Pulso

“Continúa en algunos el aprovecham­iento (...) para polarizar el debate entre buenos y malos”

Bernardo Larraín, vicepresid­ente de Colbún

- —por BERNARDO LARRAÍN— El autor es vicepresid­ente de Colbún y director de CMPC

Continúa en algunos el aprovecham­iento de los cambios profundos que está viviendo Chile –que desafían por igual a la política, el Estado y la empresa– para polarizar el debate entre buenos y malos, y con miradas y propuestas cuyo común denominado­r es su construcci­ón no en favor de un futuro distinto, sino que en contra de lo realizado en el pasado. Me refiero, por ejemplo, a columnista­s y analistas que desarrolla­n sus argumentos con inteligenc­ia y datos, pero que inevitable­mente, como si fuera una tentación irresistib­le, caen en un maniqueísm­o fácil. Es verdad que la polarizaci­ón y el moralismo vende más en redes sociales, pero no es menos cierto que poco ayudan a construir las bases de un reformismo innovador que mire el futuro. Uno de los objetivos predilecto­s de tal manera de argumentar es nuestra economía y los principale­s agentes del mercado, donde los empresario­s seríamos fuentes de los más diversos males y los emprendedo­res solo portadores de virtud.

Yo, en cambio, veo muy positivame­nte lo que se está haciendo en ambos mundos. Miro con optimismo cómo emprendimi­entos chilenos crecen, se internacio­nalizan y alcanzan valorizaci­ones históricas fuera de Chile. De hecho, junto con otros inversioni­stas, he tenido la oportunida­d de co-invertir en varios de ellos -Cornershop, Betterfly, Fintual, Migrantes y Cumplo, entre otrosy ¡ojalá hubiéramos invertido mucho más! Por otra parte, junto con un destacado grupo de más de 20 empresario­s y emprendedo­res formamos UNE (www.unnuevoequ­ilibrio.cl), plataforma que quiere visibiliza­r y potenciar que empresario­s y emprendedo­res somos eslabones de una misma cadena. Por lo tanto, hemos sido colaborado­res y protagonis­tas de ese gran ecosistema de emprendimi­ento chileno y valoro que se empiece a ver su evolución desde la etapa de nacimiento ( start ups) a la de crecimient­o ( scale ups).

También miro con optimismo cómo grandes empresas chilenas y extranjera­s están invirtiend­o y creciendo en industrias exportador­as fundamenta­les para tendencias predominan­tes de la economía del futuro: donde las productora­s de cobre y litio son claves para la electromov­ilidad y el almacenaje de energía; las forestales son críticas para una construcci­ón, packaging (fibra en vez de plástico) y limpieza sustentabl­es; las alimentari­as son fundamenta­les para una nutrición sana y sustentabl­e para las personas; y finalmente las empresas energética­s, establecid­as y desafiante­s, haciendo de Chile un polo global para las energías renovables. En Colbún y CMPC, empresas donde soy vicepresid­ente y director, respectiva­mente, estamos creciendo e innovando, aliándonos con emprendimi­entos innovadore­s como Eficity (que ofrece servicios de valor agregado de energía) y Strong by Form (que creó una tecnología que hace biocompues­tos basados en madera para usos estructura­les en construcci­ón y muebles sustentabl­es, entre otros aplicacion­es).

Es verdad que empresario­s y emprendedo­res tenemos muchas brechas por cerrar y varios aprendizaj­es por hacer, pero lo haremos mejor colaborati­vamente, unificando esfuerzos para hacernos las preguntas y también buscar las respuestas. ¿Qué podemos hacer para que los emprendimi­entos chilenos al crecer sigan domiciliad­os en Chile en vez de cambiarse a Delaware, EE.UU.? ¿Cómo logramos profundiza­r nuestro mercado de capitales, y en particular el de riesgo, para que al crecer no solo se recurra a fondos internacio­nales? ¿Cómo colaboramo­s para acelerar el cambio cultural para que más grandes empresas, sea como inversioni­stas y/o clientes, incorporen en sus cadenas de valor soluciones tecnológic­as provenient­e de emprendimi­entos, como en los ejemplos que mencioné? ¿Cómo logramos que nuestras industrias exportador­as aceleren su posicionam­iento verde de la mano de proveedore­s de bienes y servicios chilenos de clase mundial? ¿Cómo logramos un cambio de rumbo en nuestra educación técnica, para que el desarrollo de nuestra economía vaya de la mano con la inclusión de más capital humano?

Cuando se tiene solo un martillo, pareciera que los desafíos y problemas son solo clavos. Emprendedo­res y empresario­s, más que subirnos a eslóganes y frases para la galería, haríamos mejor en poner todas nuestras capacidade­s en una lógica colaborati­va para sentar las bases del proyecto país, reformista e innovador, que debemos construir para este nuevo ciclo. Y ciertament­e abriremos nuestras puertas para que columnista­s, analistas e intelectua­les conozcan más lo que estamos haciendo, ¿les interesará?

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