Los obstáculos para el tributo del G-7 a las transnacionales
Es probable que muchos gobiernos esperen y vean lo que otros harán, especialmente un dividido congreso estadounidense, para poner en vigencia el acuerdo.
El acuerdo de los países más ricos para imponer un mínimo de impuestos a las empresas multinacionales enfrenta un camino rocoso para la implementación, ya que es probable que muchos gobiernos esperen y vean lo que otros, especialmente un dividido Congreso estadounidense, harán.
La secretaria del Tesoro, Janet Yellen, ha aplaudido el trato alcanzado por los ministros de finanzas del Grupo de los Siete países líderes (G-7) este fin de semana en Londres. Lo llamó un retorno al multilateralismo y una señal de que los países pueden apretar la red de impuestos sobre compañías rentables para financiar sus gobiernos.
El acuerdo representa un punto de inflexión en las largas negociaciones sobre dónde y cómo se les debe aplicar los impuestos a las ganancias corporativas. El acuerdo impondrá un mínimo de impuesto del 15% y le dará a los países más autoridad para gravar las ganancias de compañías digitales como Apple Inc., y Facebook Inc., que dominan los mercados globales pero que pagan relativamente pocos impuestos en muchos países donde operan.
Aunque el impacto en las empresas tecnológicas se mantiene incierto, algunos acogieron con satisfacción la perspectiva de un régimen global más uniforme. Nick Clegg, vicepresidente de asuntos globales de Facebook, dijo en Twitter que el acuerdo es un “paso hacia la certidumbre de las compañías” en el ámbito de los impuestos.
Se harán nuevas pruebas en los meses siguientes, a medida que se vayan concretando los detalles y los gobiernos vean cuál país va primero. Los que avancen antes que otros pueden dañar sus bases de ganancias y a las compañías, según expertos tributarios, y los que se queden atrás del consenso global también podrían ser perjudicados.
“Si bien es posible que veamos un acuerdo, serán 18 meses o más para incorporarlo en la ley doméstica de cada país” afirmó Monika Loving, líder de la práctica nacional de servicios fiscales internacionales de la firma asesora BDO. “En términos de impacto de ganancias, quizás estamos a dos años de ver a las fiscalizadores de impuestos recolectar ingresos adicionales”.
En el centro de la atención, dijeron algunos especialistas en impuestos, abogados y funcionarios, está el Congreso de EEUU.
En países con sistema parlamentario, los gobiernos rápidamente pueden cumplir las promesas, transformándolas en leyes y regulaciones. Sin embargo, en EEUU, una pequeña mayoría demócrata en la Cámara, un Senado dividido casi en partes iguales, republicanos antiimpuestos y obstáculos de procedimiento complican la aprobación.
Otros países pueden estar reticentes a cambiar sus leyes o a remover impuestos que impactan a compañías tecnológicas estadounidenses sin ver que el Congreso actúe primero. Los legisladores estadounidenses quizás tomen una posición contraria, cautelosos de subir los impuestos o de ceder autoridad de impuestos a otras naciones sin la seguridad de un completo acuerdo global. Si EEUU sube los impuestos y otros no, podrían levantarse desventajas de tener sede corporativa en Estados Unidos.
Los demócratas pueden pasar algunos cambios por su cuenta pero tienen diferencias sobre las políticas de impuestos. La administración de Biden también ha propuesto aumentar la tasa de impuesto corporativo del 21% al 28%, fijando el mínimo para las compañías con sede en EEUU en 21% para financiar otras iniciativas. Y algunos demócratas se han resistido esas tasas más altas.
Puede que se necesiten votos republicanos si es que el cambio de impuestos mínimos a los países necesita renegociar los tratados de impuestos, lo que requiere dos tercios de los votos en el Senado para su ratificación.
Los principales redactores de impuestos republicanos en el Congreso -el representante Kevin Brady, de Texas, y el senador Mike Crapo, de Idaho- dijeron que EEUU ya impuso una forma de impuesto mínimo del 10,5% en 2017 y que otros países no han seguido esta medida.
El G-7 (Canadá, Francia, Alemania, Italia, Japón, el Reino Unido y EEUU) acordó que las empresas deben pagar una tasa de impuestos mínima del 15% en cada uno de los países donde operan. También acordaron nuevas reglas que cambian cuáles países pueden gravar qué ingreso en una economía cada vez más digital. Esas nuevas reglas serán para grandes compañías del mundo con margen de ganancias de al menos el 19%. Gravar el 20% de las ganancias sobre tal umbral se repartirá entre los gobiernos.
El acuerdo se enfrenta a una prueba inicial en el Grupo de las 20 principales economías, que incluye a todo el G-7 y grandes países en desarrollo como China, India, Brasil y Sudáfrica. Los ministros de finanzas del G-20 se reunirán en Venecia a inicios de julio y está en la agenda una revisión de las reglas de impuestos globales.
La aceptación también deberá provenir de un grupo más amplio de 135 países en lo que se conoce como el Marco Inclusivo. Algunos países con tasas impositivas muy bajas —como Irlanda, con un cargo del 12,5% sobre las ganancias— son reacios a inscribirse. EEUU ha propuesto cambios fiscales que penalizarían a las empresas de países que no imponen los impuestos mínimos.
“Tendremos que convencer a las otras grandes potencias, especialmente a las asiáticas. Estoy pensando en particularmente en China “, dijo el ministro de Finanzas de Francia, Bruno Le Maire, en una entrevista televisiva este fin de semana. “Seamos realistas, va a ser una pelea dura”.
Si bien los miembros del G-7 acordaron las líneas generales de un nuevo reglamento, dejaron algunos asuntos pendientes.
Varios países de Europa subieron las apuestas en las conversaciones al anunciar gravámenes nacionales separados sobre las empresas digitales, con la esperanza de que presionarían a EEUU para entrar a un acuerdo internacional. En represalia por lo que consideró una discriminación contra las empresas estadounidenses, EEUU anunció aranceles punitivos sobre las importaciones de esos países hacia fines de este año.
El G-7 no acordó un calendario para eliminar esos gravámenes, una señal de que los tomadores de decisiones no están seguros exactamente de cuándo podrían entrar en juego nuevas reglas de impuestos. En su declaración final el sábado después de dos días de reuniones, los ministros del G-7 dijeron que trabajarían en un camino para eliminar los gravámenes que estarán vinculados a las nuevas reglas que entren en vigor.
Los cambios más amplios, si se promulgan, afectarían a muchas a las más grandes y rentables empresas del mundo, en particular, del sector tecnológico. Pero la eliminación de tributos a servicios digitales sería algo positivo para las empresas de tecnología. Por mucho tiempo han dicho que preferirían una resolución internacional sobre impuestos que resulten en facturas más altas a un mosaico de impuestos nacionales.
Algunos ejecutivos de las tecnológicas han expresado su preocupación de que los países intenten aferrarse a sus impuestos a los servicios digitales incluso con un acuerdo global sobre impuestos corporativos.