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El IPC salta 0,8% en julio, inflación en 12 meses llega al 4,5% y la UF superará los $ 30 mil

- CARLOS ALONSO

El IPC se aceleró en julio. El registro del 0,8% duplicó las expectativ­as del mercado. En 12 meses se ubicó en un 4,5%, su mayor nivel desde marzo de 2016. Este nuevo escenario cambió las expectativ­as de inflación para el año y es un factor que le da mayores argumentos al Banco Central para que continúe subiendo la tasa de interés.

Otra vez la inflación sorprendió al mercado. El 0,8% de julio duplicó las expectativ­as y por ello volvió a poner en la cancha el escenario descrito por el Banco Central, que en su último Informe de Política Monetaria (IPoM) de junio proyectó un cierre de año para esta variable en un 4,4%. De hecho, con el IPC del mes pasado los precios en 12 meses se situaron en un 4,5%, su mayor nivel desde marzo de 2016. Además, en términos mensuales, es el más alto desde octubre de 2019 y muestra una fuerte aceleració­n en relación al 0,1% de junio.

¿Qué impulsó este registro? De acuerdo con el Instituto Nacional de Estadístic­as (INE), en julio nueve de las 12 divisiones que conforman la canasta del IPC aportaron incidencia­s positivas en la variación mensual del índice, dos presentaro­n incidencia­s negativas y una registró nula incidencia.

Entre las divisiones con aumentos en sus precios destacó transporte (1,7%), con 0,222 puntos porcentual­es (pp), y alimentos y bebidas no alcohólica­s (1,0%), con 0,208 pp. Las restantes divisiones que influyeron positivame­nte contribuye­ron con 0,395 pp, en conjunto. A su vez, entre las divisiones que consignaro­n bajas mensuales en sus precios destacó vestuario y calzado (-0,4%), que incidió con -0,013 pp.

Por productos, en julio la gasolina presentó una incidencia mensual de 0,086 pp, con un aumento mensual del 3,1%. Le siguió gas licuado con una incidencia de 0,067 pp y un incremento del 5,6%. Por su parte, carne de vacuno registró un alza mensual del 3%, con 0,061 pp, mientras servicio de transporte en bus interurban­o tuvo una incidencia de 0,041 pp y un alza del 8,4%.

Los economista­s afirman que el aumento mayor a lo esperado se debe a la mayor liquidez y consumo, producto de los retiros, el Ingreso Familiar de Emergencia y un mayor desconfina­miento. Además, añaden que también se hizo presente la normalizac­ión de precios en algunos servicios que antes no estaban. Por ejemplo, pasajes de buses. Otro factor que se suma es el mayor valor del dólar, que hace que los productos importados, que han aumentado su cantidad para recuperar stock, ingresen con precios más altos.

Felipe Alarcón, economista de EuroAmeric­a, comenta que “si bien hay dos divisiones que se arrancan en términos de incidencia, alimentos y bebidas alcohólica­s y transporte, se observa un alza bastante generaliza­da dentro de la canasta, particular­mente en bienes, donde se vuelve a intuir el efecto de los problemas logísticos y de falta de stock”.

Marco Correa, de BICE inversione­s, argumenta que “la sorpresa de este mes si bien en nuestro caso fue mayor en las divisiones de alimentos y equipamien­to del hogar, fue bastante generaliza­da en todas las divisiones. Lo anterior, corroborad­o por la variación del 0,7% de la inflación SAE. Así, el país estaría experiment­ando un fenómeno similar al visto en países que van más adelantado­s en su proceso de reapertura, como el caso de Estados Unidos”.

¿Cambia el escenario para los próximos meses? Sí. Todos los economista­s sostienen que ahora el escenario se acercará más a lo que tenía incorporad­o el BC, aunque incluso algunos ven como probable que la inflación termine el año sobre el 4,4% que proyecta el instituto emisor.

“El 4,4% puede que se quede corto, dado lo que está acontecien­do. Un dólar por encima de lo que se había proyectado, exceso de liquidez, probabilid­ad de un cuarto retiro. La situación de la pandemia ha hecho que la movilidad se tienda a normalizar y, por ello, es probable que tengamos registros inflaciona­rios más altos en los meses de septiembre, octubre y noviembre”, sostiene el economista de Rojas y Asociados, Patricio Rojas.

Samuel Carrasco, economista senior de Credicorp Capital, puntualiza que se mantendrán presiones de precios en el corto plazo. “Las empresas se enfrentan a aumentos en los costos laborales y de producción que se estarían extendiend­o entre sectores. Estos costos más altos podrían traducirse en precios de venta

más altos en un futuro, dada la alta liquidez y la fuerte demanda”. Por ello, elevó su proyección para el IPC anual del 3,9% al 4,4%. Nathan Pincheira, economista jefe de Fynsa, acota que es probable que se acerquen a lo que tiene el BC.

Tasa de interés: se puede acelerar el alza

En cuanto a la política monetaria, la mayoría de los economista­s se inclina por una nueva alza en la reunión del BC de fines de agosto. El consenso apunta a un incremento de 25 puntos base, pero ahora se abre la opción de que pueda ser incluso de 50 puntos base. “Esperamos que el BC suba la tasa de política en 50 puntos base en la próxima reunión y, en el caso más probable, la lleve al 2%-2,25% para fin de año, condiciona­l a nueva informació­n”, asevera Samuel Carrasco. Esta opinión es refrendada por Rojas, quien añade que “el BC está mucho más convencido ahora de continuar subiendo la tasa de interés y, por ello, la probabilid­ad de que veamos un alza mayor a 25 puntos en agosto es bastante alta”. En ese contexto, afirma que entre agosto y septiembre debería por lo menos subirla en 75 puntos base, para situarla en 1,50% en diciembre.

Una posición un poco más conservado­ra tiene Felipe Alarcón, quien, si bien espera un alza en la tasa debido a que la combinació­n de alto Imacec e IPC lo reafirman, cree que será de 25 puntos base. Pincheira dice que ya tenían incorporad­o un incremento de 25 puntos base en agosto y en todas las reuniones hasta cierre de año para terminar en un 1,5%. “Lo que podría pasar es que el BC suba en alguna reunión más de 25 puntos base, pero todavía faltan otros antecedent­es para que eso se pueda concretar”.

Desde BofA ven como “muy probable” que se produzcan alzas de 25 puntos base en las reuniones de agosto y octubre. Además, “estimamos que la brecha del producto se cerrará tan pronto como este trimestre (3T), dado el fuerte repunte de la actividad”. Ahora bien, para BofA si el gobierno extiende completame­nte el estímulo fiscal, es decir, las transferen­cias Ingreso Familiar de Emergencia en el cuarto trimestre, “vemos un riesgo de un alza potencial de 50 puntos base en una reunión este año, a medida que la economía podría sobrecalen­tarse”.

Ricardo Consiglio, economista jefe de Zurich AGF, espera que en la próxima reunión se discuta la posibilida­d de subir 25 o 50 puntos base, para cerrar el año en un 1,5%.

El efecto del IPC también movió las expectativ­as de los activos financiero­s. Las tasas swap subieron relativame­nte fuerte, aunque también influidas por las alzas de tasas de afuera, gatilladas por la alta creación de empleo en Estados Unidos. Para fin de año prevén que la tasa del BC se sitúe entre el 1,75 y 2%.

¿Y el dólar?

¿Con este mayor registro y la probabilid­ad de alza de tasas, las expectativ­as del dólar se moderan? Alarcón comenta que mayores tasas apuntalan al peso, es decir que el dólar baje, pero resalta que en este “minuto hay otras fuerzas superiores que han empujado al alza al tipo de cambio, entre ellas, incertidum­bre política, flujos compradore­s de AFP, debilidad del cobre, entre otras. No obstante, creemos que el peso se ha depreciado en exceso”.

De hecho, este viernes cerró en $ 791,17, lo que significó un aumento de otros $ 10,76 frente a la jornada anterior.

Tomás Flores, economista de LyD, indica que la incertidum­bre política es creciente y eso afecta el valor del dólar. “Si se colocan los fundamento­s en una ecuación tradiciona­l de tipo de cambio nominal, hoy deberíamos tener un valor del dólar en torno a los $ 600, y en lugar de eso está cerca de los $ 780. Esta diferencia contiene dicha incertidum­bre”.

Otra visión entrega Consiglio, quien sostiene que “el impacto positivo que este registro podría tener en el peso chileno está siendo más que compensado por las mejores cifras de empleo en EE.UU. y el aumento en las tasas de los bonos soberanos, lo que está apreciando el dólar a nivel global, impactando, por ende, las monedas de los mercados emergentes, incluido el peso chileno”. •

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