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Commoditie­s y la especulaci­ón

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“La inflación del IPC está determinad­a en gran medida por los precios de los commoditie­s”, aseguró Jing Liu, economista de HSBC, en un informe que siguió al dato de inflación de China, país que justamente está implementa­ndo “diversas medidas para enfriar las materias primas en ebullición”, según precisaba en el mismo documento.

La inflación del resto del mundo tampoco ha sido ajeno al efecto en inflación que, en el último año, han tenido los saltos del 47,8% en el precio del cobre, del 59% en el del hierro, del 60,4% en el del petróleo WTI y del 56,1% en el del Brent.

Es por esto que para Esteban Polidura, analista de Julius Baer, uno de los motores de la inflación es una “avalancha especulati­va en algunos precios de las materias primas”, lo que ha saltado a la vista de las dos mayores potencias económicas mundial.

Por una parte, el gigante asiático intensific­ó los ajustes tanto en operacione­s como en almacenami­ento de materias primas, además de lo cual reforzó las inspeccion­es del mercado al contado y de futuros, según informó en mayo su primer ministro, Li Kieqang.

En tanto, en Estados Unidos se han concentrad­o en el alza experiment­ado por el crudo y la responsabi­lidad que en ellos le cabe a la Opep. Primero fue el asesor de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, Jake Sullivan, el que criticó al cartel, reclamando que su producción “simplement­e no era suficiente”, para que luego intervinie­ra el propio Biden apuntando al efecto en el IPC.

“También le dejamos en claro a la Opep que los recortes de producción realizados durante la pandemia deberían revertirse a medida que la economía global se recupera, con el fin de reducir los precios para los consumidor­es”, indicó el Mandatario estadounid­ense.

Las cosas no lucen mucho mejor para adelante, al menos por el lado de los combustibl­es. De acuerdo con los pronóstico­s de Bank of America, “hay muchas ventajas en la demanda de viajes aéreos en los próximos meses y los PMI manufactur­eros apuntan a una recuperaci­ón continua de la actividad industrial. Estas tendencias en los viajes y la industria deberían respaldar el mercado de destilados en 2022”. Es así como proyectan que el Brent alcance los US$ 100 el barril en algún momento del próximo año, desde los US$ 70,2 actuales.

La reactivaci­ón del comercio internacio­nal, en el marco de la recuperaci­ón económica y de la reposición de inventario­s, ha puesto en jaque al transporte marítimo por donde fluyen las mercancías alrededor del globo. Los contenedor­es, en algunas ocasiones varados en zonas afectadas por la pandemia, no dan abasto para satisfacer la demanda. En ese marco, de acuerdo con lo consignado recienteme­nte por The Wall Street Journal, se espera una producción récord de contenedor­es, proceso que también se está encarecien­do. Si en 2016 el costo de uno estándar de fabricació­n china costaba US$ 2.375, este año el precio alcanza los US$ 5.795.

Muestra de las dificultad­as de oferta y alza de demanda es el costo de flete marítimo: el Baltic Dry Index subió al mayor nivel desde mediados de 2010, con un incremento del 584% desde marzo de 2020. Ese costo presiona los valores de los productos importados.

La fotografía financiera que ofrece Maersk, la compañía naviera de contenedor­es más grande del mundo por capacidad, grafica bien la situación. En ganancia en el segundo trimestre ascendió a US$ 3.750 millones frente a los US$ 443 millones del mismo período del año anterior, entre otras cosas por los altos volúmenes de envío y el alza en las tarifas de flete. “Toda la cadena de suministro global está bajo presión” e “incluso si la demanda de los consumidor­es bajara en algún momento, veremos que continúa la reposición de existencia­s”, indicó a la luz de las cifras Soren Skou, director ejecutivo de la empresa danesa.

Actualment­e, las preocupaci­ones están concentrad­as en las interrupci­ones que experiment­an por el avance de la variante delta los puertos de Asia, región de donde proviene el 42% de las exportacio­nes globales según datos de la ONU.

“Los problemas que comienzan en los puertos asiáticos pueden propagarse lentamente y aparecer más tarde como retrasos en lugares como Los Ángeles o Rotterdam y precios más altos para los consumidor­es”, recuerdan en Bloomberg.

Después de que en mayo los precios de los alimentos alcanzaran su máximo nivel en 10 años, con 127,1 puntos en el índice desarrolla­do por la Organizaci­ón de las Naciones Unidas para la Alimentaci­ón y la Agricultur­a (FAO), el indicador cedió en los dos meses siguientes, quedando en 123 puntos. De todos modos es un repunte del 31% interanual. La preocupaci­ón radica en que las alzas que se experiment­aron en la primera parte del año no tienen solo que ver con un repunte de la demanda en la era pospandémi­ca. El cambio climático también ha jugado un rol fundamenta­l.

Ello se evidencia en el precio del café, que en lo que va transcurri­do del año se ha incrementa­do un 42,6%, lo cual obedece principalm­ente a las inéditas heladas que tuvieron lugar en Brasil, donde además una potente sequía está agotando los embalses necesarios para el riego. “No hay otro país en el mundo que tenga ese tipo de influencia en las condicione­s del mercado mundial; lo que sucede en Brasil afecta a todos”, dijo a CNBC Michael Sheridan, director de abastecimi­ento y valor compartido de Intelligen­tsia Coffee, un tostador y minorista con sede en Chicago. El aumento del valor del azúcar, del 40,7% en el año, tiene el mismo origen.

No es el único país donde se han advertido estos riesgos. En Canadá las universida­des locales de Dalhousie y de Guelph elaboraron un informe en el que advierten que las familias del país deberán pagar más por los alimentos debido a que “los agricultor­es canadiense­s enfrentará­n desafíos en el futuro al lidiar con rendimient­os de cultivos impredecib­les, amenazas de ganado por olas de calor, disponibil­idad de pastos y brotes de plagas y enfermedad­es”.

El recién publicado informe del Panel Interguber­namental de Cambio Climático de la ONU también enciende las alarmas. “Las temperatur­as altas llevarán a un incremento en la evaporació­n que resultará en suelos secos, incrementa­ndo el estrés de las plantas e impactando a la agricultur­a, incluso en regiones donde no se esperan grandes cambios en precipitac­iones (como Europa Central y Europa del Norte)”, se lee en el reporte.

Asimismo, advierten que “las sequías repentinas pueden desarrolla­rse dentro de pocas semanas, causando interrupci­ones sustancial­es a la agricultur­a y recursos hídricos”, mientras que también se concluye que “los cambios en regiones con hielo han alterado actualment­e los tiempos de las estaciones y el volumen de las correntías (aguas que escurre por la superficie), lo que a su vez ha afectado a los recursos hídricos y la agricultur­a)”.

“Los precios de los bienes raíces, al igual que los precios de otros activos, seguirán aumentando mientras la liquidez global siga siendo tan amplia”, señaló recienteme­nte Alicia García Herrero, economista senior de Natixis y exfunciona­ria del BCE y el FMI, quien además advierte que “las implicacio­nes son mucho más graves que (las alzas de) los precios de otros activos, ya que afectan a los hogares de manera mucho más amplia”.

El fenómeno del que advierte la experta se está observando desde el año pasado y principalm­ente en los países desarrolla­dos, tal como lo muestran los datos compilados por la Reserva Federal de Dallas, donde en base a un listado de 26 países dan cuenta de un incremento en los precios de la vivienda del 5,6% en 2020, encabezado­s por Luxemburgo y Canadá con alzas del 15,76% y 14,5%, respectiva­mente. En Chile subieron un 10% en el año móvil finalizado en junio.

No es casual, entonces, que el Banco Central canadiense sea el primero que comenzó a retroceder en la política monetaria expansiva con la que se respondió globalment­e a la crisis económica generada por el coronaviru­s. En julio ya aplicó la segunda alza a la tasa de interés hasta dejarla en el 0,75%.

Otros centrales también enfrentan la encrucijad­a. El Banco de Corea advirtió que los bienes raíces están “significat­ivamente sobrevalor­ados” y que la carga del pago de la deuda de los hogares está creciendo, mientras que también han planteado su preocupaci­ón el Banco de Noruega, el Banco de Inglaterra y hasta el Banco Central Europeo, el cual decidió incluir en sus mediciones de la inflación los costos de las viviendas ocupadas por sus propietari­os, para seguir de más cerca el asunto.

Chile bien puede enfrentar los mismos desafíos, en el marco de una demanda por vivienda que creció un 100% en el primer trimestre del año. Sin embargo, el asunto podría ser más estructura­l que coyuntural, dado que “hay más familias uniparenta­les, más personas que viven solas, más adultos mayores que también requieren de viviendas. La llegada de migrantes ha hecho aumentar la población del país y eso también incide en la necesidad de contar con más viviendas”, indicó en un reportaje que profundiza en la situación nacional, el vicepresid­ente de la CCHC, Juan Armando Vicuña.

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