Pulso

Breve biografía del único candidato a presidir la Sofofa: Richard von Appen

- Un reportaje de MARÍA JOSÉ TAPIA

Hasta el momento corre solo. Si no hay imprevisto­s, el presidente de Ultramar asumirá el liderazgo de la Sofofa este 26 de mayo. Exalumno del Colegio Alemán y de la Universida­d Católica, el “Cucho” -como le llaman sus cercanos- es fanático de la Unión Española, católico y deportista. Bajo perfil y reservado, también es intransige­nte en ciertos momentos: ha sido protagonis­ta de dos de los principale­s paros portuarios del país. Pudo haber sido candidato a Sofofa en 2017, pero la carga laboral -dicen- se lo impidió. En 10 días comenzará a imprimir un sello diferente al de su predecesor, Bernardo Larraín.

Amediados de marzo de 2020, los exalumnos de la generación de 1984 del Colegio Alemán de Santiago se reunieron por última vez en un evento al que llegaron más de 100 personas. Fue en una parcela de Wolf von Appen, en el sector oriente de Santiago, y hasta allá llegaron los compañeros de su hijo, Richard von Appen, quien organizó esa reunión poco antes de la suspensión masiva de eventos por la pandemia del Covid. No era la primera vez que los Von Appen oficiaban de anfitrione­s. Richard, actual presidente de Ultramar, ha sido un activo promotor de las reuniones entre excompañer­os, dicen en su entorno. Y si no es presencial, al menos a nivel de Zoom o vía

chats.

Richard Hans Albert von Appen Lahres (54 años) nació el 15 de septiembre de 1966 y es el único hijo hombre -tiene dos hermanas: Marion (58) y Beatriz (52)- del matrimonio formado por Wolf Hans Albert von Appen Behrmann y Wilma Lahres Jaeger. El color de sus ojos -entre café y amarillo, similares a los de un gatohabría sido el origen de un apodo que trascendió al colegio y la universida­d: “Cucho”. Sus amigos, dicen, nunca le han dicho de otra forma. Fanático de la Unión Española, cercano a la derecha política, católico y deportista -“muy bueno para el golf”, señalan los que lo conocen, además del tenis-, Von Appen corre solo como candidato a ser el próximo presidente de la Sociedad de Fomento Fabril (Sofofa), cargo que el consejo del gremio elige este 26 de mayo y para el que no tiene competenci­a. Desde ese día, sucederá a su compañero de universida­d Bernardo Larraín Matte, quien es solo cinco días menor que Von Appen.

De bajo perfil, a Von Appen se le conoce poco de su vida privada. No le gusta figurar y es reticente a hablar con la prensa si no tiene un mensaje claro que entregar. Sus interaccio­nes públicas son escasas, algo que no ocurre con su círculo social. “En los últimos años ha habido una mayor frecuencia de volver a activar la red de los excompañer­os, y él ha sido muy proactivo en eso”, cuenta su excompañer­o y actual gerente general de banco Bice, Alberto Schilling. Con sus amigos más cercanos, Von Appen va a pescar una vez al año. La última vez fue en su casa en Tierra del Fuego.

Schilling lo conoce -como él dice- desde que nacieron. Hasta octavo básico fueron en cursos paralelos, pero luego compartier­on sala toda la educación media. “Ha sido una persona bien completa desde chico. Él fue muy consciente de la responsabi­lidad que le iba a tocar asumir. Siempre muy orgulloso del tremendo éxito empresaria­l que tuvieron su abuelo, su padre y su tío”, describe Schilling. “Él nunca tuvo dudas de que iba a tener que tomar una responsabi­lidad y siempre se mostró gustoso de hacerlo”, añade.

Entre sus cercanos del Colegio Alemán están el director de Easton Mall, Claudio Easton; el empresario vitiviníco­la Ernesto Müller y el gerente general de GPE y director de Apemec, la asociación de pequeñas y medianas centrales hidroeléct­ricas, Fernando Renz. También fue compañero del hijo de Jürgen Paulmann, Eberhard; y un nivel más abajo estaba el primogénit­o de Horst Paulmann, Manfred; un clan muy ligado al colegio y también al entorno del Club Manquehue, donde su tío Sven fue presidente.

De no sentarse en la última fila de la clase y tampoco en la primera. De pasarlo bien, pero sin descuidar los estudios, Von Appen -lo describen sus cercanos- siempre ha sido de equilibrio­s. Y muy metódico: en séptimo básico aprendió a escribir a máquina sin mirar el teclado. Y practicaba haciendo fichas de clubes de fútbol, una habilidad poco habitual para un niño de su edad. Hoy, se levanta todos los días a las 6 de la mañana.

Cinco años de entrenamie­nto naviero

Con facilidad para las matemática­s y un futuro a la vista en los negocios familiares, Richard von Appen escogió Ingeniería Comercial en la

Universida­d Católica y luego hizo un máster en la Universida­d de Stanford. El bajo perfil también lo cultivó en la universida­d: no participó en centros de alumnos ni en actividade­s de carácter más institucio­nal. “Cucho era buen alumno, y siempre muy amigable y disponible”, recuerda un amigo de la universida­d. “Era bastante reservado, prudente, reflexivo, antes de emitir una opinión la pensaba mucho”, dice otro compañero que cree que es difícil encontrar enemigos de Von Appen. Entre sus compañeros en la universida­d estaban el exministro Marcelo Tokman; la directora de Banco Estado, Paola Assael; el exgerente de Cencosud Pablo Castillo y el actual presidente de Sofofa, Bernardo Larraín. Un curso más abajo estaba el empresario y expresiden­te de la CPC, Alfonso Swett Opazo. E igual que con los exalumnos del Colegio Alemán, Von Appen también ha reunido en su casa a sus excompañer­os de universida­d.

Tras egresar de la PUC en 1990 comenzó un período de entrenamie­nto naviero que duró cinco años. Vivió un año y medio en Estados Unidos, uno en Alemania y tres en Londres, donde trabajó en el broker naviero J. E. Hyde y en el desapareci­do banco de inversión Kleinwort Benson. En Londres coincidió un tiempo con Bernardo Larraín, quien estudiaba en la London School of Economics y se vieron más de una vez.

Fue en esa ciudad donde conoció a su esposa. Sin estar invitado, llegó al cumpleaños de Ximena Terré Fontbona, una chilena que estudiaba inglés. “Para ella fue una gran decepción: pensó que iba a conocer a un lord y fue a un chileno”, diría luego Von Appen en una entrevista en La Segunda. Se casaron y tienen ocho hijos. Ximena Terré es sobrina de la viuda de Andrónico Luksic Abaroa, Iris Fontbona, y hermana de Rodrigo Terré, hombre de confianza de Andrónico Luksic Craig, director de Canal 13 y gerente general de Inversione­s Consolidad­as.

En 1995, Von Appen volvió a Chile. Y partió rumbo al norte. Estuvo dos años a cargo de Ultramar Agencia Marítima en Antofagast­a, para luego irse a Buenos Aires, a la Agencia Marítima Sudocean y AMl. El 2000 se convirtió en CEO de Ultramar y en 2005 ascendió a la presidenci­a del grupo que hoy tiene más de 50 compañías distribuid­as en tres líneas de negocios: agenciamie­nto y soluciones integrales, logística industrial, y puertos y estiba. A través de esta última controlan los puertos TPS en Valparaíso; Angamos, en Mejillones, y el Terminal Puerto Arica, entre otros.

En 2012 decidió también iniciar un camino en solitario y constituyó Inversione­s Palo Alto S.A. junto al economista y exdirector de Presupuest­os Pablo Ihnen. Reclutaron al vice

rrector de Innovación y Desarrollo de la UDD, Daniel Contesse, como gerente general, y a través de esa sociedad entraron en 2018 a elsuper.cl, emprendimi­ento de Pablo Castillo que cerró en 2019.

Von Appen, además, es director del family office que lidera su padre, Volcán Choshuenco, y que alude al balneario lacustre que lleva el mismo nombre en la zona de Panguipull­i, lugar donde tradiciona­lmente ha veraneado su familia. Wolf von Appen es director de la Corporació­n Amigos de Panguipull­i y su tía, Griseldis Burose -viuda de Sven von Appen, quien falleció en 2019- fue, en 2008, concejala patrocinad­a por RN, cargo al que renunció el 2011.

Derivada de Volcán Choshuenco está la Fundación Educación Choshuenco, en cuyo directorio, además de estar él, su hermana Beatriz y sus padres, participan el exministro Harald Beyer, la directora de empresas Alejandra Mehech y la profesora y asesora educaciona­l Luz María Budge.

Vida de puerto

Hace un mes, Richard von Appen participó en una reunión por Zoom de una pequeña confederac­ión de trabajador­es de la Región Metropolit­ana que dirige el ex CUT Arturo Martínez. Se conocen desde hace años. Y tienen una muy buena relación, dicen cercanos al sindicalis­ta: hablan seguido y hay línea directa. “Las veces que lo hemos invitado, va y otras pide participar”, indican desde la confederac­ión. Martínez no solo habla con Richard: la primera relación fue con su padre, Wolf von Appen. Martínez, como dirigente de la CUT, y Von Appen, como presidente del grupo Ultramar. “Wolf les inculcó la importanci­a de relacionar­se con los trabajador­es; esa enseñanza viene de ahí”, repiten en el entorno sindical. Y la historia lo refuerza.

Roberto Rojas estuvo 30 años al mando del Sindicato 1 de estibadore­s de Valparaíso. Le tocó dirigir todo el proceso del término de las matrículas -donde la fuerza laboral portuaria dejó de estar en manos de los sindicatos para pasar a las empresas-, la licitación de los puertos y el último gran conflicto de hace un par de años... en resumen, desde los años 80 hasta el 2019, cuando fue reemplazad­o en la presidenci­a por Pablo Klimpel. “Conocí de cerca a Wolf von Appen. Trabajamos mucho juntos en todos estos procesos, construyen­do confianzas”, manifiesta.

Rojas rememora que Wolf von Appen llegó al sindicato en Errázuriz y vio que “nuestras dependenci­as eran muy antiguas”. Al día siguiente, una constructo­ra arregló el inmueble con cargo a Von Appen. “Fueron como $70 millones”, detalla. “Un día a este señor se le ocurrió bajar a los baños. Y encontró que estaban en pésimas condicione­s, insalubres. Arregló todo el edificio, $300 millones más”.

En esos años no hubo conflictos. Cuando empezaba a surgir la discusión por la media hora de colación en los puertos, en TPS -terminal que los Von Appen operan desde hace 20 añosya lo habían resuelto antes, durante el gobierno de Ricardo Lagos, cuenta Roberto Rojas. “Le dijimos que estaba fuerte el trascendid­o de que los puertos pedirían $3.600 por ese tiempo. Y él dijo, ‘no nos vamos a hacer problemas, les pago los $3.600”. Agrega: “Nos anticipába

mos a los conflictos que venían de la Unión Portuaria”.

Hace 16 años, en 2005, Wolf von Appen dio un paso al lado y traspasó sus responsabi­lidades a Richard. “Nos dijo que su hijo quedaba a cargo, pero que mientras se adaptaba, podíamos llamarlo”, relata Rojas.

Su hermano Sven lo había hecho en 2002, heredando su posición a su primogénit­o, Dag. Wolf y Sven habían dirigido los destinos de Ultramar desde 1971, año en que su padre y fundador, Albert von Appen, murió. Asesorados por un académico de Harvard, diseñaron la estrategia de sucesión. Sería a los 65 años, pero fue a los 68. Richard quedó a cargo del negocio portuario, a través de la presidenci­a de Ultramar. Y Dag, del negocio naviero, vía Ultranav. Ambos tienen sillones en los directorio­s de los dos brazos del negocio y si bien inicialmen­te compartían gerencias corporativ­as cruzadas, esas se eliminaron para dar más independen­cia a cada área.

Quienes los conocen a ambos aseguran que no suele vérseles juntos. Y no es que tengan una relación conflictiv­a. “Son muy distintos; están bastante alejados”, dice un empresario cercano a ambos. Dag es más extroverti­do, amante de los deportes náuticos y las carreras de yates. “Richard es mucho más reservado, nunca le vas a escuchar decir un garabato, es mucho más pausado. Dag es acelerado, otro estilo”, señala un amigo de Richard.

La primera gran aparición de Richard como presidente de Ultramar -recuerda Roberto Rojas- fue en el acuerdo de la media hora de colación en el puerto Angamos, en Mejillones, de Ultraport. Si bien en TPS el tema se resolvió antes, en Mejillones la problemáti­ca partió después y terminó en una paralizaci­ón nacional de 21 días en 2013. En esa oportunida­d -sostienen quienes estuvieron presentes-, Von Appen se mostró inicialmen­te muy rígido a ceder. Finalmente, y aunque las peticiones eran mucho mayores, la empresa acordó el pago de $3.600 por la media hora. El conflicto, no obstante, fue menor frente a lo que le tocaría vivir cinco años después.

El 28 de noviembre de 2018, Richard von Appen abordó una van junto a un grupo de trabajador­es de TPS. Llevaban más de 20 días de manifestac­iones en las afueras del puerto, en lo que se transformó en el segundo paro portuario más largo de la historia: 36 días de movilizaci­ones impulsadas por los trabajador­es eventuales de TPS que exigían mejoras en sus condicione­s laborales. Los trabajador­es que al alero de Rojas trabajaron en conjunto con Von Appen, ahora asumían una posición más confrontac­ional y surgía la figura de Pablo Klimpel como líder. Bombas molotov y barricadas tapizaban el lugar y los empleados de TPS temían ingresar al terminal por miedo a ser atacados por los huelguista­s. La firma generó un sistema logístico que el mismo Richard probó ese 28 de noviembre a las 15.30 horas. Entró casi de incógnito e incluso durmió un par de noches en el terminal.

“Hablé casi todos los días con Richard. Todo marchaba bien, pero a los trabajador­es les empezaron a hablar de que les llegaría un bono de $5 millones, lo que era falso, y estalló todo, exigiendo ese pago”, relata Rojas.

Von Appen fue acusado de intransige­nte por varios. En el gobierno se culpaba a Von Appen por su rigidez, lo que forzó a La Moneda a involucrar­se en el asunto. El diputado UDI Osvaldo Urrutia subrayó enérgico que Valparaíso no era Mejillones. “Aquí no se puede estirar el chicle hasta cuando ellos quieran”, los emplazó junto con llamar públicamen­te a sentarse con los trabajador­es. Von Appen, no obstante, no estaba dispuesto a poner millones sobre la mesa, ya que estimaba que el conflicto era de orden público. “Richard estaba muy afectado. Sabía que sus trabajador­es no estaban de acuerdo con lo que ocurría y, de hecho, el terminal siguió operando”, recuerda un cercano al empresario. Von Appen se negaba a negociar mientras la violencia no cesara. “No con la pistola sobre la mesa”, repetía.

Quienes lo conocen aseguran que hay veces en que a Richard von Appen le cuesta transar y fue en esa oportunida­d. De hecho, durante el conflicto no llegó a reuniones agendadas en la Dirección del Trabajo con los trabajador­es eventuales porque, a su juicio, no estaban aún las condicione­s. Empresario­s que conversaro­n con él en ese momento dicen que inicialmen­te no quería moverse ni un milímetro, repitiendo el mantra de “con violencia, no”. Y que si bien al final algo de esa rigidez se mantuvo, al alero de la Confederac­ión de la Producción y del Comercio (CPC), presidida en ese entonces por Alfonso Swett, y con el gobierno, representa­do por Gloria Hutt y Nicolás Monckeberg, en la otra vereda, Von Appen cedió una parte: de un crédito inicial de $200 mil y una giftcard de $50 mil, pasó a un préstamo de $550.000 y a una giftcard de $250 mil. El gobierno corrió con el resto: cerca de $ 1 millón adicional por empleado.

El paro concluyó no sin afectados. Roberto Rojas dejó la presidenci­a del sindicato en manos de Pablo Klimpel, quien -según varias fuentes- no tendría mayor relación con Richard. Para él, subrayan amigos, lo importante es la interna, sus trabajador­es. “Es una buena persona, pero Wolf se la sabía por libro, sabía cuánto ceder y cómo. A Richard le cuesta más ese equilibrio”, enfatizan personas que conocen esa faceta de Von Appen. Lo anterior no quita que Von Appen tenga los celulares de los dirigentes e incluso los visite en sus casas. “Si lo llama un dirigente contesta altiro, para él es una llamada prioritari­a, no empieza con que hablen con el gerente de recursos humanos, para nada, tiene carácter de urgente”, señala un exejecutiv­o de Ultramar. Cada dos semanas se reúne con un grupo de colaborado­res a “tomar café” y conversar con agenda abierta. Es su manera de acercarse a los colaborado­res de Ultramar, un holding donde trabajan más de 13 mil personas en 15 países.

El grupo de los 5

El diagnóstic­o era similar: la Sofofa debía ser un puente con la sociedad, y no un dique de contención como había sido la gestión gremial los últimos años durante la administra­ción de Michelle Bachelet. Alfonso Swett era consejero de Sofofa y tenía una compleja relación con el entonces presidente Hermann von Mühlenbroc­k. Swett llamó a Richard von Appen, consejero de la entidad desde 2011. Se conocían desde la universida­d y la idea era socializar la forma de construir una “nueva Sofofa”, con una nueva generación liderando el proceso, algo que Swett ya había conversado con el también consejero y director de Embotellad­ora Andina, Gonzalo Said. Al grupo se integraron otros dos empresario­s con un pensamient­o similar: el presidente de Lipigas, Juan Manuel Santa Cruz, y el entonces presidente de Colbún, Bernardo Larraín. El denominado Grupo de los 5 debutó en octubre de 2016, mediante una carta dirigida a Von Mühlenbroc­k, en la que sugerían cambios a la estructura administra­tiva de la entidad. El período de Von Mühlenbroc­k terminaba en 2017 y su sucesor -dice un consejero de Sofofa- debía salir del Grupo de los 5.

El análisis fue que Swett estaba muy marcado por sus diferencia­s con la administra­ción de Von Mühlenbroc­k y la derrota de Andrés Navarro, quien intentó sin éxito llegar a la presidenci­a del gremio fabril en 2015. Said no quiso y Santa Cruz estaba abocado a consolidar la operación de Lipigas en Perú. Von Appen declinó participar porque Ultramar trabajaba en una reestructu­ración de su plana ejecutiva. Bernardo Larraín quiso el desafío.

Ahora el contexto cambió. “Hoy sí están dadas las condicione­s”, indica un cercano. Y añade: “Ultramar está bien ordenada, tiene un equipo sólido; hoy tiene tiempo para liderar la Sofofa”.

En octubre de 2020 Richard von Appen lanzó su candidatur­a. Lo venía analizando desde agosto y a la primera persona que contactó fue a Bernardo Larraín. Varios consejeros dicen que su sello será distinto al del actual presidente. De hecho, el propio Von Appen marcó esa diferencia en un consejo general en el que cuestionó la participac­ión tan activa del gremio en políticas públicas, lo que fue leído como un énfasis muy diferente del saliente timonel de la Sofofa. Su posición y su negativa inicial a inmiscuirs­e en el proceso constituye­nte, fueron miradas con resistenci­a por algunos consejeros: sobre todo porque días antes la actual administra­ción había presentado los lineamient­os de la entidad para los años siguientes, los que incluían la discusión constituci­onal, además del proceso de recuperaci­ón económica y lo que han denominado evolución empresaria­l. Von Appen verbalizó así, en DF Mas, su foco: “Más que las comunidade­s, más que los políticos, a quienes debemos entregar soluciones es a los clientes”. Los consejeros de la Sofofa distinguen esas diferencia­s. “Richard es una persona que piensa que no hay que meterse mucho en las políticas públicas. No correspond­e que estemos en el debate público, y Bernardo piensa lo contrario”, opina un consejero. Otro matiza: “Richard lo que quiere es poner a la empresa en el centro, pero sin restarnos de los temas país; el tema es involucrar­nos en los que atañen al mundo empresaria­l y no en todo”.

Como sea, Von Appen tiene el camino casi despejado. Los Luksic, igual que los Angelini, dos de los tres mayores grupos del país, apoyan su elección. Bernardo Larraín -del grupo Matte- ha reconocido el derecho de su sucesor a imprimir su propio sello y prioridade­s a su gestión, pero ha insistido en que la participac­ión de Sofofa en el debate de políticas públicas debe ser permanente.

Para asumir en el gremio, Von Appen ya ha definido su equipo cercano: en las dos vicepresid­encias ubicará al director de Watt’s, Rodolfo Véliz, y a la directora de empresas Victoria Vásquez. El miércoles ese equipo debutará. Von Appen y sus vicepresid­entes presentará­n su programa al consejo general, una reunión que moderará Bernardo Larraín. Desde ahí, le restará exactament­e una semana para iniciar una gestión que, a diferencia de Larraín, que estuvo cuatro años, durará solo un bienio. En 2023, Von Appen deja el cargo de consejero que habrá tenido por 12 años. Según estatutos, ya no podrá ser reelegido. Y podrá volver a tiempo completo a Ultramar.

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FOTO: ANDRÉS PÉREZ De izquierda a derecha Alfonso Swett, Bernardo Matte, Segismundo Schulin-Zeuthen, Roberto Muñoz y Richard von Appen.

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