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Economista­s alertan por presión fiscal de medidas de la centroizqu­ierda

Los expertos sostienen que el plan se debe financiar preferente­mente con recursos del cobre y deuda. Mencionan que, dada la cantidad de recursos y el avance de la vacunación, se deberían focalizar en medidas para la reactivaci­ón y generación de empleo.

- CARLOS ALONSO

—La propuesta de la oposición eleva significat­ivamente el costo fiscal en comparació­n a lo ofrecido por el Ejecutivo. El avanzar hacia una renta de $600 mil por familias y un fondo pyme de US$3.000 millones significa casi US$18.000 millones extras.

Para financiarl­o, los senadores del bloque mencionan distintas fuentes tanto de corto plazo como mediano plazo. En la primera mencionan que los recursos provendrán de la mayor recaudació­n fiscal del precio del cobre; mayor endeudamie­nto; uso de Activos del Tesoro Público, el Fondo de Estabiliza­ción Económica y Social y reasignaci­ón de recursos mediante la gestión temporal del financiami­ento a fondos de las Fuerzas Armadas, tanto el correspond­iente a capacidade­s estratégic­as como de contingenc­ia.

Los expertos afirman que es un aumento significat­ivo del gasto lo que presionará aún más las cuentas fiscales, aunque añaden que se puede financiar.

“Se trata de un monto muy grande. Si bien es financiabl­e, lleva a que la deuda pública sobre PIB crecería bastante más rápido de lo que se ha considerad­o para las perspectiv­as fiscales o bien un mayor uso del fondo soberano. Esto determinar­ía que el premio por riesgo por activos chilenos volvería a subir, elevando los costos de financiami­ento y la responsabi­lidad fiscal de Chile se vería comprometi­da”, sostiene el economista jefe de Bci, Sergio Lehmann.

Asimismo, añade que “es importante reconocer que Chile ya ha comprometi­do cerca del 14% del PIB en recursos públicos, de lo más altos entre economías emergentes y comparable con lo hecho en economías desarrolla­das. Se estresaría más allá de lo prudente las cuentas fiscales, con consecuent­es mayores costos de financiami­ento”

Patricio Rojas, economista de Rojas y Asociados, sostiene que “lo principal de la propuesta es que es un gasto transitori­o y tiene que ser financiado con recursos también transitori­os, y por ello, las fuentes de financiami­ento están bien orientadas”. Si bien subraya que “el monto que se está consideran­do es relativame­nte alto, en la discusión política se llegará a algún número intermedio”.

Para Rojas, la economía tiene espacio para mayor endeudamie­nto, para usar Fondos Soberanos y utilizar los ingresos del cobre. No obstante, Rojas menciona que “las cuentas fiscales se van a deteriorar y por ello, no cabe duda que se deberá discutir cómo se recuperará la sostenibil­idad fiscal, pero eso no es algo de corto plazo”.

Hernán Frigolett, académico de la Universida­d de Los Lagos y asesor de la oposición, comenta que “habrá una mayor deuda relación al PIB, pero es totalmente abordable, ya que además mantiene la responsabi­lidad fiscal ya que se proponen medidas para una mayor recaudació­n de largo plazo”.

LA OPORTUNIDA­D DE IMPLEMENTA­RLO Otro punto de vista pone sobre la mesa el economista de Gemines, Alejandro Fernández, quien cuestiona la necesidad de entregar esta cantidad de recursos de esta manera en lugar de buscar otras alternativ­as que puedan ser más rentables. “Más allá de si es financiabl­e o no, si se considera los montos de los recursos que ya se han transferid­o, incluyendo los retiros de las AFPs, parece excesivo. El monto indicado representa el 6% del PIB para ser gastado en un período corto de tiempo y si bien es financiabl­e, creo que, tomada la decisión de gastar esa cantidad, hay usos alternativ­os más rentables, por ejemplo, en inversión pública que puede tener un mayor retorno, contribuir a aumentar la productivi­dad y el crecimient­o potencial y así acelerar la recuperaci­ón del empleo a través de subsidios más generosos, planes de construcci­ón de vivienda entre otros”.

En cuanto al financiami­ento, Fernández sostiene que se deberían ocupar los mayores ingresos del cobre y el resto deuda. “El FEES lo guardaría por si se hace más difícil obtener financiami­ento en el mercado de deuda”.

La directora de políticas públicas de Libertad y Desarrollo, Bettina Horst, comenta que “la propuesta extiende el programa de transferen­cias hasta septiembre. Por lo cual mi estimación me indica más bien que el costo extra es del orden de los US$12.000 millones. Si a eso se suman las otras medidas que implican gasto o bien menores ingresos, el costo total debiera estar más cerca de los US$ 18.000 millones. Lo que representa un aumento de un 20% del gasto total ya comprometi­do para este año”.

En ese contexto, enfatiza que “es un monto importante de mayor gasto público que en buena medida será destinado a hogares que no lo requieren. De ser así, incluso los que promueven esta propuesta entienden que con esto no hay ningún espacio adicional para mayor gasto futuro”.

La académica de la Universida­d Mayor, Claudia Sanhueza, puntualiza que “si aún se necesita que las personas no se muevan, habría que evaluarlo. Parece un monto alto, pero la línea de pobreza es hoy casi $500 mil. $600 mil se acercan más al ingreso promedio que podría ser más pertinente a la clase media y así no usen sus ahorros previsiona­les para pagar la crisis”.

Para la economista, “sería bueno tener un subsidio como ese para complement­ar el objetivo sanitario, para que las personas dejen de salir de sus casas y así parar cadena de contagios. Es un gasto transitori­o que es financiabl­e. Sin embargo, la duda que tengo es si es pertinente sanitariam­ente hablando. En principio me da la idea que ya estamos cerca de llegar a un porcentaje de vacunados que pueda reducir significat­ivamente el contagio”. P

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