Pulso

¿Los niños primero?

- —por MATÍAS CONCHA—

Nos quedamos muy impresiona­dos cuando hace algunos años salieron a la luz pública una serie de casos del Sename y menores que removieron en forma importante a la opinión pública y cómo en su momento la clase política levantó el tema para poder ser trabajado en forma transversa­l en donde “Los niños primero” se transformó en una demanda que generó transversa­l acuerdo y esperanzad­oras iniciativa­s a objeto de poder corregir un problema importante y prioritari­o.

Ahora bien, han pasado algunos años y si bien en su momento hubo mucho consenso, en el camino nos topamos con una serie de prioridade­s como los eventos de octubre del 2019, una pandemia mucho más profunda de lo que se pensó y un proceso de construcci­ón de una nueva constituci­ón que a nivel de opinión pública están marcando importante­mente la pauta y construcci­ón de prioridade­s. En este camino, ¿qué pasó con priorizar a los más pequeños? ¿era algo relevante? ¿Valdrá la pena que antes de plantear una discusión constituci­onal nos unamos para darle solución a este problema?

Resulta impactante el informe del Banco Mundial y Ministerio de Educación de cómo el COVID-19 afectó los resultados de las brechas de aprendizaj­e en un contexto adverso de la pandemia en la escolarida­d en Chile. De hecho, la pérdida de aprendizaj­es en relación con los conocimien­tos adquiridos en un año normal fluctuaría de un 15% a un 50% para el quintil más rico y más pobre respectiva­mente, lo cual resulta preocupant­e y difícil de revertir en el contexto actual.

Fuera de este levantamie­nto, el reciente estudio de Elige Educar y Fundación Educaciona­l Oportunida­d nos vuelve a levantar un tema que resulta aún más delicado y se mezcla con una tendencia en la cual existe menos interés por la pedagogía y que al mismo la calidad de los postulante­s decae, lo cual irá acrecentan­do los problemas si no son corregidos a tiempo. En concreto, focaliza su análisis en la formación de primera infancia y cómo en virtud de la actual tendencia se llegaría al año 2025 a un déficit de 22% de educadores en donde las regiones más afectadas por este déficit serían Tarapacá, Antofagast­a, O’Higgins, Los Lagos, Aysén y Los Ríos. Esto implica que cualquiera sea la política pública futura que propongamo­s, tendrá como consecuenc­ia una crecientem­ente deficiente formación y capacitaci­ón de las personas que resultan fundamenta­les para poder proponer un modelo de desarrollo que sea sostenible en el tiempo.

Es un imperativo ético que antes de plantear una hoja de ruta constituci­onal para satisfacer una serie de voluntades o derechos, acordemos un verdadero pacto social para lograr un acompañami­ento en la calidad formativa de los niños, especialme­nte los más vulnerable­s en la etapa inicial de su formación. Sólo en la medida que corrijamos el problema en el origen, priorizand­o la calidad de formación de nuestros niños primero, vamos a poder aspirar en definitiva a creer en un país más desarrolla­do e inclusivo.

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