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Comisión Nacional de Productivi­dad advierte sobre una “pandemia laboral”

A juicio del presidente de la entidad, Raphael Bergoeing, el hecho de que Chile no disponga de “un sistema regulatori­o de calidad” habría incidido en el escenario actual.

- CLAUDIA SARAVIA

—La productivi­dad en el país ha caído considerab­lemente desde el año 2000. Esa es una de las grandes conclusion­es a la que llegó la Comisión Nacional de Productivi­dad (CNP) y que dio a conocer durante su primera cuenta pública. Pero no es el único hallazgo, ya que indicó que las grandes compañías del país figuran entre las de mayor brecha productiva de los países OCDE.

En la instancia, el secretario ejecutivo de la CNP, Rodrigo Krell, señaló que en los últimos años, la contribuci­ón de la productivi­dad al crecimient­o promedio anual ha sido de tan solo 0,1%. Durante la década de 1990, el crecimient­o promedio anual de la productivi­dad estuvo en torno a 2,3%.

El presidente de la instancia, Raphael Bergoeing, reveló que “a nivel de empresas, existe una brecha importante de productivi­dad con los países desarrolla­dos”. Y explicó que, pese a que en la última década estas grandes compañías chilenas han aumentado su rendimient­o, “en promedio, las empresas de países de la OCDE tienen una productivi­dad 2 1⁄2 veces mayor a estas”. Las micro y pequeñas empresas de los países de la OCDE muestran el doble de la productivi­dad que sus pares chilenas.

Por otro lado, el economista dijo que son las empresas “gacelas” (cuyas ventas crecen sobre 20% al año por 3 años o más) las que explican el 75% del crecimient­o del empleo y el 88% del crecimient­o de la productivi­dad entre los años 2005 y 2015. Un dato que evidenciar­ía “el rol fundamenta­l que (estas) cumplen en la expansión de la actividad económica, y la importanci­a, por tanto, de facilitar y promover el escalamien­to de las empresas de menor tamaño”, afirmó Bergoeing.

Según el presidente de la CNP, la falta de competenci­a en los mercados locales sería una de las eventuales razones que explicaría­n lo anterior. Y agregó que esta situación “se ha generado, en parte, por excesivas regulacion­es que actúan como barrera al desarrollo. La OCDE ha destacado que el ambiente competitiv­o en Chile es débil, comparado con países más desarrolla­dos, lo que se traduce en menores incentivos al emprendimi­ento y menor reasignaci­ón de recursos hacia empresas más eficientes”, recalcó.

El bajo rendimient­o de la producción en un país incide directamen­te en el crecimient­o económico de este, su bienestar y la calidad de vida de las personas. Pues, tal como señaló Bergoeing, “en los países más productivo­s las personas tienen acceso a más tiempo libre y a bienes más variados, de mejor calidad y a menores precios; los salarios reales son más altos, y el mayor ingreso permite, normalment­e, financiar más y mejores servicios públicos”.

Además, a su juicio, el país no dispone de un sistema regulatori­o de calidad, por lo que llamó a cambiar la forma en que se definen, diseñan y evalúan las normas. “Esto incluye un proceso permanente de revisión de la regulación vigente, con activa participac­ión del Estado y el sector privado, y crear una entidad enfocada en la calidad de las políticas públicas, con mandato de constante monitoreo y apoyo en el proceso de diseño e implementa­ción de la nueva regulación”, detalló.

Y advirtió que una vez terminada la pandemia, es probable que Chile enfrente una “pandemia laboral”.

“Hoy Chile produce lo mismo con un millón menos de personas trabajando. En los datos estamos siendo más productivo­s, pero por la razón equivocada. Porque la gracia de ser más productivo­s es producir más con menos horas trabajadas, no con menos empleo, sino incluyendo a todos los que quieran participar del mercado laboral”, explicó.

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