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Cuentas nocionales: sistema de reparto disfrazado

- —por GUILLERMO ARTHUR

En el último tiempo han surgido propuestas en algunos países para reemplazar el actual sistema de capitaliza­ción individual por uno de cuentas nocionales. Sin embargo, conceptual­mente lo primero que hay que tener en cuenta es que las cuentas nocionales son un sistema de reparto, ya que las pensiones de los actuales jubilados se financian con las contribuci­ones de los trabajador­es activos. La única diferencia entre un sistema de reparto puro y uno de cuentas nocionales radica en que en este último se incluyen ajustes actuariale­s a las pensiones, lo que les entrega cierta ventaja con respecto a los primeros, al estrechar parcialmen­te la relación entre cotizacion­es pagadas y monto de las pensiones recibidas.

Sin embargo, en los sistemas de cuentas nocionales, como en todo sistema de reparto, no está resuelto el problema de las presiones demográfic­as que resulta de una mayor expectativ­a de vida y una menor tasa de natalidad y que se exacerba por las altas tasas de informalid­ad latinoamer­icanas.

Como en los sistemas de cuentas nocionales no existen fondos acumulados reales que pertenezca­n a los trabajador­es, los recursos no pueden multiplica­rse a través de la rentabilid­ad, como ocurre en los sistemas de capitaliza­ción individual.

Las proyeccion­es de largo plazo del regulador de pensiones en Suecia, concluyero­n que, debido a la ausencia de rentabilid­ades, el esquema de cuentas nocionales pagará en el largo plazo pensiones 43% inferiores a las otorgadas por el programa complement­ario de capitaliza­ción individual, para igual tasa de cotización. Estas cuentas tampoco entregan derechos de propiedad, ni de herencia, ni generarán inversione­s que apoyen el crecimient­o económico de los países.

En resumen, si bien algunos pocos países con institucio­nes fuertes y creíbles han implementa­do sistemas de cuentas nocionales, estos llevan poco tiempo en operación (Italia y Letonia desde 1996 y Polonia, Suecia y Brasil desde 1999) y existen serias dudas de si serán capaces de mantener los ajustes automático­s de los parámetros que se utilizan para la concesión de los beneficios en el futuro, cuando los cambios demográfic­os den su golpe más duro y las presiones políticas sean enormes.

La experienci­a de Suecia es decidora al respecto. Los estudios señalan que, dado el envejecimi­ento de la población, los fondos nocionales sufrirán reduccione­s de carácter permanente a futuro, lo que obligará al país, para mantener la sostenibil­idad fiscal, a reducir las promesas de pensiones, o aumentar las contribuci­ones, siendo ambos caminos impopulare­s.

Si los sistemas de reparto no pudieron cumplir con la promesa de otorgar un “beneficio definido”, consideran­do que -entre 1995 y 2020, 62 países aumentaron la edad de jubilación, 62 congelaron o bajaron los beneficios y 79 subieron la tasa de cotización-, no vemos la razón por la cual los mecanismos de cuentas nocionales que simulan una acumulació­n de ahorro que no existe, pudieran dar cumplimien­to a esa promesa.

Por todos estos motivos, no existe una razón para cambiar un sistema en que los trabajador­es son dueños de sus aportes para financiar sus pensiones. Debemos sacar este debate de las trincheras ideológica­s, para buscar sin prejuicios la manera de corregir los defectos que tienen los sistemas de capitaliza­ción individual, sin retroceder a modelos que han fracasado en el mundo.

*Presidente FIAP (Federación Internacio­nal de Administra­doras de Fondos de Pensiones).

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