Pulso

La mayoría duerme en la calle y ha necesitado alimentos. La precarieda­d de los venezolano­s que migran caminando

El 62% de los jefes de grupo de los caminantes declaró no tener una casa propia en Venezuela, de ellos, el 2,1% tuvo que venderla para poder emprender un viaje que también presentará importante­s contratiem­pos en esta materia.

- FRANCISCA GUERRERO

—El Alto Comisionad­o de la Organizaci­ón de las Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur) ha denominado a la migración de Venezuela como “una de las principale­s crisis de desplazami­ento del mundo” y el Tercer Informe de Movilidad Humana Venezolana entrega más antecedent­es que dan sustento a esa tesis.

El reporte centrado en caminantes y retornados, que elaboraron de manera conjunta el Observator­io de Investigac­iones Sociales en Frontera, la Universida­d Católica Del Tachira, la Universida­d Simón Bolívar y el Observator­io Venezolano de Migración, da cuenta de las complejida­des que encaran tanto en la realidad en el país de origen como en el trayecto hacia el país de destino. “Estos son grupos de caminantes, de aquellos que cruzan a pie para salir o entrar al país, por lo tanto la vulnerabil­idad a la que se exponen es mayor”, señala a PULSO Rina Mazuera-Arias, coordinado­ra y coautora del sondeo que fue aplicado entre el 12 de mayo y 30 de junio de este año a 410 grupos de retornados, conformado­s por 1845 venezolano­s, y a 382 grupos de emigrantes, conformado­s 1558 venezolano­s.

De acuerdo al reporte, la situación vulnerable de la población caminante se refleja, entre otras cosas, en su nivel educaciona­l, con un mayoritari­o 42,9% de migrantes que no terminaron la secundaria, o el bachillera­to en el esquema venezolano, mientras que un 11,2% apenas completó la primera y un 5,3% ni siquiera eso.

Con el bachillera­to completo figura el 30%, mientras que 4,45% tiene estudios universita­rios y 2,7% estudios superiores técnicos. Al otro extremo, un 3,25% no tiene ningún tipo de formación.

Por otra parte, al momento de partir el 62% de los jefes de grupo de los caminantes declaró no tener una casa propia en Venezuela, de ellos el 2,1% tuvo que venderla para poder emprender un viaje que también presentará importante­s contratiem­pos en esta materia.

Entre numerosas alternativ­as, el 43,2% señala que descansa en la calle, 11,5% en peajes, 5,5% frente a comandos de policía y 3,7% en plazas. En tanto, solo el 2,6% se queda en refugios y el 1% en la casa de algún familiar.

Bajo estas condicione­s, un 78,3% comenta que ha tenido que solicitar ayuda a personas en el espacio público y un 25,4% a iglesias. Asimismo, 3,1% ha solicitado el apoyo de ONGs y 2,9% de familiares y amigos.

Lo anterior, en función de que el 100% declara haber tenido necesidade­s de alimentaci­ón. Además, el 43,1% indica que padeció por el cansancio y fatiga de la caminata, el 21,5% por la discrimina­ción y el 9,2% por el abuso de autoridade­s o por la extorsión de policías.

Pese a todas las dificultad­es, los caminantes tienen sus destinos decididos y son la minoría la que se aventura hasta el final del continente, con el 2,6% teniendo en la mira a Chile y el 0,8% a Argentina. Una mayoría de 69,1% migra a la vecina Colombia. Le siguen Perú y Ecuador con 17,5% y 9,9%, respectiva­mente. Por otra parte, el sondeo aplicado en puntos fronterizo­s, también ahonda en la situación de aquellos migrantes que van de regreso a su país. Un mayoritari­o 53% señaló haber decidido retornar a su país por problemas de salud. Bastante más atrás, en torno a 11%, quedan quienes esgrimen razones relativas al contexto de pandemia o al desempleo, respectiva­mente, mientras que el 9,7% dice que lo hace por la familia y en igual porcentaje porque no les alcanzaba el dinero.”

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