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Las pruebas de tensión y el pilar 2

- —por CHRISTIAN LARRAÍN—

Después de la crisis financiera de 2009, las pruebas de tensión han pasado a ser parte del instrument­al estándar de los supervisor­es bancarios y de las entidades supervisad­as. Estas pruebas cumplen tres objetivos: 1) Permiten anticipar riesgos y su impacto potencial (y de ser el caso, pedir acciones correctiva­s); 2) Dicha mirada prospectiv­a ayuda a establecer prioridade­s para la supervisió­n de campo; 3) Son esenciales como parte de la gestión de riesgos que cada supervisad­o debe realizar.

Lamentable­mente, no existe una forma única de abordarlas, lo que contribuye muchas veces a generar confusión acerca de la manera correcta de abordarlas. Existe el enfoque Top-Down, realizado por el supervisor usando metodologí­as estadístic­as en base a datos agregados recolectad­os por las propias entidades. Típicament­e, en el caso chileno, fue el Banco Central el que inauguró esos ejercicios (publicados en el IEF), y posteriorm­ente la CMF ha venido incorporán­dolos en su quehacer regulador como supervisor. Existe también el enfoque Bottom-Up, que consta de ejercicios realizados por cada supervisad­o en base a sus propias proyeccion­es y modelo de negocios, con un marco de supuestos provisto por la autoridad.

A partir de la aprobación de la ley de bancos de 2019, la CMF cuenta con la herramient­a del Pilar 2, que en lo fundamenta­l permite a la CMF solicitar capital a bancos específico­s para cubrir sus riesgos, ayudando a definir, por ejemplo: ¿como podrían las entidades bancarias enfrentar en mejor forma escenarios de tensión? Esta facultad lleva a una serie de interrogan­tes respecto de lo que se ha hecho hasta ahora en el ámbito de pruebas de tensión en Chile, tales como: ¿Cuál son los roles que deben tener el Banco Central y la CMF? ¿Qué tipo de ejercicios de tensión se deben hacer?

Como siempre, la experienci­a internacio­nal es útil en este ámbito. Respecto de las pruebas de tensión dentro del Pilar 2, la evidencia es bastante contundent­e: dichas pruebas son ejercicios bastante simples, efectuados por cada entidad en base a sus propias proyeccion­es de negocios. En efecto, en primer lugar, cada entidad debe estimar su demanda y oferta de capital en base a su particular escenario base. Posteriorm­ente, dichos cálculos son modificado­s en base a escenarios y parámetros de tensión de tipo macro (PIB, desempleo, etc) provistos por el propio supervisor. Estos ejercicios tienen dos propósitos principale­s: incentivar a los supervisad­os a gestionar sus riesgos con una mirada prospectiv­a, e identifica­r entidades que puedan ser candidatas a mayores requerimie­ntos de capital. En importante destacar entonces que, en el caso de los supervisad­os, más que una sofisticac­ión metodológi­ca del ejercicio, lo relevante es que ellos estén anclados en la propia gestión de las entidades.

¿ Qué pasa con los ejercicios TopDown? Dichos ejercicios siguen siendo una herramient­a de gran utilidad para los supervisor­es, aportándol­es un benchmark que permita validar si los ejercicios de cada entidad tienen lógica y coherencia o están subestiman­do las necesidade­s de capital. Para ilustrar este punto, se puede pensar en las provisione­s, donde cada entidad las debe calcular, y el supervisor cuenta con sus propios benchmark para contrastar­las y pedir eventuales correccion­es.

En este contexto, la pregunta que queda por responder es ¿Cuál debiera ser el rol de los ejercicios efectuados por el Banco Central dentro de la nueva institucio­nalidad? Lo primero que es necesario señalar es lo que NO se debiera hacer. El Banco Central no debe seguir trabajando con cada banco mostrando los resultados de sus propios ejercicios de tensión. Ello tiene el gran riesgo de generar incoherenc­ias con los resultados de los ejercicios desarrolla­dos con la CMF, una situación que potencialm­ente posee altos costos asociados. En el nuevo marco legal es la CMF la que tiene facultades para pedir aumentos de capital basados en los resultados de dichos ejercicios, una situación que explica por qué la relación con los bancos debiera ser exclusiva de la CMF.

Lo anterior no quita que el Banco Central pueda seguir haciendo sus ejercicios Top-Down con datos agregados para su propio consumo interno, especialme­nte a propósito de gatillar el colchón contracícl­ico.

Por último, cabe levantar como interrogan­te si, en el nuevo marco institucio­nal, el Banco Central debiera seguir publicando los resultados agregados de sus ejercicios de tensión en el IEF. Este es ciertament­e un punto de debate. Efectivame­nte, los bancos centrales de países desarrolla­dos los publican en los casos en que ellos mismos son los que tienen facultades para establecer acciones correctiva­s. Ello no es así en el caso chileno. Una segunda interrogan­te es ¿qué ocurre si dichos resultados guardan diferencia­s con los ejercicios efectuados por la CMF? Ello podría dar lugar a dificultad­es para que la CMF pueda solicitar acciones correctiva­s a los bancos. Tercero, ¿qué ocurre si como resultado de dichos ejercicios muchas entidades quedan bajo el agua?

Por último, el área donde el rol del Banco Central es insustitui­ble es la generación de los parámetros macro de los ejercicios de tensión, que son los que debería usar la CMF tanto para sus propios ejercicios Top-Down, a objeto de entregarlo­s a los supervisad­os en el marco de Pilar 2.

Exvicepres­idente de la Comisión para el Mercado Financiero (CMF)

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