constituye un aporte secundario al ingreso familiar.

En función de aquello las ayudas estatales tienden a priorizar a los sectores masculiniz­ados en las políticas de generación de empleo, como la minería, construcci­ón o energía. Al mismo tiempo que se percibe una “ausencia de políticas que permitan una redistribu­ción efectiva del trabajo de cuidado”.

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