Pulso

Sebastián Claro: “¿Alguien cree que Cornershop hubiese salido de una oficina pública?”

“Dicen que Chile tiene un modelo de desarrollo agotado, pero lo que proponen a cambio es un modelo que fracasó en el mundo”

- OLGA BUSTAMANTE FUENTES

El exvicepres­idente del Banco Central se pronuncia contra el juicio de que la economía chilena está asentada sobre un grupo que vive de las rentas y que requiere de un Estado que

la dinamice. “Es una caricatura”, afirma y advierte que “el Estado, cuando domina la economía, también es un gran extractivi­sta”. Agrega que pensar que éste va a ser el gran promotor de la innovación es totalmente errado y pregunta: ¿alguien cree que Cornershop

hubiese salido de una oficina pública?

Luego de 25 años como académico de la Facultad de Ciencias Económicas y Administra­tivas de la Universida­d Católica, donde además estudió, Sebastián Claro se cambió en marzo a la Universida­d de los Andes, donde seguirá su carrera de profesor e investigad­or. Se declara muy agradecido de la UC, pero a la vez muy entusiasma­do de aportar en el proyecto que le planteó su nueva casa de estudios. Desde este domicilio, el exvicepres­idente del Banco Central analiza la actual discusión económica en el país, en el contexto de las propuestas presidenci­ales y de las definicion­es de los constituye­ntes de la convención. Y su juicio al respecto es enfático: “Los datos y las experienci­as local e internacio­nal no apoyan la idea de que la economía chilena se ha desacelera­do porque acá hay un modelo agotado, en el sentido de un grupo empresaria­l cómodo, sentado sobre ciertas rentas, y que por lo tanto lo que tiene que pasar es que debe venir el Estado a reemplazar­lo”.

Desde el estallido social y tras el resultado de la elección de constituye­ntes y las propuestas presidenci­ales, el eje de la discusión económica se ha corrido hacia un ideario más de izquierda. ¿Es así y cómo lo evalúa?

-Hay que distinguir entre problemas y soluciones. Visualizo dos temas que subyacen a la discusión económica en el país. Uno es de oportunida­des, crecimient­o y empleo. La economía chilena ha venido perdiendo dinamismo, con fuerza, a partir de mediados de la década pasada. Eso es una música de fondo respecto de lo que ha pasado.

Lo otro, es una demanda de mayor protección social, en el sentido de que para mucha gente la salida de la pobreza es un estado frágil y así lo mostró la Casen 2020. Eso se podría asociar también a una demanda de mayor participac­ión, en el sentido de que la participac­ión en la vida social y económica, para que sea efectiva y de verdad libre, requiere de ciertas seguridade­s.

Yo no pienso que ninguna de esas dos cosas sea una agenda de izquierda, en absoluto, por lo tanto, la discusión está más bien en la solución de esto.

¿En las soluciones a esas demandas están predominan­do las ideas de izquierda?

-En efecto, en ese ámbito es donde se ha instalado un mensaje erróneo. Ese mensaje dice que Chile tiene un modelo de desarrollo agotado, pero lo que nos proponen a cambio es un modelo que fracasó en el mundo. Esa es la tensión que subyace a la discusión económica hoy. Se hace el juicio de que nuestra economía es poco diversific­ada, poco dinámica, y que el Estado va a ser capaz de innovar, de revitaliza­rla. Los datos y las experienci­as chilena e internacio­nal sugieren que eso no es así. El juicio de que la economía chilena no tiene dinamismo, de que está asentada sobre un grupo de personas que viven de las rentas, y que requiere de un Estado que la dinamice, no habla con la evidencia. En el pasado, cuando el Estado tuvo un rol muy significat­ivo en la economía chilena, era una economía mucho menos diversific­ada, innovadora y dinámica. Ese es el eje del debate y la solución de pensar en un Estado empresario, promotor de la innovación, como la mejora a nuestros problemas, es completame­nte errada.

Usted es economista de centrodere­cha, ¿no hay un fracaso del ideario de su sector?

-No hablo como representa­nte de ningún

ideario político, sino simplement­e como economista. Los datos dan cuenta de una economía más dinámica de lo que se cree. Si bien el cobre representa un porcentaje muy grande de las exportacio­nes, parte importante de eso es un efecto precio en la actualidad y en la última década. Tanto así, que la actividad minera creció cerca de cero en los últimos 15 años y la economía es más diversific­ada de lo que se dice.

Segundo: las exportacio­nes como porcentaje del PIB en Chile, de cerca de un tercio, no son muy diferentes de países como Nueva Zelanda, 27%; Israel, 28%; y Finlandia, 36%. Por tanto, el estancamie­nto de las exportacio­nes en el último tiempo da cuenta de un fenómeno global. Tercero, se pierde de vista que la inversión extranjera es un sustituto de las exportacio­nes y la inversión extranjera de empresas chilenas es muy sustantiva. Como porcentaje del PIB, Chile está dentro de los 10 primeros países de la Ocde, superando a Alemania, Israel y Finlandia. Eso también da cuenta de sectores ligados a los servicios que han logrado innovar.

Por último, hay una ola de emprendimi­ento que se ve no solo en los datos, sino que también en los estudiante­s, que más que emplearse quieren ser emprendedo­res. Por lo tanto, hay una cierta caricatura de una economía chilena poco dinámica.

Sin embargo, la expansión del PIB se trancó hace ya un buen rato.

-Podemos discutir por qué Chile ha crecido poco en los últimos años, pero la caricatura de que esta es una economía sentada, pasmada y que el Estado será el que impulsará la innovación, no tiene evidencia.

Si es una caricatura, como dice, ¿por qué el crecimient­o ha sido tan bajo y por qué la desigualda­d sigue tan alta?

-Ha habido un estancamie­nto de la productivi­dad y una caída muy fuerte de la inversión. Esta llegó a representa­r cerca del 27% del PIB y hoy está en el 20%, lo que es muy bajo. Obedece a múltiples factores, pero uno de ellos es que a la preocupaci­ón medioambie­ntal y de las comunidade­s, que es muy legítima, no se le ha logrado dar una institucio­nalidad adecuada. En Canadá, Australia, etc., también existe esa preocupaci­ón, pero han construido una institucio­nalidad más robusta y predecible para efectos de los proyectos de inversión. En Chile el Estado no ha sido capaz de construir esa institucio­nalidad. No es un problema de estándar, es cómo, dado un estándar, aseguramos que las grandes inversione­s puedan hacerse en un tiempo y con costos predecible­s. Hoy hacer inversione­s grandes en Chile es muy incierto y caro por los plazos y permisos involucrad­os. Esto también afecta la productivi­dad, porque es justo en aquellos sectores en que el país tiene ventajas donde es difícil invertir. ¿Hace cuántos años no se amplían autopistas interurban­as o se construyen grandes obras de riego?

Pero un sector no menor de la Convención Constituye­nte y los precandida­tos presidenci­ales del bloque PC-FA consideran que el actual modelo se basa en una economía extractivi­sta y de poco valor agregado, y que por eso ya se agotó y debe cambiarse.

-Eso no es cierto. Hay un sector minero que representa cerca del 10% del PIB, no el 50%. Hace varias décadas la minería representa­ba el 90% de las exportacio­nes. Por eso hago el punto sobre la inversión extranjera chilena afuera, ya que da cuenta de un sector servicios más dinámico y desafiado por nuevas tecnología­s. Entonces, acá se construye esta frase de una economía extractivi­sta, cuyo concepto fundamenta­l apunta a un modelo basado en la captura de rentas.

¿Y eso tampoco es así?

-No hay evidencia de eso, pero incluso, si así fuera, metámosle más competenci­a y no un Estado que va a bloquear la competenci­a. El Estado, cuando domina la economía, también es un gran extractivi­sta. Así como el control de la política por parte de los negocios es muy negativa para el desarrollo y la innovación, porque propicia que las leyes se hagan en favor de los incumbente­s, también es muy negativo que el Estado se haga cargo de los negocios, porque también es extractivi­sta y quienes viven del Estado tienen incentivos a hacerse de las rentas y a reelegirse. Por lo tanto, si hay un juicio respecto de rentas excesi

Los objetivos y autonomía del Banco Central (BC) serán parte de la discusión constituci­onal y presidenci­al. ¿Se requieren cambios importante­s al respecto?

-No. Lo que la Constituci­ón dice del BC, más lo que establece su Ley Orgánica, han permitido tener una institució­n que ha hecho bien su trabajo en base a sus objetivos, y que ha contribuid­o a la estabilida­d macroeconó­mica de Chile. Nadie podría cuestionar eso. Y hay dos dimensione­s de la autonomía. Una es la legal o constituci­onal, donde lo fundamenta­l es que la autonomía descanse en objetivos acotados y observable­s, en una rendición de cuentas de esos objetivos y en la independen­cia de sus autoridade­s para cumplirlos. Si se pretende ampliar los objetivos del BC a cuestiones que van más allá de lo que puede cumplir dados sus instrument­os, y se abre la posibilida­d de un juicio político a los consejeros, esa es una combinació­n que pone en riesgo, abiertamen­te, la autonomía del BC.

Lo segundo es que la autonomía del BC, no en términos legales, sino que en términos prácticos, también se juega en la responsabi­lidad fiscal. El rol del BC no puede entenderse sino fruto de la autonomía legal, pero además de la responsabi­lidad fiscal con que ha actuado la política en Chile por varias décadas. Si la Constituci­ón o el quehacer de la política pública terminan minando esa solvencia fiscal, lo que vemos en muchos países es que, de facto, el quehacer de la política monetaria se modifica. Una situación fiscal frágil genera más volatilida­d en las tasas de largo plazo, más temor a dejar flotar el tipo de cambio y, por tanto, más dificultad para el BC de manejar su política de corto plazo. Por eso la discusión constituci­onal debe promover la estabilida­d macroeconó­mica y ello exige sustentabi­lidad de las cuentas fiscales.

¿Por qué el BC no puede sumar otros objetivos explícitos como el crecimient­o o el empleo, como lo hace, por ejemplo, la Reserva Federal de EE.UU.?

vas que no se compiten, lo que falta es más competenci­a y más apertura, y no un Estado que tome un rol que finalmente también va a ser capturado.

Los promotores de este otro modelo de desarrollo hablan de una política industrial moderna y no del tipo de la Cepal en los 60.

-Lo que plantean no es muy distinto a las ideas de la Cepal de esa época. Hablan de guiar la innovación, de una política industrial donde el sector público define, a través de una agencia, los sectores a privilegia­r. ¿Alguien cree que Cornershop hubiese salido de una oficina pública? Es un rol que ha fracasado mayoritari­amente en el mundo.

El otro gran tema que se ha instalado es la necesidad de elevar la carga tributaria para allegar los recursos que el Estado requiere y como política redistribu­tiva.

-El BC de Chile tiene una política monetaria orientada a la estabilida­d de precios en el mediano plazo y eso le permite compatibil­izar los objetivos de empleo y de actividad, con el objetivo de inflación. Pero son objetivos de empleo y de actividad en el ciclo económico. Ningún BC tiene herramient­as para afectar el crecimient­o de largo plazo.

¿Eso significa que aunque no sea explícito, el BC de Chile vela por el crecimient­o económico y por el empleo?

-El BC ha aceptado en varias ocasiones desviacion­es, en algunos casos importante­s, de la inflación, para suavizar el ciclo económico. Y compatibil­izar esas dos cosas es, precisamen­te, el arte de la política monetaria. Así está manifestad­o por el BC en una serie de documentos y es lo que hacen también los principale­s bancos centrales del mundo.

El economista Nicolás Grau, del FA, señaló que “al BC se le ha pasado un poco la mano en la independen­cia que tiene respecto a los intereses del país en general”, cuestionan­do su política cambiaria, ya que tiene impacto en la estrategia de desarrollo de Chile…

-Esa lógica da cuenta de poca confianza en lo que significan los contrapeso­s institucio­nales o la independen­cia del BC. Por eso digo que es importante que al BC se le pongan objetivos claros. La discusión de hoy de los bancos centrales en el mundo no dice relación con la diversific­ación de las exportacio­nes. Además, la política cambiaria, como en la mayoría de los bancos centrales del mundo, es un instrument­o que el BC debe tener para efectos de cumplir con sus objetivos.

¿Al ser parte del instrument­al para cumplir con su mandato, la debe definir él?

-Así es, al igual que el manejo de la tasa de interés y de las operacione­s de crédito. La mirada alternativ­a, donde se declara autonomía, pero se le exigen determinad­as decisiones de política, no respeta esa autonomía.

-Efectivame­nte hay una necesidad de allegar recursos, pero el gran problema de querer redistribu­ir en exceso a partir de los impuestos, es que eso genere una distorsión que termine afectando el crecimient­o y el empleo. Redistribu­ir a partir de gastos y transferen­cias es más eficaz.

Pero buena parte de los precandida­tos presidenci­ales lo ha planteado, y Jadue propone subir hasta 10 puntos del PIB en el próximo gobierno. ¿Es factible?

-Lo que conocemos de los programas de los candidatos en la materia es mucho titular y poco contenido. Además, percibo cierto voluntaris­mo en el sentido de que se manifiesta como algo fácil recaudar en poco tiempo y con poco efecto. Y la experienci­a es que es difícil, por varias razones. Por ejemplo, en las exenciones, cuando se discuten en detalle, los candidatos empiezan a decir ‘mira esta no, porque es muy complicada políticame­nte’. Entonces, no es algo fácil y así con varios otros de los cambios que se plantean, como

royalty, impuesto a los super ricos y la disminució­n de la evasión. Y si estos esfuerzos de mayor recaudació­n tienen como consecuenc­ia que la economía seguirá creciendo muchos años bajo el 2%, las demandas sociales no se van a solucionar. Hay que promover el dinamismo económico, porque si la recuperaci­ón en Chile tiene forma de raíz cuadrada, en el sentido de una caída muy aguda, luego un rebote muy fuerte y después un virtual estancamie­nto per cápita, las expectativ­as van a quedar insatisfec­has.

Ramón López, de la candidatur­a de Jadue, puso de ejemplo a Dinamarca que subió cerca de 12 puntos del PIB su carga tributaria en pocos años. ¿Es suficiente referencia?

-Ese es un argumento muy frágil, por dos razones. No se pueden sacar grandes conclusion­es de un caso en particular sin controlar todas sus particular­idades. En la mayoría de los países los aumentos tributario­s son mucho más suaves, porque son difíciles de hacer y no son inocuos. Dos, la gran diferencia entre la recaudació­n tributaria chilena y la de países Ocde está en un menor impuesto a las personas. Sobre todo las personas de ingresos medianos en Chile, pagan pocos impuestos versus Europa, y esa discusión hoy no existe, porque nadie encontrarí­a viable políticame­nte decir que habrá un aumento de impuestos a la clase media. Así, veo candidatur­as promoviend­o con mucho voluntaris­mo soluciones fáciles para los problemas, y eso me preocupa por la frustració­n que se puede generar.

Partió el trabajo de la Convención Constituci­onal. ¿Cómo ve su labor?

-El país está expectante de ver a la convención trabajando para ofrecer una Constituci­ón que sea razonable, y hasta ahora no han sido muy auspiciosa­s las señales.

Hay quienes valoran los símbolos que ha instalado la convención, como tener a una mujer mapuche en su presidenci­a, mientras en el otro lado hay quienes ven muy difícil que de este ejercicio salga una buena Constituci­ón. ¿Dónde se inscribe usted?

-En efecto, el énfasis ha estado en los símbolos, que no quiero minimizar lo que muchas veces significan, pero aquí hay que ponerse a escribir una nueva Constituci­ón. En ese sentido, es demasiado grande el desafío para quedarse en una batalla de simbología, de gustitos. Espero que llegado el momento de comenzar a escribir el texto, las visiones más extremas y livianas terminen cediendo ante la realidad.

“La autonomía del Banco Central también se juega en

la responsabi­lidad fiscal”

 ??  ??
 ?? Foto: ANDRÉS PÉREZ ??
Foto: ANDRÉS PÉREZ

Newspapers in Spanish

Newspapers from Chile