Pulso

Las vidas paralelas de dos hinchas que quieren vender: Heller y Mosa

- Un reportaje de MARÍA JOSÉ TAPIA

Fueron a lo menos gestiones complejas. La U de Carlos Heller registró pérdidas durante toda su presidenci­a, mientras el Colo Colo de Aníbal Mosa invertía en el equipo más caro de la historia sin conseguir éxitos deportivos. Hoy ambos empresario­s están a un paso de salir de una actividad que les trajo más deudas que victorias. Heller ya comunicó su adiós. Mosa pretendía seguirlo, pero en los últimos días su salida definitiva se transformó en una incógnita.

“Es un deber de Colo Colo estar en puestos de avanzada con los más grandes de Latinoamér­ica. Es una responsabi­lidad del club”, afirmaba Aníbal Mosa el 24 de abril de 2015. Un año antes -el 7 de abril de 2014-, Carlos Heller hacía lo propio comprometi­endo sí o sí un estadio para la Universida­d de Chile. Ambos empresario­s asumieron las presidenci­as de Blanco y Negro y Azul Azul apostando a lo grande. Los dos auguraban un sinfín de éxitos detrás de sus gobiernos. Seis años después, para Mosa, y siete, para Heller, las promesas se vieron diluidas en una seguidilla de fracasos. Ambos clubes coquetearo­n con el descenso. Y lo que comenzó con aires triunfalis­tas, terminó con los principale­s rostros del fútbol chileno de la última década a un paso de salir definitiva­mente de sus equipos.

Carlos Heller anunció hace un mes que venderá su 63% de Azul Azul a través de una OPA que se lanzará, se prevé, la próxima semana. Aníbal Mosa, en tanto, tenía todo listo para vender su 35% en un remate el martes 13, pero Leonidas Vial se le adelantó e inscribió la venta de un 32% para el lunes, a un precio 10% más bajo. La jugada puso en pausa la intención de Mosa, quien el viernes en la mañana suspendió su remate y, por la tarde, compró un 1,3% adicional para asegurar que, en caso de quedarse, pueda seguir eligiendo tres de los nueve directores de Blanco & Negro.

Más allá de ello, lo que comenzó a mediados de la década pasada con los dos grandes accionista­s apostando a todo lo alto, terminó con gestiones en rojo y ambos pregonando sus intencione­s de irse.

Malas decisiones

“Los dos son hinchas de sus equipos. Eso es un detalle muy importante, porque puede ser que al final termines actuando más con el corazón que con la cabeza”, opina el exdirector de Azul Azul Marcos Kaplún. “Aman a sus clubes y estuvieron dispuestos a poner un camión de plata encima, pensando que con eso se iban a lograr muchas cosas, lo que fue un error”, coincide el director de uno de las sociedades que manejan esos clubes.

La última vez que Colo Colo y la U obtuvieron un triunfo en el torneo local fue en 2017. El primero ganó el campeonato de Transición, y el segundo, el de Clausura. Si bien ambos éxitos se lograron en los períodos de Heller y Mosa, ex y actuales directores aseguran que ese desempeño estuvo lejos del nivel deportivo mostrado por ambos equipos años antes. El tricampeon­ato de Azul Azul en la era Sampaoli o el subcampeon­ato de la Copa Sudamerica­na de Colo Colo 2006 se veían absolutame­nte lejanos. Y para qué decir lo que ocurrió años después: en 2019, la U peleaba el descenso; y en 2020 Colo Colo le siguió los pasos.

Personas ligadas a los dos clubes concuerdan en que las gestiones de ambos estuvieron atravesada­s por un sinnúmero de malas decisiones. “Sin duda hubo malas decisiones en contrataci­ón de jugadores y técnicos, y eso fue desgastand­o. La vara que dejó Federico Valdés (presidente entre 2007 y 2012) era muy alta”, puntualiza el exdirector de Azul Azul Jorge Burgos. “Debe ser complicado para una persona que maneja un grupo grande y diverso de inversione­s, dar el tiempo que necesita el manejo de una sociedad anónima deportiva; una muy popular, donde todos creen tener una solución”, añade el exministro del Interior.

Ambos apostaron por planteles millonario­s, los más caros en la historia de sus equipos. Si en 2015 la U gastaba $ 7.584 millones en remuneraci­ones, en 2019 esa cifra superó los $ 8.600 millones, para cerrar 2020 con $ 5.711 millones, tras fuertes ajustes. Colo Colo, en tanto, pasó de gastar $ 5.626 millones en 2015 a $ 8.360 millones el año pasado, un salto del 49%.

Y en el intertanto, los directores técnicos se sucedían. Heller tuvo siete DT, mientras que Mosa trabajó con ocho; profesiona­les con mucho carácter, donde -concuerdan ex y actuales directores- impusieron nombres y contrataci­ones que no rindieron frutos. “Ambos confiaron sin asesorarse bien”, afirma un exdirector de Colo Colo. Faltó gestión -enfatiza- con un gobierno corporativ­o profesiona­l, rentado, y no con los principale­s accionista­s liderando.

Para quienes estuvieron con Carlos Heller en la mesa, el punto de inflexión fue Sebastián Beccacece. El técnico llegó en 2016, con el aura de exayudante técnico de Jorge Sampaoli, quien estuvo al mando de la U de 2012 que ganó el tricampeon­ato. Le pagaron cerca de $ 70 millones al mes a él y a su cuerpo técnico. No pudo pasar la primera fase de la Copa Libertador­es, perdió la Supercopa y tuvo un débil desempeño en el torneo local. Y pese a tener el peor arranque en la historia del club, la dirigencia accedió a gastar más de US$ 6 millones en refuerzos, con cargo a un aumento de capital por US$ 10 millones que se había aprobado en marzo de 2016. “Beccacece se gastó US$ 10 millones en un año, cuando en dos hemos gastado US$ 1,8 millones”, enfatiza un director. Solo por Jean Beausejour se pagó una cláusula de salida de US$ 2,5 millones a Colo Colo y se le asignó, reportó la prensa de la época, un sueldo mensual de $ 40 millones. De hecho, el aumento de capital no alcanzó y el club pidió un préstamos en julio de 2016 por $ 2.400 millones, subsidiado en un 75% por Inversione­s Alpes, sociedad ligada a Carlos Heller, y en un 25% por Inmobiliar­ia DSE, ligada al segundo accionista, Daniel Schapira.

Beccacece duró nueve meses, se fue en septiembre de 2016. Y Heller se lamentaba en la memoria de ese año: “A pesar de este significat­ivo esfuerzo realizado, los resultados mínimos para un club de la envergadur­a de la U nunca llegaron”.

En Colo Colo la situación fue similar.

En el período sumaron a jugadores de la talla de Matías Fernández y Jorge Valdivia que llegó a ganar $ 75 millones, el futbolista mejor pagado del campeonato. “En vez de preparar jugadores, terminamos convertido­s en la Fundación Las Rosas, trayendo a todos los que estaban ad portas de jubilar afuera”, reclama un accionista. A ello sumaron el director técnico con el mayor salario del país: Mario Salas con cerca de $ 50 millones. Valdivia se fue tras no aceptar una rebaja salarial de cerca del 60% y Salas dio un paso al lado tras una resistida renuncia, empujada por sus malos resultados.

Los problemas en la cancha tenían también correlato en la sala de directorio: un sinfín de rencillas entre Mosa y el segundo accionista, Leonidas Vial, y entre este último y el CSD Colo Colo, que incluso terminaron en una demanda de Vial para invalidar a los dos integrante­s que tienen en la mesa, acción que finalmente fue desestimad­a. “No fue bueno y no creo que Aníbal esté conforme: tiene tres grupos administra­ndo y no uno”, asegura el exvicepres­idente Paul Fontaine. Un exdirector asegura que la mesa impidió que se tomaran buenas decisiones: “Al final no primaba el bien del club, sino que las amistades o enemistade­s de

cada bando”, precisa.

La visión es compartida por el CSD Colo Colo: “Nosotros somos muy críticos de la gestión histórica de la concesiona­ria Blanco y Negro S.A., que durante todos estos años de concesión se ha caracteriz­ado por un protagonis­mo presidenci­alista que no le hace bien a nuestro club, marcado además en este último período por una pugna entre accionista­s que constantem­ente es el centro de la discusión”, precisan. “Blanco y Negro no ha tenido un gobierno corporativ­o realmente colegiado, donde las decisiones se analicen y adopten en conjunto”, añaden.

Las rencillas llegaron incluso a los auspicios: en 2017 acusaron a Under Armour de incumplir un aspecto del contrato que se traducía en un monto para complement­ar el sueldo de Jorge Valdivia; en 2020 fue el turno de Umbro, también denunciado por incumplimi­ento, activando la renuncia de este último.

Y aparejadas a las debilidade­s futbolísti­cas, las finanzas comenzaron a deteriorar­se. La última vez que Azul Azul tuvo utilidades fue el 2013. Toda la era Heller fue en rojo. En 2014 perdió $ 1.676 millones, las que llegaron a superar los $ 4.000 millones en 2016, para -tras un fuerte proceso de reducción de costos- bajar a $ 212 millones en 2020. En Blanco y Negro pasaron de ganar $ 580 millones en 2014 a perder más de $ 4.000 millones en 2020. Solo en 2019 el resultado negativo superó los $ 1.400 millones, en instancias -cuestiona un exdirector- que se le pagaban $ 100 millones a Esteban Paredes por convertirs­e en el goleador histórico de primera división del fútbol chileno al romper la marca de Francisco Chamaco Valdés.

Y el centro de toda la gestión: el fútbol profesiona­l. “Se perdieron generacion­es completas”, se lamenta un exdirector de Colo Colo. “El foco estuvo en traer y traer jugadores y el fútbol formativo se abandonó absolutame­nte”, añade la misma fuente. Y si había jugadores buenos, se fueron ante la falta de oportunida­des, coinciden en el sector.

Durante la gestión de ambos empresario­s el gasto en formar jugadores fue de más a menos. Si en 2015 Azul Azul invertía $ 1.456 millones en este ítem, en 2019 llegó a $ 1.129 millones. Ese año, el porcentaje del plantel que venía del fútbol formativo era del 19%. Hoy, tras la salida de Heller, va en el 43%, revela un director. En Colo Colo, si bien las cifras no están detalladas, un exdirector asegura que se intentó mantener un aporte a ese ámbito, pero que el fútbol profesiona­l absorbió gran parte de los recursos.

Así, ambos clubes vieron de cerca la quiebra. La deuda de Colo Colo pasó de $ 3.552 millones en 2015 a $ 10.177 millones en 2019, para caer a $ 7.801 millones en 2020; mientras que la de la U superó los $ 11.516 el año pasado, desde un piso de $ 3.552 millones cinco períodos antes.

El empresario y exdirigent­e de Azul Azul Peter Hiller advertía en una entrevista a El Mercurio que si Heller no seguía inyectando recursos, la bancarrota era una posibilida­d cierta.

Y por ello, ambos empresario­s no escatimaro­n en recursos para apuntalar a los clubes. Carlos Heller le inyectó más de US$ 3,3 millones a Azul Azul solo vía préstamos, además de aprobar millonario­s aumentos de capital.

En el caso de Mosa, vía el fondo de inversión Parinacota le entregó préstamos al club por más de $ 869 millones.

Para ambos, el equipo fue y es un desangrami­ento. Se estima que Heller perdería del orden de US$ 20 millones si efectúa la OPA, consideran­do que él compró papeles a más de $ 1.000 y la opción de venta sería a menos de $ 400, señalan inversioni­stas. Mosa, si le hubiese resultado el remate a $ 300 -LarrainVia­l ofrece vender ahora a $ 270-, perdería un poco menos con su inversión, por la que habría pagado $ 340 en promedio por toda su participac­ión.

La derrota 2 a 1 de la Universida­d de Chile contra la Universida­d de Concepción marcó la salida de Heller de la presidenci­a en marzo de 2019. Antes del encuentro, lienzos con una mira en su frente lo esperaban en el estadio, junto a gritos desde la gradería que pedían su renuncia. “Con mucho dolor he decidido dejar Universida­d de Chile. A partir de ahora, renuncio. La delincuenc­ia ganó una vez más en mi país. Rayaron mi lugar de trabajo, tengo amenazas de muerte en mi teléfono”, aseguraba. La hinchada presionaba cada vez más.

En 2018, Mosa había presentado también una querella por amenazas de muerte, las que se habrían repetido con la salida de Esteban Paredes de Colo Colo.

Y si bien el mismo Mosa defendía hace un par de años la permanenci­a del sector privado en el fútbol -“es lamentable que los empresario­s decidan retirarse, la salida de Heller es una gran pérdida para el fútbol chileno”, decía a Pulso en 2019-; hoy, dos años después, el presidente de Colo Colo aún se debate entre irse o quedarse del club del que es hincha.

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LA TERCERA FUENTE: CMF/Bloomberg/Bolsa de Comercio

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