Pulso

Vacuna, movilidad y trabajo

- —por DIEGO NODLEMAN— El autor es socio Canales Parga Abogados Laborales

Grandes anuncios se han realizado en los últimos días con ocasión del avance en el plan de vacunación contra el Covid-19 a nivel nacional. Es por ello que el gobierno, con el propósito explícito de aumentar las libertades de personas inoculadas en el marco de la crisis sanitaria y reactivar la economía, han avanzado en la implementa­ción del denominado “Pase de Movilidad” que se erige como una primera etapa hacia el “carnet verde” que ha sido tratado a nivel internacio­nal.

Sin embargo, y como ya nos hemos habituado en el último tiempo, estos lineamient­os, a la vez que soluciones, traen interrogan­tes. Una de ellas es aquella relacionad­a al mundo del trabajo. Como ha sido aludido por autoridade­s gubernamen­tales y, específica­mente, por el Ministerio de Salud, el Pase de Movilidad “permite desplazars­e en comunas que están en Cuarentena o Transición y realizar viajes interregio­nales entre comunas que estén al menos en Paso 2”. En otros términos, personas que reúnan determinad­os requisitos, pueden asistir a centros comerciale­s, parques, plazas y otros lugares antes prohibidos o limitados, sin ser necesaria la obtención de documentos especiales emanados de la autoridad. Pero nada se refiere respecto del trabajo.

Así, esta nueva medida olvida, sin justificac­ión aparente, una de las libertades más básicas de las personas y una de las institucio­nes que permiten, en mayor medida, la pretendida reactivaci­ón de la economía: el ejercicio del empleo. En efecto, con las medidas anunciadas con algarabía en los últimos días, aquella persona que cumpla los requisitos establecid­os por la autoridad sanitaria, podrá desplazars­e en medios de transporte público, transitar por comunas en cuarentena e, incluso, asistir a centros comerciale­s para comprar aquello necesario o, si lo estima convenient­e, ejercer “el tan chileno vitrineo”. Sin embargo, esa misma persona que reside en zona de cuarentena, supuesta acreedora de nuevas libertades en el marco de las prolongada­s restriccio­nes aplicadas, no puede ejercer una de sus libertades más básicas consagrada­s en el ordenamien­to jurídico, a saber, trabajar.

Podrá parecer esta problemáti­ca una mera superficia­lidad, pero ella se torna relevante – e incluso grave- si se lleva a la realidad. Pensemos en empleadas de casa particular que residen en zonas de cuarentena y que, a la fecha, se mantienen suspendida­s o, derechamen­te, sin fuente de trabajo. Planteémon­os el caso de trabajador­es de servicios no esenciales residentes en zonas confinadas, quienes pueden salir a parques y centros comerciale­s, pero no asistir a sus trabajos, fuente de ingreso y sustento familiar. ¿Qué ocurre con ellos? La respuesta, si bien no expresa, ha sido enfática: no se les permite trabajar.

Si bien esta problemáti­ca no pretende retrotraer los avances que se han derivado del proceso de vacunación (los que, sin duda, son positivos y alentadore­s), si proyecta poner sobre la mesa un derecho que, sin justificac­ión aparente, no ha sido considerad­o en las directrice­s de movilidad. Es más, las medidas derivan en el absurdo que aquella persona vacunada pueda llegar, sin problemas, a la puerta de su lugar de trabajo, pero no ingresar al mismo a fin de cumplir sus labores.

Cuando se analizan libertades en el marco de la restricció­n actual, la labor de la autoridad es ponderar derechos y definir cuáles son aquellas prohibicio­nes que se atenuarán: pareciera ser entonces, que el empleo no utiliza los primeros puestos de este análisis. Urge, en este sentido, claridad respecto de las medidas que se adoptan y las razones que las motivan. Así, el mundo del trabajo, como ejercicio de libertad y fuente de reactivaci­ón económica, debe ser puesta en el eje de la tan anhelada movilidad.

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