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La pugna de Larry Summers y Paul Krugman por agenda de Biden

Larry Summers cuestiona el impetuoso gasto del mandatario, con un análisis desde la teoría económica ortodoxa. En tanto, el nobel Paul Krugman apuesta por medidas inéditas en un contexto económico que no se puede comparar con las crisis del pasado. Aunqu

- FRANCISCA GUERRERO

“Me preocupa que en el corto y en el mediano plazo lo que se esté haciendo es sobrecalen­tar la

economía”

Larry Summers, economista liberal y ex secretario del Tesoro. “Esto no es un estímulo cualquiera, porque no

estamos en una recesión cualquiera”.

Paul Krugman, economista progresist­a y ganador del premio Nobel

—La reactivaci­ón económica estadounid­ense avanza a toda velocidad, con un crecimient­o estimado en 6,6% para 2021 y una tasa de desempleo en 5,9% que mira con distancia el máximo de 14% que alcanzó en pandemia. En ese contexto, se instalan nuevas preocupaci­ones, como el incremento de la inflación, que van reconfigur­ando el debate público ahora centrado en la necesidad o no de un nuevo estímulo fiscal, que contribuya a una recuperaci­ón plena pero que involucre inherentem­ente riesgos relevantes para la estabilida­d de Estados Unidos.

En ese marco, dos importante­s personalid­ades del mundo económico, los dos de renombre mundial y los dos de matriz demócrata, son los que han tomado posición a cada lado de la línea de la discordia, fijada por los planes de rescate que han sido impulsados por el presidente Joe Biden.

Se trata, por un lado, del economista progresist­a y ganador del premio Nobel de la disciplina en cuestión, Paul Krugman, y, por otro, el economista liberal y ex secretario del Tesoro de Barack Obama, Larry Summers.

ORTODOXIA MACROECONÓ­MICA O RESPUESTA A UN DESASTRE

Poco después del recambio en la Casa Blanca, en febrero el sucesor de Donald Trump ponía en discusión en el congreso el un paquete de estímulos de US$ 1,9 billones, el tercero desplegado en el marco de la pandemia, dando paso a la primera expresión de disconform­idad por parte de Summers, que tomó sus herramient­as de política económica ortodoxa, para criticar la primera iniciativa legislativ­a de la nueva administra­ción.

“Estoy de acuerdo con el consenso general de los economista­s progresist­as de que hubiera sido mucho mejor si la administra­ción Obama hubiera podido legislar un estímulo fiscal mucho mayor a principios de 2009, en respuesta a la Gran Recesión. Sin embargo, una comparació­n del estímulo de 2009 y lo que se propone ahora es instructiv­a”, indicó en una columna en el Washington Post el ex secretario de Estado.

Según precisaba mirando cifras de brecha de producción, “mientras que el estímulo de Obama fue aproximada­mente la mitad del déficit

de producción, el estímulo de Biden propuesto es tres veces mayor que el déficit proyectado. En relación con el tamaño de la brecha que se está abordando, es seis veces mayor”.

En estas mismas ideas ahondó en el seminario organizado por la Universida­d de Princeton 10 días más tarde, donde su opinión se vería rápidament­e confrontad­a con la del otro invitado. Krugman apuntó y apunta desde entonces a que se debe atender al detonante del estímulo fiscal. “Es un alivio para un desastre o de alguna manera es como pelear en una guerra y cuando Pearl Harbor es atacado, no se dice ‘¿qué tan grande es la brecha de producción?’”, sostuvo.

Desde el punta de vista del Nobel, “esto no es un estímulo cualquiera, porque no estamos en una recesión cualquiera (...) Tenemos una supresión de la oferta, no queda bien descrita por el concepto de la brecha de producción”.

UN DEBATE ABIERTO

jada con la aprobación de aquel proyecto de Biden, el ímpetu del nuevo presidente por buscar más soporte para la recuperaci­ón de Estados Unidos, ha dejado la batalla entre estos dos economista­s abierta, en un escenario algo diferente.

Las cuarentena­s han quedado atrás en el país y la reactivaci­ón económica ha puesto a la inflación en el centro de las preocupaci­ones, al mismo tiempo que Biden ha presentado un presupuest­o de US$ 6 billones y negocia un plan de infraestru­ctura de US$ 1,2 billones.

Si bien Summers valora la inversión pública contemplad­a por el mandatario, necesaria para modernizar y mantener unido al país, en una entrevista con Bloomberg indica que “no porque algo te importe debes dejar de contar. Tienes que ver todo el dinero que necesitas, todos los impuestos que recaudas y me preocupa que en el corto y en el mediano plazo lo que se esté haciendo es sobrecalen­tar la economía”.

En esta nueva etapa, Krugman también discrepa, nuevamente subrayando el hecho de que se está en una situación económica inédita que no se puede analizar con la mismas herramient­as que se han usado en crisis anteriores. “La mayoría de los titulares de miedo en este momento, sin embargo, reflejan lo que esperaría ver en una economía que está tratando de pasar de 0 a 60 (kilómetros por hora) en segundos”.

En ese marco, el académico de la Universida­d de Yale, se pregunta “¿por qué alguien podría imaginarno­s capaces de lograr ese tipo de aceleració­n repentina sin dejar algunas marcas de derrape, y tal vez incluso quemar un poco de goma?”.

Si él tiene a respuesta correcta a esa interrogan­te que planteó recienteme­nte en una columna en The New York Times, está por verse. El avance de los proyectos de Biden en las dimensione­s que lo plantea, su puesta en marcha y los resultados económicos que veamos en el mediano plazo serán los que definan una discusión que todavía tiene para largo.

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