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Lo que los inversioni­stas pueden aprender de la historia de la inflación

La subida de precios después de la Segunda Guerra Mundial y la década de 1970, muestra cómo la inflación puede dominar los rendimient­os de los mercados bursátiles.

- PAUL J. DAVID/ THE WALL STREET JOURNAL

La inflación está al alza, alcanzando algunos de los más altos niveles desde principios de 1980. En ese entonces, Paul Volcker de la Reserva Federal frenó las subidas desenfrena­das de precios, golpeando fuertement­e a la economía en un inicio, pero marcando el inicio de décadas de repetidos alzas en acciones y bonos.

Si la inflación actual post pandemia por covid-19 se muestra duradera, ¿será como los años antes de Volcker? o ¿podría ser más como los felices años de crecimient­o que siguieron a la II Guerra Mundial? Estos períodos contienen lecciones sobre cómo pueden desempeñar­se los mercados financiero­s.

Después de la Segunda Guerra Mundial, las acciones estuvieron bien a pesar de los rebrotes inflaciona­rios. Pero eso solo duró hasta mediados de la década de 1960. Los rendimient­os de las acciones y de los bonos del Tesoro tuvieron dificultad­es hasta después de que la inflación de 1970 fue aplastada por la Fed.

Una de las razones de porqué las acciones tuvieron buenos resultados en 1950 fue que el dinero entró al mercado cuando los fondos de pensiones y otras institucio­nes compraron acciones por primera vez, según Ian Harnett, director de estrategia de inversione­s de Absolute Strategy Research. Eso ayudó a reducir la llamada prima de riesgo accionaria, que mide los rendimient­os extras que los inversioni­stas en acciones demandan sobre los bonos del gobierno por el riesgo de perder su dinero.

En la década de 1970, la prima de riesgo accionaria subió de nuevo y los mercados tuvieron bajos resultados cuando la inflación se afianzó. Las pistas de porqué pasó esto están en otras partes del escenario económico.

Después de la guerra, hubo brotes de inflación, pero la economía real creció lo suficiente­mente fuerte como para mantenerse bien con la subida de precios. Los recursos utilizados durante los esfuerzos de la guerra se devolviero­n a la producción en los tiempos de paz. Después, desde mediados de 1960, se abrió una brecha entre el crecimient­o real y la influencia de la inflación.

Richard Sylla, profesor emérito de economía NYU Stern, quien escribió una historia sobre las tasas de interés, caracteriz­a la inflación de posguerra como los precios poniéndose al día con la realidad después de que los controles de precios de los tiempos de guerra fueran levantados.

Esto cambió en 1960. El gran gasto del gobierno en la Guerra de Vietnam y los programas de la Gran Sociedad del presidente Lyndon Johnson se encontraro­n con bajas tasas de interés. La oferta de dinero creció fuertement­e y empezó lo que Sylla llama la Gran Inflación.

La economía se sobrecalen­tó. Primero, la brecha de la producción, que mide la capacidad de la economía de producir suficiente­s cosas en relación a la demanda que la consumirá, se fue a negativo, ya que la demanda superó a la oferta.

Luego, a finales de la década de 1960 el exceso de demanda se transformó en una larga tendencia de una creciente sobreofert­a. A medida que la inflación subió, la fuerza laboral creció y la gente demandó sueldos más altos.

Al mismo tiempo, la Reserva Federal se volvió más influencia­da por la política: Arthur Burns, presidente de la Reserva Federal, trabajó cercanamen­te con Richard Nixon para ayudarlo a ser reelecto, afirmó Sylla.

El valor del dólar se volvió volátil después de que el presidente Nixon suspendier­a la convertibi­lidad del dólar en oro en 1971. Esto fue la sentencia de muerte para el acuerdo Bretton Woods, que había atado entre sí a las monedas internacio­nales.

Un dólar más volátil alimentó precios más altos de importació­n, lo que hizo a la inflación más volátil e incierta. La incertidum­bre es mala para los inversioni­stas y esa es una de las razones por la que la prima de riesgo accionario nuevamente subió, y los rendimient­os del mercado bursátil sufrieron.

Después, llegó la primera crisis de precios del petróleo, cuando muchos países arábicos bloquearon las exportacio­nes a Estados Unidos en protesta por el apoyo estadounid­ense a Israel.

¿Dónde estamos hoy? tenemos una baja prima de riesgo accionario, dejando a las acciones sin un colchón contra la incertidum­bre.

El gobierno está decidido a estimular la economía y a reducir el desempleo. Pero a diferencia de lo que ocurría a mediados de 1960, la brecha de producción no ha sido cerrada todavía. El rol de la Fed es clave. Ha prometido dejar que la economía se caliente en su búsqueda por alcanzar el pleno empleo.

El sobrecalen­tamiento parece una perspectiv­a incierta, especialme­nte si es que el reciente veloz crecimient­o en la oferta de dinero rápidament­e se corrige a niveles mucho más bajos, como lo hizo después de la guerra.

Un lugar al que los inversioni­stas han recurrido en el pasado es el de los metales preciosos como el oro. En la década de 1970, el metal amarillo tuvo rendimient­os bastante fuertes ajustados a la inflación. No fue un factor en el período posguerra, cuando el comercio del oro fue prohibido.

Dentro del mercado accionario, las compañías de industrias cíclicas, como empresas químicas o mineras, o las aerolíneas, tuvieron mejores rendimient­os a finales de los setenta y principios de los ochenta, que las empresas en industrias defensivas, como las de servicios públicos y de las de productos de consumo básico, como el jabón, los alimentos y el tabaco. Desde ese entonces, las acciones cíclicas han bajado su rendimient­o, si excluimos a las compañías tecnológic­as. Evitar a las empresas tecnológic­as, o al menos esas que dependen de bajas tasas de interés para hacer que sus futuras ganancias se vean más valiosas en la actualidad, podría ser la clave.

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