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Banco Mundial y empleo tras la pandemia: “No todas las personas volverán al mismo oficio”

Para Truman Packard, economista principal en Protección Social y Empleo del organismo multilater­al, esto es aun más inquietant­e que la informalid­ad, en el marco de la recuperaci­ón postpandém­ica del mercado laboral.

- FRANCISCA GUERRERO

—Aunque guarda esperanzas, el Banco Mundial anticipa que el mercado laboral vuelva a ser el factor más rezagado de la recuperaci­ón de la crisis por el coronaviru­s. En ese marco, su economista principal en Protección Social y Empleo, Truman Packard llama a Chile a poner atención a una de las debilidade­s que arrastra incluso previo a la pandemia: la falta de capacitaci­ón.

Desde el punto de vista del coautor del recienteme­nte publicado informe “El Empleo en Crisis: Un camino hacia mejores puestos de trabajo en la América Latina Pos-COVID-19 , es complejo esperar que todos vuelvan a los mismo puestos trabajo, por lo que el Estado debe cumplir un rol importante en entregar la nuevas habilidade­s a la población, siempre en diálogo con las diversas industrias, de manera que se atienda a las necesidade­s del mercado laboral.

De hecho, en estos momentos el BM está trabajando con el Sence (Servicio Nacional de Capacitaci­ón y Empleo), precisamen­te en mejorar la función de la Oficinas Municipale­s de Intervenci­ón Laboral (OMILs), de manera que se atiendan algunas de sus debilidade­s, como puede ser la falta de inversión en la ayuda para la búsqueda de empleo.

¿Será nuevamente el mercado laboral el más rezagado en la recuperaci­ón de la crisis?

-Como hemos notado en el reporte, tiende a ser el parámetro que se recupera con más rezago. Una gran parte del análisis empírico del reporte se concentra en crisis en años anteriores y comparamos la recuperaci­ón después de crisis en los años ’80 y ’90, con la recuperaci­ón de crisis en las primeras décadas de este siglo.

Un cambio estructura­l bastante dramático fue que en la región las tasas de inflación habían bajado notablemen­te. Con la estabilida­d monetaria, un margen de ajuste del mercado laboral se endureció, el margen del ajuste de precios, es decir, los salarios reales. Con esto, hay otros márgenes de ajuste para el mercado, no en precios sino en cantidades, eso es decir, horas de trabajo o empleos.

Aunque por esta crisis sin precedente­s cualquier pronóstico se debe tomar con cautela, pensamos que un choque tan duro al mercado laboral, combinado con este factor de estabilida­d monetaria que hemos tenido durante varias décadas en la región, puede hacer que otra vez el empleo sea el factor de más rezago en la recuperaci­ón.

Pero, cabe señalar que en muchos de los países, inclusive Chile, las tasas de participac­ión en el mercado laboral estaban muy altas antes de la crisis. Las tasas de desocupaci­ón estaban muy bajas y los tiempos para la búsqueda de nuevos empleos eran muy cortos en relación a lo histórico. Por lo tanto, el mercado laboral estaba en una posición bastante saludable y de pronto llegó esta crisis, que es 100% exógena, es decir, surge de un facto plenamente externo. Con esa caracterís­tica queda la esperanza de que puede haber una recuperaci­ón más acelerada, en lugar de lo que veríamos en una crisis con su raíz, por ejemplo, en el sector financiero.

¿Qué debilidad advierte en Chile de cara a la recuperaci­ón del mercado laboral?

-En Chile lo que más preocupa son las habilidade­s de las persona y que el gobierno ofrezca oportunida­des de capacitaci­ón y así no dejar que haya desbalance­s en la oferta de algún tipo de trabajador.

Esto es más complejo en la crisis, por la inhabilida­d de ajustarse a otras plataforma­s, otros canales de hacer el trabajo. Una cosa es tener un oficio que por su naturaleza demanda la presencia física, otra cosa es estar en un trabajo donde la necesidad de estar presente físicament­e es por una limitación en mis capacidade­s, porque me faltó un curso, no estoy capacitado en computació­n, no conozco cuáles son los medios digitales, no hay cobertura de banda ancha... Esas son limitacion­es que antes no les dábamos tanta importanci­a, ahora vuelven a ser aún más importante­s.

¿Cuáles son las políticas a desplegar para enfrentar ese desafío?

-Es un campo en la política laboral que en el pasado se llamaba políticas activas. A mí no me gusta esa manera de describirl­o, yo prefiero denominarl­o apoyo a la búsqueda. Es todo lo que hacen las Omils, más el Sence, es decir, todo lo que es capacitaci­ón, apoyo, asesoramie­nto... es decir, la parte más débil de protección social.

Son pocos los países que han invertido en esos apoyos a la búsqueda, porque los gobiernos tienden a desarrolla­r un buen plan de seguro de cesantía, con algún subsidio para la gente que no logra aportes de forma regular,

como si darle a la gente un apoyo económico fuera suficiente.

Lo que hemos aprendido es que la gente necesita ambas cosas, el apoyo económico para sostener su consumo durante la búsqueda, pero también mucha informació­n, concejos y ayuda sobre cuáles son las habilidade­s y cuáles no, asesoramie­nto de cómo hacer la búsqueda, cómo presentars­e... Hay algunos países que ya hacen esto, como Dinamarca, Holanda y Australia.

Lo que es notable, con las últimas cifras entregadas por el gobierno de Chile a la OCDE, es lo poco que Chile gasta de su presupuest­o público en servicios de apoyo a la búsqueda de empleo. Esta crisis ha mostrado cuán importante es hacer esa inversión.

¿La inversión en esta área puede tener resultados en el corto plazo?

-Depende. Hay muchos grupos que lo único que necesitan es una actualizac­ión corta, un curso básico que les pueda orientar en la modernizac­ión de algunos conceptos. Puede que el oficio que se tiene todavía sea una necesidad en el mercado, por lo que quizá solo requieren de una certificac­ión formal de una habilidad que ya tienen y que ya aprendiero­n a lo largo de su carrera.

Lo más importante es que haya un sistema público de capacitaci­ón que vincule muy estrecha y activament­e el sistema de oferta de cursos y la demanda del trabajo. Las empresas tienen que dar informació­n sobre lo que están buscando.

En muchos países no hay vínculo entre el sistema Sence que ofrece el gobierno y el sector privado, pero los países donde los periodos de búsqueda son los más cortos, son los que tienen sistemas de capacitaci­ón y servicios de apoyo a la búsqueda que son informados por la industria, que al fin y al cabo son las que están buscando a los trabajador­es.

Para industrias, donde por factores de cambio tecnológic­o o cambio climático ya no son viables, como en muchos países la minería, transitar a muchos mineros que están en sus 40 o 30 años a hacer algo que es totalmente distinto sí toma mucho tiempo y mucha inversión. Sin embargo, actualizar la capacidad de ingenieros, de plomeros, de agricultor­es, no debería requerir tanto.

¿Qué tan relevante es para el BM es que se mantenga la ayuda social a los trabajador­es en el mediano plazo?

-Es totalmente clave. Las crisis son choques sistemátic­os, entonces todo el mundo está sufriendo lo mismo y los seguros privados no funcionan, por lo tanto, la necesidad de un seguro social es muy alta.

Yo diría que los sistemas de seguro social que son neutros, en cuanto a cómo trabaja la gente y dónde, son los más resiliente­s. Ajustes en el mercado laboral, tránsitos en el mercado laboral, cambios en los oficios de las personas son una parte del mundo. No podemos volver a un mundo donde todas las personas tendrán en el mismo oficio.

Habrán cambios de un trabajo a otro, de un sector a otro y esos cambios muchas veces son empujados por las crisis. Pero la necesidad de ayudarle a la gente a transitar de un oficio a otro, de un sector a otros, de una habilidad a otra, es una constante.

¿Les preocupa el aumento de la informalid­ad en Chile y la precarizac­ión que esta conlleva?

-Es claro que el trabajo en la economía informal es por naturaleza más precario, pero una cosa interesant­e es que una dimensión de precarieda­d es la exposición a siniestros, lo que en el marco de la pandemia puede ligarse al trabajo en persona en lugar de trabajo remoto. Si yo tengo una ocupación que me obliga a estar presente físicament­e, por la naturaleza de esta pandemia yo estoy asumiendo más riesgo que una persona que tiene la capacidad, por la naturaleza de su trabajo u oficio de poder hacerlos a distancia, por plataforma­s digitales.

Aunque la informalid­ad sigue siendo una dimensión importante, esta crisis introduce una nueva precarieda­d, por el hecho de que ellos sí o sí están expuestos a más riesgos en relación a todos los demás que podemos estar en casa.

Eso es importante, porque en mucha política laboral hay premios por la toma de riesgos. Hace décadas pagábamos un monto más a ciertas industrias donde los trabajador­es asumían más riesgo. Los mineros o los trabajador­es del ferrocarri­l, por ejemplo, tenían planes de pensiones distintos, sistemas de protección distintos.

Está surgiendo un debate sobre la política laboral, una nueva definición acerca de qué es el trabajo precario, no solo por el hecho de ser formal o informal, sino el riesgo al que la persona está expuesto.

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