Pulso

Los difíciles días de la seguridad social

- —por MARIANA ALCÉRRECA— Gerenta de Asuntos Corporativ­os y Riesgos de Mutual de Seguridad

En los convulsion­ados tiempos que corren, hablar de seguridad social o defender su funcionami­ento no es fácil. Mientras los retiros de fondos de pensiones nos muestran que las personas preferimos “atender necesidade­s hoy” que los ahorros para contingenc­ias; nosotros como Mutual de Seguridad estamos en una campaña para incentivar la cotización voluntaria como independie­ntes para quienes prestan servicios en plataforma­s digitales. Siento que estamos tratando de sembrar en el desierto, pero mantengo la convicción que todos los trabajador­es, independie­ntes de su condición contractua­l, tienen el derecho de recibir estos beneficios y servicios.

De acuerdo con la OIT, el acceso a la seguridad social es un derecho humano y considera el conjunto de leyes, políticas y medidas de protección social disponible para las personas que en las distintas etapas de su vida deban afrontar una contingenc­ia que les impida generar ingresos. Es decir, busca adelantars­e o prever el futuro.

Desde los estudios, el sistema de mutualidad­es es desconocid­o por la ciudadanía, lo que es razonable. Quienes lo conocen probableme­nte son trabajador­es o sus familias que han sufrido un accidente a causa o con ocasión de su trabajo y, por lo tanto, han hecho uso del seguro. Y tal como definimos en Mutual de Seguridad, nuestro principal foco estratégic­o es prevenir la ocurrencia de estas contingenc­ias. Buscamos que nos conozcan, pero sin “usar el seguro”; es decir, sin accidentar­se.

Por eso, en momentos que en la discusión pública está instalado, el cuestionam­iento al sistema de seguridad social es que decidimos focalizarn­os en la educación respecto del sistema de mutualidad­es; que, desde mi punto de vista, cumple con los principios centrales que internacio­nalmente se reconocen como la base de cualquier sistema de seguridad social.

En primer lugar, es un sistema de provisión mixta, en el que participa el Estado a través del ISL, pero en el que tenemos un espacio significat­ivo tres corporacio­nes de derecho privado, con una condición esencial: sin fines de lucro. Esto ha permitido invertir en centros de atención de salud a lo largo del país, siendo un aporte a la red de salud en varias localidade­s. Es un sistema universal, es decir, todos los trabajador­es tienen acceso al mismo servicio, independie­nte de su cargo, renta, tamaño de la empresa, actividad que realice, o cualquier condición y, además, es sin copago: cubre todas prestacion­es de salud y económicas que sean necesarias hasta la total recuperaci­ón de las capacidade­s del trabajador cubriendo los ingresos de los días de reposo o incapacida­d.

También es un seguro solidario, financiado 100% por los empleadore­s, donde empresas más grandes o con menos siniestros aportan al financiami­ento de las prestacion­es a aquellas más pequeñas o a trabajador­es independie­ntes donde la prima que pagan no alcanza a cubrir un accidente grave. Una última caracterís­tica, que ha tomado nueva relevancia, el sistema considera la participac­ión bipartita en los directorio­s: la mitad de los directores representa­n a las empresas adherentes y la mitad representa a los trabajador­es adheridos.

Pero sin duda, uno de los aportes que ha hecho el sistema de mutualidad­es al país, en conjunto con las empresas y trabajador­es, es la significat­iva reducción de la tasa de accidentab­ilidad laboral. Nuestra preocupaci­ón principal es lograr el cero daño en las personas, por lo que mantenemos campañas preventiva­s en los lugares de trabajo como campañas en las que masivament­e queremos aportar a la cultura de seguridad para Chile. Pero los siniestros laborales siguen existiendo, por lo que debemos reforzar el conocimien­to y educación respecto del uso del seguro de la Ley 16.744, que tenemos certeza, cumple con los principios que exige la seguridad social y la ciudadanía en el nuevo mundo del trabajo.

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