El valor de la tecnología para la tercera edad
Un efecto positivo que ha tenido la pandemia es que muchos adultos mayores se han incorporado al mundo digital. Esto es muy significativo, dado que para 2035 se prevé un importante aumento de este grupo etario: según proyecciones realizadas por el Instituto Nacional de Estadísticas (INE) sobre la base del Censo 2017, equivaldrá al 19% del total de la población, con casi 4 millones de personas. Así, hoy el desafío de las nuevas tecnologías es escalar en masividad. ¿Cómo facilitar que más personas mayores las incorporen a sus vidas?
Lo primero es erradicar algunos mitos. Cuando se habla de tecnología, muchas veces se piensa en soluciones complejas y de alto costo. Sin embargo, hoy existe una amplia oferta de herramientas amigables, flexibles y de fácil acceso que permiten dar respuesta a necesidades puntuales de personas de la tercera edad, por ejemplo, para mantenerse comunicados con sus familias o resguardar su seguridad. Tal es el caso de los botones de pánico, que han surgido como una solución práctica y de fácil uso para monitorear su estado de salud y actuar con rapidez en caso de una emergencia.
Son dispositivos inalámbricos que funcionan con una tarjeta SIM de datos y están asociados a un número de teléfono que permite identificar al emisor de la alerta en caso de un incidente. No necesitan contar con un plan de telefonía ni datos para operar, sino que solo con estar prendidos y cargados es suficiente para mantenerlos activos. Así, si una persona necesita asistencia médica a su domicilio, solo tiene que activar el botón para enviar una señal que es recepcionada a una central de comunicaciones. Desde allí, coordinarán el llamado a una ambulancia y darán aviso de la situación a sus familiares o cuidadores.
Otros ejemplos de tecnologías asistivas son los servicios de teleasistencia, alarmas que suenan cuando se abre y se cierra una puerta, detectores de humo y de monóxido de carbono, cámaras con acceso remoto y sensores de movimiento, entre otros. Se trata de herramientas simples, pero que hoy pueden contribuir en forma importante a la autonomía de personas mayores y minimizar potenciales riesgos en sus casas.
Un capítulo aparte es el avance de la telemedicina, que ha tenido un despliegue importante en el último año, ya que no solo ha facilitado los controles médicos durante la pandemia, sino que también podría convertirse en un nuevo catalizador para la digitalización de los adultos mayores. La clave para la implementación de este tipo de soluciones es incorporarlas de forma amigable a la vida cotidiana de las personas mayores y sus entornos, entendiendo que deben adaptarse a sus hábitos y preferencias en lugar de asumir que todos las emplearán de la misma manera.
En ese sentido, el valor de la tecnología puede ser sustancial para la tercera edad, ya que contribuye de manera muy concreta y significativa a mejorar su calidad de vida. En la medida que conozcan nuevas herramientas y comprendan su utilidad, pueden simplificar sus rutinas y resguardar mejor su bienestar, y luego avanzar a un siguiente nivel, como ser usuarios de telemedicina o de soluciones asistivas, lo que contribuiría a potenciar su salud y cuidado. Una clave en este proceso es acompañar a las personas mayores y entregarles soporte continuo para que puedan familiarizarse con las plataformas y aplicaciones. Asimismo, el gran desafío está en desarrollar programas masivos integrales a nivel nacional, que van mucho más allá de únicamente facilitar la tecnología, y que requieren del compromiso transversal para su implementación, sobre todo en un contexto como el actual.