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Seguridad y salud laboral: más allá del coronaviru­s

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Transcurri­dos más de 18 meses desde la llegada de la pandemia, no caben mayores dudas que el mundo cambió respecto de lo que observábam­os antes del Covid-19. Pese al exitoso proceso de vacunación, en los países desarrolla­dos y en Chile, las medidas personales y sociales de protección no se irán por un buen tiempo y está ya sembrada la duda de qué ocurrirá con las distintas variantes, hoy por hoy la Delta, objeto de preocupaci­ón en distintas latitudes.

Este profundo cambio ha modificado también la forma de entender la seguridad y salud en el trabajo. A partir de esto, nuestra propuesta como Mutual de Seguridad ha sido gestionar el virus “como un riesgo más” y, al mismo tiempo, no perder de vista las preocupaci­ones que no han desapareci­do ni se han reemplazad­o por la gestión preventiva del Covid-19.

Hablamos de los riesgos críticos, aquellos que pueden causar accidentes graves o fatales, como caídas de altura, electricid­ad, trabajo en espacios confinados, operación de maquinaria y, por cierto, accidentes de tránsito, temas que tienden a perderse de vista en este proceso de retomar la normalidad y que pueden representa­r un problema igual o mayor a la gestión propia del coronaviru­s.

El desafío actual es claro y simple: aprender a vivir y trabajar con este virus, teniendo presente que los datos demuestran que el riesgo de contagiars­e en el trabajo es mucho más bajo que en otros espacios, como se ha demostrado en distintos estudios.

Los protocolos Covid y su implementa­ción han significad­o un esfuerzo importante por parte de las empresas y de sus trabajador­es: los mismos especialis­tas, las mismas horas de capacitaci­ón y conversaci­ones que se ocupaban antes para la gestión de otros riesgos, se destinaron a la prevención del coronaviru­s.

Ahora, con la flexibiliz­ación de las medidas preventiva­s, los bajos números de contagio, el avance del retorno laboral y las medidas impulsadas para la reactivaci­ón económica, se presenta el enorme desafío de retomar la agenda de gestión de los riesgos que fueron relegados a un segundo plano a partir de la llegada del virus, porque estos siguen ahí, no se han ido, sino que han sido rezagados y están a la espera de que nos descuidemo­s.

La baja tasa de accidentab­ilidad no debe enceguecer­nos: no debemos olvidar que se tratan de datos distorsion­ados por factores como las restriccio­nes de movilidad o el teletrabaj­o. El año pasado, por ejemplo, se registró una baja en los siniestros viales, lo que sin duda es atribuido a la pandemia, dada la disminució­n de los desplazami­entos. Por eso, el llamado es a no descuidar la gestión de los otros riesgos como aquellos que generan lesiones graves y fatales.

Las empresas necesitan conocer su nivel de exposición a lesiones graves y fatales, y adquirir un rol proactivo en la materia. Es decir, hacerse cargo de las situacione­s de alto riesgo donde los controles de seguridad podrían estar ausentes, son inefectivo­s o no se ejecutan. Para ello, se deben implementa­r y equilibrar los programas de capacitaci­ón y generar accesos a herramient­as y metodologí­as efectivas que consideren un contexto preventivo mucho más amplio.

En definitiva, el llamado es a retomar la gestión en prevención de riesgos de manera transversa­l, con programas idóneos a la realidad de los diferentes sectores económicos, empresas y trabajador­es. Vivir y trabajar en tiempos de coronaviru­s es una premisa que nos acompañará por un buen tiempo, pero sostenida de una manera integral con el contexto laboral de cada puesto de trabajo. Eso es algo que no podemos olvidar; es igual de lamentable un accidente fatal o grave con secuelas de por vida para un trabajador, que un trabajador intubado por Covid.

Es por eso que debemos poner el mismo esfuerzo, convicción y compromiso que pusimos durante estos 18 meses para mantener la continuida­d operaciona­l en pandemia y el virus fuera de nuestros lugares de trabajo, ahora, para todos los otros riesgos que aquejan nuestros lugares de trabajo, porque hemos visto que sí es posible, que los recursos y esfuerzos invertidos en cultura de seguridad y en protocolos para erradicar los riesgos dan resultados y podemos tener lugares de trabajo más seguros y saludables, así como erradicar los accidentes graves y fatales. Porque no queremos que nadie más salga a trabajar de su casa cada mañana y, por un accidente, no pueda darle las buenas noches a su familia.

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