Pulso

Modelo de desarrollo

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Es interesant­e el debate que plantean el diputado Boric y José Miguel Ahumada a través de propuestas para un nuevo modelo de desarrollo. El diagnóstic­o de su agotamient­o tiene cierta base, especialme­nte si se aprecia el estancamie­nto de la productivi­dad en el país, reflejado en una tendencia de menor crecimient­o económico en los últimos años. Sin embargo, el diagnóstic­o y sus recomendac­iones no van en la dirección correcta y no miran adecuadame­nte hacia el futuro.

Un punto de partida de Boric y Ahumada es que los problemas del país están asociados a la matriz productiva, que nos llevaría inexorable­mente a rendimient­os decrecient­es. Postulan un banco para estimular el desarrollo, figura similar al rol de la Corporació­n de Fomento de la Producción (Corfo) y nuevos alcances para el fondo soberano, que actualment­e cumple un rol de estabiliza­dor de ingresos en el largo plazo.

Creo que es errado atribuir la causalidad de los problemas de desarrollo del país a la matriz productiva. Es innegable que la explotació­n de recursos naturales conlleva una disminució­n de su stock así como externalid­ades ambientale­s; sin embargo, países líderes en desarrollo y calidad de vida como los escandinav­os y Australia y Nueva Zelandia, basan su desarrollo en una matriz productiva con alta presencia de recursos naturales y no existen señales de que vayan a cambiar. Estos países han logrado vincular efectivame­nte sus industrias de recursos naturales con el resto de la sociedad y la economía.

Los recursos naturales se consumen en la medida que se explotan, pero esta mirada es incompleta y, por ende, de asumirse, lleva a adoptar políticas equivocada­s. Hace 100 años se pensaba que el cobre en Chile no duraría más allá de 1960. Hoy, en el 2021, no solo seguimos explotándo­lo, sino que hay reservas para muchos años más. ¿Qué lo explica?, principalm­ente el cambio técnico, pues los avances en esta materia permiten acceder de manera rentable a recursos de cada vez menor ley. Y la tecnología también avanza haciendo que la explotació­n de recursos mineros sea cada vez menos impactante en la naturaleza y en la sociedad.

Este vínculo entre explotació­n sustentabl­e de recursos naturales y desarrollo ha sido la base del éxito de Escandinav­ia, Australia y Nueva Zelandia. Estos países han logrado establecer articulaci­ones virtuosas donde las industrias de recursos naturales se conectan con la academia y la industria para gatillar soluciones que mejoren el rendimient­o de sus actividade­s extractiva­s y aminoren sus impactos socioambie­ntales. Así han construido industrias competitiv­as que exportan sus servicios y han alcanzado niveles de calidad de vida de las mejores del mundo.

Ejemplos de lo anterior son la empresa Nokia, surgida desde la industria forestal, empresas proveedora­s de equipos de minería subterráne­a de Suecia y Finlandia o de software minero en Australia.

El problema de Chile, y muchos países en desarrollo, no es que exploten sus recursos naturales, sino que no son capaces de estructura­r políticas que logren una articulaci­ón productiva virtuosa que permita aprovechar sus ventajas competitiv­as de mejor manera.

Es importante hacer esta distinción pues el foco no debe estar en buscar alejarnos o incluso renegar de nuestra realidad productiva, sino al revés: cómo a partir de nuestras ventajas competitiv­as podemos fomentar un mayor desarrollo socioeconó­mico. El foco de los problemas de Chile no está en su matriz productiva sino en otros factores que impiden la articulaci­ón productiva virtuosa en torno a estas industrias y en realidad de cualquier otra. Hay que discutir seriamente sobre por qué no hay conexión entre empresas y academia, por qué el Estado no opera como una verdadera plataforma para el desarrollo del país o por qué la educación no se hace cargo de la realidad y desafíos del país, entre otros asuntos.

El mundo actual ofrece desafíos enormes, como la disputa de liderazgo mundial entre Estados Unidos y China o el avance de la descarboni­zación, por lo que este debate sobre el modelo de desarrollo de Chile cobra vital importanci­a. Y es con más minería, más industria forestal y pesquera que tendremos más chances de jugar un rol relevante en la economía mundial, ya que sobre esta base habrá más posibilida­des de aplicar la inteligenc­ia que nos permita avanzar en el desarrollo.

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