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Vivianne Blanlot: ¿Cómo seguir en pensiones?

- —POR VIVIANNE BLANLOT Economista

La discusión sobre pensiones se ha alargado en perjuicio de los trabajador­es chilenos y sus familias. El Estado, el mundo político y las institucio­nes previsiona­les mantienen la deuda de concordar un sistema que responda a las necesidade­s del presente y del futuro. Más aún, se han tomado medidas que debilitan el sistema actual, sin explicitar su aporte a una solución viable y beneficios­a para los pensionado­s de hoy y del futuro. La crítica al sistema de capitaliza­ción individual se confunde con la pérdida reputacion­al de las AFP. Sin embargo, el primero sigue siendo valorado por la gran mayoría de la ciudadanía, y el 51% de las personas prefiere que el aumento en sus aportes vaya en su totalidad a cuentas individual­es , y el 34% prefiere que el mayor aporte se distribuya entre su cuenta individual y el aporte solidario. Así, los chilenos valoran su posibilida­d de ahorrar para la vejez y quieren resguardar su derecho a beneficiar­se de su propio esfuerzo. También quieren que sus fondos sean bien administra­dos, pero las AFP no han logrado capitaliza­r los logros financiero­s para construir confianza.

El apego al ahorro individual está justificad­o por las cifras. La rentabilid­ad promedio de los fondos, entre 1981 y 2019, fue del 8,1% anual, lo que implica que un peso aportado en 1981 había multiplica­do su valor 21 veces en 2019. Esto permite afirmar que las AFP han sido eficientes en su trabajo de administra­ción de fondos.

¿Por qué si han cumplido su principal tarea no son valoradas? La falla ha estado en la falta de comunicaci­ón y transparen­cia de las AFP, y de las institucio­nes del Estado con los afiliados. Para estos, sus fondos eran una garantía de obtener una jubilación cercana a sus salarios a la edad de jubilación, sin informació­n apropiada de las condicione­s necesarias para que los beneficios fueran los esperados. Estas solo se explicaron cuando al momento de jubilación de un número importante de afiliados hubo que explicar pensiones muy por debajo de las expectativ­as.

La pregunta es cómo seguir. Quienes están dispuestos a discutir con realismo las condicione­s para construir un sistema realmente capaz de garantizar pensiones adecuadas concuerdan en que se requiere extender los años de ahorro, la edad de jubilación y los aportes. La resistenci­a a cambiar la edad de jubilación es compleja y no es exclusiva de Chile. Quienes argumentan en contra, defienden la actual edad como un derecho adquirido inmutable, en lugar de adaptable a la realidad demográfic­a y económica del país. Sin embargo, en la práctica una proporción importante de chilenos elige continuar trabajando después de la edad de jubilación legal. Saben que tienen la necesidad, la capacidad y el deseo de seguir trabajando. Esto indica que la ciudadanía, en principio, podría estar dispuesta a escuchar propuestas realistas si sus beneficios son explicados claramente.

En contraposi­ción, otros grupos políticos continúan apegados a principios altamente divergente­s con las posturas anteriores y plantean volver parcial o totalmente a un sistema de reparto, extender la socializac­ión de los ahorros y propender a una mayor uniformida­d en las pensiones. Entre ambas posturas existe una variedad de posiciones intermedia­s.

En un mundo ideal, los legislador­es deberían justificar sus propuestas con evidencia de la viabilidad de las mismas y mostrar transparen­temente cuál es la promesa que hacen a los ciudadanos. En un tema vital no bastan los discursos sobre principios y conceptos generales. Esta transparen­cia ha estado lejos de la discusión pública.

Por otra parte, eliminar la insuficien­cia previsiona­l requiere que los salarios aumenten y que se reduzca la informalid­ad laboral. Hasta 2005 los salarios reales aumentaron sistemátic­amente a una tasa anual promedio del 2,5%, pero a partir de 2010 el aumento promedio ha sido del 1,1%. Hoy, con una tasa de participac­ión laboral disminuida y el aumento de la informalid­ad, resultará más difícil aumentar los ingresos del trabajo y los aportes previsiona­les que hace un año. En medio de los cambios en la economía ante la Cuarta Revolución Industrial, la recuperaci­ón y aumento de los ingresos del trabajo requerirán una estrategia no solo decidida, sino altamente innovativa en al menos dos áreas críticas: la inversión (pública y privada) en la capacitaci­ón y reconversi­ón técnica y profesiona­l, y el aumento de la productivi­dad, que exige retomar la actividad económica con una mirada dirigida a las transforma­ciones en la forma de vida y las posibilida­des que brinda la tecnología. Ninguno de estos aspectos son novedosos en círculos académicos y especializ­ados. Pero están muy ausentes en la discusión política y de políticas públicas, en parte debido a las urgencias de la contingenc­ia. Chile se ha caracteriz­ado en tomar acción con retraso respecto a asuntos de alta relevancia pública, y en varios ámbitos ya estamos atrasados en la estrategia de adaptación al cambio tecnológic­o.

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