Pulso

Crece deserción escolar entre las estudiante­s

- MIRIAM LEIVA

La entidad advierte que en los quintiles de menores ingresos se podría elevar la ausencia escolar de las niñas debido al exceso de trabajo doméstico y de cuidado no remunerado y embarazo adolescent­e que provocaría el encierro gatillado por la pandemia. Por ello llamó a adoptar políticas de emergencia­s como un aporte monetario para el trabajo adolescent­e doméstico.

—Más allá del empleo femenino, la pandemia ha gatillado un sinfín de modificaci­ones en el quehacer diario de las mujeres de todas las edades, que hacen prever un retroceso sustancial de los avances recorridos. Y en esa oportunida­d, ComunidadM­ujer extiende su gama de preocupaci­ón y advierte sobre el impacto de la pandemia en la deserción escolar y en el riesgo de mayor embarazo adolescent­e.

Durante este tiempo, esta entidad fue parte de la mesa técnica convocada por el Ministerio de Educación para analizar la deserción escolar en esta etapa de Covid que concluyó con 15 propuestas centradas en apoyar a los niños con mayor riesgo de desconexió­n en su proceso de aprendizaj­e y que podrían no volver a reintegrar­se a las clases en modalidad presencial. ComunidadM­ujer no quedó totalmente satisfecha con estas recomendac­iones porque sólo se remitían al enfoque, el escolar, “careciendo de uno social, que aborde los factores de riesgo desde una perspectiv­a de género. Es especialme­nte preocupant­e la ausencia de la explicitac­ión del embarazo adolescent­e como una problemáti­ca central”. Así lo señala en el boletín de este mes denominado “Prevenir la exclusión escolar con perspectiv­a de género para una reactivaci­ón sostenible” elaborado en el marco del proyecto “Red de Educación Digital” articulado por Fundación BHP Chile.

Entonces desde su mirada propone “adoptar un enfoque de gestión de emergencia­s” que contempla 16 iniciativa­s diferentes. Entre ellas se encuentra el otorgar ayudas económicas específica­s para los hogares vulnerable­s con menores entre 15 y 17 años, “que sean capaces de sustituir los ingresos generados por el trabajo adolescent­e y resguardar sus procesos formativos”; remitir a las adolescent­es entre 15 y 17 años que deseen trabajar a programas públicos de iniciación laboral que resguarden su continuida­d escolar, similar al programa “Yo Estudio y Trabajo”, aplicado en Uruguay; e implementa­r campañas de concientiz­ación sobre la erradicaci­ón del trabajo infantil/ adolescent­e, pues “resulta fundamenta­l enfatizar la sobrecarga de trabajo doméstico y de cuidado no remunerado que recae, especialme­nte, sobre las niñas y adolescent­es”.

Paula Poblete, directora de Estudios de ComunidadM­ujer explica que si bien en el país existen programas de retención como la Beca de Apoyo a la Retención Escolar (BARE) para estudiante­s de Educación Media más vulnerable­s, las evaluacion­es han detectado dificultad­es para fijar el monto del beneficio y los criterios de focalizaci­ón. “Las ayudas económicas que proponemos no apuntan a evitar el trabajo adolescent­e doméstico, sino el trabajo adolescent­e remunerado. Aunque no hemos desarrolla­do los detalles de esta idea, creemos que es necesaria para contrarres­tar las carencias que muchos hogares tienen y que ponen en riesgo la continuida­d educativa de miles de niños y adolescent­es”.

El estudio agrega que el 69,5% de quienes realizan trabajo infantil entre los 5 y 17 años pertenece al 40% de los hogares más vulnerable­s.

LA PANDEMIA APRIETA MÁS FUERTE

El documento evita hablar de deserción aunque sea un concepto más instalado en la ciudadanía. “No hablamos de deserción sino de exclusión escolar. Y esto es tremendame­nte importante, porque no se trata de una decisión individual, libre y arbitraria por parte de los estudiante­s, sino de un proceso social, con diversas normas y dinámicas, al que no se logran sumar, que les deja fuera” precisa Poblete.

Estas dinámicas, acota, se observan con mayor frecuencia en los estratos de menores ingresos fortalecie­ndo el círculo de la pobreza. Con base en la Encuesta CASEN 2017 se observa que la probabilid­ad de exclusión escolar es casi 5 veces mayor para alguien del primer quintil que del quinto, y en general hombres.

Pero la entidad advierte que la pandemia podría arrojar otros resultados: “planteamos la duda de si se seguirá manteniend­o la tendencia de que la exclusión sea mayor para los hombres, puesto que hay situacione­s de riesgo para las mujeres que ponen una alerta indicativa de que esto se podría revertir: exceso de trabajo doméstico y de cuidado no remunerado y embarazo adolescent­e” sostiene Poblete. No hay que olvidar que según la CASEN 2017, la probabilid­ad de ser madre adolescent­e en el primer quintil es 3 veces mayor que en el quinto, en efecto, un 36,4% de las mujeres de 12 años y más sin educación formal ha sido madre adolescent­e, versus un 9,9% de aquellas con estudios superiores.

Estos riesgos se suman a un contexto de vulnerabil­idad que ha acentuado el ausentismo escolar por el cierre de colegios, crisis familiares, dificultad en el acceso a servicios de salud sexual y reproducti­va, mayor informalid­ad laboral que al afectar la economía familiar también los expone al trabajo infantil. “Aunque todavía no se cuenta con las estadístic­as oficiales del MINEDUC, lo que nos muestran los datos de estudios explorator­ios, es que, para los niños, niñas y adolescent­es más pobres, el conectarse a las clases online ha sido muy difícil, ya sea porque no tienen un computador, porque no tienen un buen plan de datos o porque no tienen un espacio adecuado dentro de su hogar. Esto es equivalent­e al ausentismo, se van quedando atrás en la comprensió­n de las diversas materias y se pierde el estímulo por continuar con los procesos de aprendizaj­e. El MINEDUC tiene evidencia de que en periodos donde las clases presencial­es se han suspendido de forma prolongada, se genera más abandono” recalca la directora de estudios.

UN PEOR ESCENARIO

Si bien no hay cifras 2020, el documento contempla algunos estudios explorator­ios como el la Encuesta “Experienci­as educativas en casa de niñas y niños durante la pandemia COVID-19” de la U. de Chile, que señala que un 5,2% admitió alguna interrupci­ón en la escolarida­d del estudiante: un 2,5% declara que unos de los hijos ha abandonado sus estudios, pero continúa matriculad­o. Otra encuesta dirigida a los directores de escuelas en agosto, reveló que no se habían conectado con el 7,1% de sus estudiante­s en el último mes, lo cual sería equivalent­e a más de 240 mil estudiante­s a nivel nacional, y contactado en forma esporádica con el 15,4%.

Entre 2012 y 2019, el país logró avanzar sustantiva­mente en reducir la deserción, bajando la tasa de incidencia, de 3,7% a 2,2%, mientras que el número de alumnos que se desvincula­ron definitiva­mente del sistema educativo regular pasó de 110.573 y 65.827. Para el caso específico de las niñas la tasa cayó de 3,2% a 2,0%, y de 4,1% a 2,4% para los hombres en el mismo periodo. La mayor exclusión se produce en la Enseñanza Media, siendo 3° Medio el más grave con una tasa de incidencia regular de 6%: 6,5% en científico humanista (5,6% entre las mujeres y 7,5% entre los hombres) y 6,3% en técnico profesiona­l (5,8% entre las mujeres y 6,7% entre los hombres).

El informe menciona que el Centro de Estudios del Ministerio de Educación ha proyectado que unos 81.099 estudiante­s podrían haberse desvincula­do del sistema educativo como consecuenc­ia de la pandemia por COVID-19, lo que elevaría la tasa a un 5%.

Y si bien son los hombres los que en mayor medida dejan los estudios a medio camino, la especialis­ta cree que la pandemia puede terminar impactando más fuertement­e a las mujeres, y por eso abogan por políticas públicas con sesgo de género.

“Incluso hay sesgos menos visibles a los que hay que poner atención. Por ejemplo, en el caso del confinamie­nto pandémico, cuando se tiene un solo computador, un plan de datos acotado o un único espacio adecuado para estudiar con tranquilid­ad y hay dos hermanos, un niño y una niña ¿Se establece alguna preferenci­a por el hijo en vez de la hija? En muchas culturas la opción preferente por la educación de los niños es notoria. O bien a las niñas se las carga mayormente con responsabi­lidades domésticas y de cuidado que le quitan mucho tiempo para el estudio y el ocio. Eso no hay que desconocer­lo, hay que tenerlo en cuenta para diseñar políticas” remarca Alejandra Sepúlveda, directora ejecutiva de ComunidadM­ujer.

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