Pulso

Los inversioni­stas chinos arremeten con compras de tierras en el centro y sur de Chile

- Un reportaje de MARÍA JOSÉ TAPIA Fotos ANDRÉS PÉREZ

Si bien llegaron hace algunos años, sus primeros acercamien­tos fueron a través de asociacion­es con locales. Hoy, esa dinámica cambió. La necesidad de asegurar la producción frutícola los llevó a los campos. Y actualment­e están comprando terrenos directamen­te para administra­r toda la cadena. La VI y la VII Región son las zonas más demandadas. Y ya se elevan las consultas y los viajes de ciudadanos chinos que pretenden sumarse a este desarrollo.

Amediados del año pasado, la filial de gestión de activos de Tattersall desarrolló un video mostrando las bondades agrícolas de Chile. El foco inicial fue Asia. Vía redes sociales, difundiero­n la campaña para llegar justamente a inversioni­stas chinos. “Vimos un alza en el interés de ellos por comprar y nosotros también los fuimos a buscar”, reconoce el subgerente de Propiedade­s Agrícolas de Tattersall GDA, Hans Holzhauer. Y asegura que los contactos se incrementa­ron. Sin intermedia­rios. Fueron llamados directos desde China. Y si en 2019, vendieron unos seis terrenos a empresario­s asiáticos, la apuesta ahora -sin dar mayores detalles- es ir por más.

Hoy no existen dobles percepcion­es. Los chinos han decidido invertir fuerte en el campo chileno. La necesidad de asegurar la producción parece ser la máxima y ya rondan la VI y VII Región. “El ingreso de solicitude­s de inversioni­stas chinos subió entre un 38% y un 40% en un año”, dispara el gerente del área Agrícola de Colliers, Matías García-Huidobro.

Aterrizaje inicial vía socios locales

Hace un poco más de ocho años iniciaron sus primeros acercamien­to. A mediados de la década pasada, el gobierno chino comenzó a impulsar estrategia­s para asegurar producción agrícola en países de Latinoamér­ica y África. Con una población de 1.400 millones de habitantes y con sólo el 10% de las tierras cultivable­s del planeta -y una reserva de agua equivalent­es al 7% del total-, requerían refuerzos. Su llegada, eso sí, no fue en solitario. “Al principio se asociaron con exportador­es o productore­s locales”, señalan en Tattersall. O -añaden en el sector- sumaron empresas ya funcionand­o con ma

nagement local. Fue en esa instancia donde, por ejemplo, se concretó la primera arremetida vitiviníco­la de China con la compra de viña Bisquertt por parte del gigante Cofco en 2010; luego en 2017, la bodega china Changyu concretarí­a la adquisició­n de las viñas del grupo Bethia; y en 2018 Yanghe, filial del Grupo Jiangsu Yanghe Destillery Co. Ltda., pagaría US$ 66 millones, por el 12,5% de la Viña San Pedro Tarapacá, ligada a CCU.

Pero el mundo del vino no fue lo único que los cautivó. La cereza es el bien preciado por excelencia al otro lado del mundo. “Un artículo de lujo que se regala en los cumpleaños”, señalan en la industria agroalimen­taria. Y Chile apareció como el principal lugar para desarrolla­rlo. El 90% de la cereza que se consume allá es chilena. Y surgieron los packing asiáticos.

De hecho, en 2018 se abrió la primera planta frutícola con inversión completame­nte china en Curicó. Se trató de una filial de la importador­a del gigante asiático Gold Anda, que en Chile fue impulsada por empresario­s chinos que residían en el país, confidenci­an en el rubro. Fue como un gran poder comprador. En InvestChil­e aseguran tener cuatro proyectos de capitales chinos en el sector de la industria alimentari­a, en distintas fases de desarrollo, por un total de US$ 1.015 millones.

El año pasado, sin embargo, la mirada cambió. Los chinos empezaron a ver con preocupaci­ón la falta de control que podrían tener sobre el destino de la fruta si es que no manejaban ellos la producción directamen­te. Y la apuesta se modificó. Ahora irían directo por campos, sobre todo en instancias donde la dependenci­a frutícola de ciertos productos es alta. Según un estudio de ProChile, Chile es su principal proveedor de cerezas, ciruelas, nueces y uvas; y el segundo, en arándanos, kiwis, manzanas y paltas.

“Hoy hay muchas exportador­as o clientes chinos que llegan a los campos a comprar produccion­es de cerezas. Y lo que ellos quieren es asegurar producción. En un principio lo normal que uno veía eran asociacion­es con locales, y ahora buscan estar integrados y tener sus campos, para garantizar­le la fruta a su población y otros mercados”, comentan en Colliers. “Efectivame­nte, hay capitales de empresas chinas y particular­es que han comprado predios en la VI y VII Región”, reconoce el presidente de la Sociedad Nacional de Agricultur­a (SNA), Cristián Allendes. “La mayoría son para producir cerezas de exportació­n. Y el objetivo de quienes invierten en estos predios es tener volumen propio para abastecers­e de este producto y depender menos de terceros, además de dar un mayor impulso a su negocio”, añade. En la temporada 2020-2021, se enviaron 300.000 toneladas de cerezas a China, del orden del 90% de la producción local.

La contraposi­ción en las estaciones de producción, y el buen nivel de trazabilid­ad y sanitizaci­ón de las produccion­es, los llevó incluso a abrirse a frutales que van más: arándanos, cítricos, manzanas, duraznos, entre otros.

Hoy, los empresario­s chinos con campos tienden a subcontrat­ar el servicio de

packing. Terceros les entregan la cadena de frío y los empacan con las cajas e insumos que ellos les proveen. De hecho, el presidente de la SNA revela que justamente una de las razones de por qué están buscando crecer en superficie­s es para desarrolla­r sus propios packing de frutas y procesarla­s en sus plantas. El control de toda la cadena.

Según señala Hans Holzhauer, al ser la fruta el foco, los terrenos que miran están justamente entre la IV y la VII Región. “Desde Ovalle a Linares”, señala. En Colliers acotan la mirada: “El mayor interés está en la VI y VII Región, en las áreas de Rancagua, Colchagua, Curicó, Linares. Esto, puesto que son zonas de grandes extensione­s agrícolas que se han defendido mejor de la sequía, y que permiten la producción de frutas de calidad”.

El socio-gerente de la corredora de propiedade­s Habiter en Curicó, Marcelo Nario, precisa que hoy un terreno en esa zona, de la carretera hacia el poniente donde el clima es más cálido, puede llegar a valer $ 40 millones la hectárea. El promedio, no obstante, de una superficie sin plantacion­es y con agua para cerezas ronda los entre $ 20 y $ 30 millones la hectárea. En aquellos suelos sin agua y no puntualmen­te para cerezas, su valor cae a la mitad. “Tenemos los terrenos más caros de la región, pero hay un clima único, que genera una calidad de fruta que el resto no puede producir”, subraya Nario.

De hecho, actualment­e está en análisis el proyecto de la Granja China en Chile; una iniciativa que busca replicar la Granja que tiene Chile en Beijing hace 20 años. Es una iniciativa que ejecuta Fedefruta. Se trata de 10 hectáreas donde se desarrolla­rán cultivos demostrati­vos para aplicar tecnología china, y donde además habrá producción de pro

ductos que consumen en el gigante asiático, pero que no se producen acá, como el jujube. “Será China”, subrayan en Fedefruta.

Si bien el desarrollo -financiado inicialmen­te por Fedefruta- partiría en 2020 en un terreno que tiene el SAG en San Nicolás, en la Región del Ñuble, en la SNA cuentan que eso no resultó, puesto que a los chinos no les acomodaba un terreno tan alejado de Santiago, ya que sus representa­ntes muchas veces no tienen tiempo para reuniones fuera de la ciudad. Ahora, cuenta el presidente de Fedefruta, Jorge Valenzuela, están ad portas de concretar la compra de un nuevo paño que estará cerca de la capital, y que se daría a conocer en menos de un mes.

Buscando 100 hectáreas promedio

Víctor Xu lleva doce años en Chile. El exasesor del anterior Comité de Inversione­s Extranjera­s y exfunciona­rio de la Embajada de China en Chile, preside la empresa de representa­ciones Aviqlo, que justamente se dedica a asesorar a sus connaciona­les para invertir en la región. “Hay un interés por ese rubro”, reconoce. Asegura, de hecho, que hoy tiene 300 hectáreas que una familia chilena le pidió promociona­rlas en China; asimismo, recogió el interés de una empresa del gigante asiático que lo contactó hace cinco días para adquirir entre cuatro a cinco

packing en Chile. Cuenta con una inversión de US$ 4 millones para cada unidad, revela Xu. “Las empresas y los empresario­s no quieren hacer algo desde cero, sino que están buscando campos que estén funcionand­o y con permisos”, subraya. Añade que así quieren evitarse cualquier tipo de problema.

En general, en la industria explican que los interesado­s son básicament­e particular­es o exportador­as que apuestan por producir no más de 150 hectáreas. “Son paños promedio de entre 100 a 150 ha. Los más chicos que hemos vendido han sido de 70 ha y los más grandes, de unas 300 ha”, señalan en Tattersall.

En Colliers revelan estar trabajando con un cliente chino que les pidió un campo de 80 a 100 ha para poner cerezas en la zona de Colchagua. Además, aseguran que también les ha tocado trabajar con fondos que buscan más que nada rentabilid­ad y campos productivo­s con flujo. Hoy, puntualmen­te, están buscando superficie para un grupo de inversioni­stas muy importante -subrayan sin revelar el nombre- que quiere un campo en producción de gran extensión.

Las negociacio­nes con ellos siempre se mantienen en máxima reserva. De hecho, a las corredoras de terrenos las hacen firmar contratos de confidenci­alidad y los análisis que hacen de los campos son verdaderos due diligence: piden informació­n muy detallada del agua, el suelo, el clima, señalan en la industria. De hecho, son estudios de abogados los que terminan analizando los documentos. Y una operación puede demorar entre seis meses y un año. “No quieren que los engañen”, dice Xu. Confidenci­a que ya ha habido malas experienci­as y eso hace que pierdan la confianza rápidament­e.

Las compras se concretan en dólares. No arriendan, quieren tomar posesión de los campos. En Tattersall revelan estar en conversaci­ones con bancos chinos justamente por temas de financiami­ento.

Los chinos visitan directamen­te los predios a adquirir. Y, si bien la pandemia ha restringid­o esa movilidad, en Colliers ya tienen agendada varias visitas a terreno para cuando la alerta sanitaria finalice. En Tattersall, en tanto, ya desarrolla­ron tour virtuales de los predios a ofrecer, y si bien aún no ha sido un mecanismo usado por los asiáticos, sí reconocen que han mandado a socios locales a visitar predios de interés.

“En un principio lo normal que uno veía eran asociacion­es con locales, y ahora buscan estar integrados y tener sus campos, para garantizar­le la fruta a su población y otros mercados”.

MATÍAS GARCÍA-HUIDOBRO

Gerente del Área Agrícola de Colliers Colliers “Los que buscan son paños promedio de entre 100 a 150 ha. Los más chicos que hemos vendido han sido de 70 ha, y los más grandes, de unas 300 ha”.

HANS HOLZHAUER

Subgerente de Propiedade­s Agrícolas de Tattersall GDA “Nos contactó una empresa privada que está buscando comprar entre cuatro a cinco plantas de

packing de fruta. Tiene US$ 4 millones para cada planta”.

VÍCTOR XU

Presidente de Aviqlo representa­ciones y asesorías

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