Daniela Lorca, CEO de Babytuto:
“El empresariado tradicional tiene mala fama por la apropiación máxima en todo sentido”
Para Daniela Lorca, 37 años, CEO de la startup de e-commerce de artículos para bebés y madres, Babytuto, el empresariado tradicional “tiene mala fama por la apropiación máxima en todo sentido. Se mete en la misma bolsa a algunos que corrompieron las leyes apropiándose de recursos naturales del país y lucrando personalmente por eso y, también a los que han hecho las cosas bien y que han contribuido al desarrollo del país”.
¿Cuál es la mayor diferencia entre las startups y las empresas tradicionales? Lorca responde así: “La era en la que estamos, donde se necesitan otras cosas. Nos diferencia el punto de partida en donde la distinción está en si eres heredero o no. Si eres heredero, es difícil que pongas en riesgo tu herencia haciendo las cosas de manera distinta. Si no lo eres, no tienes capital inicial ni aval, por lo que entras al juego de innovar en todo lo que puedas (industria, modelo de negocios, etc.). También nos diferencia el uso de la tecnología, donde actualmente podemos escalar negocios de una manera más rápida y eficaz sin destruir recursos naturales. Nos diferencia el bien colectivo, no el individual”.
“Mejorar la situación del país es lo que nos motiva a ambos lados”, opina Lorca sobre las similitudes entre ambas generaciones. “Tener un propósito con una energía diferenciadora capaz de mover masas para generar empleos y ser disruptivos”.
“Creo que durante las últimas décadas hemos sido testigos de una generación empresarial que ha hecho su fortuna principalmente a partir de herencias, explotación de recursos naturales, adquisición de exempresas estatales estratégicas y un incentivo ciego al consumo desmedido como forma de vida”.
Esa es la opinión de José Manuel Moller, 33 años, CEO de Algramo, uno de los íconos de las star
tups chilenas sustentables. Moller agrega: “Esta clase empresarial ha generado millones de empleos y ha liderado un ideal de progreso que es hora de cuestionar. La posición que les dio rédito durante tantos años hoy los tiene sesgados y con poca capacidad de entender los nuevos tiempos, donde la gente no solo espera un ‘chorreo’ de su enriquecimiento, sino que espera empresas que hagan un aporte más profundo que la generación de empleo. Creo que se vienen tiempos complejos para los empresarios tradicionales. Hoy, su fórmula ya no es suficiente, no solo por el lado social, sino que está en tela de juicio por el impacto ambiental que generan. Saber actualizarse y sintonizar con los tiempos va a ser clave para la supervivencia de sus negocios”.
Moller estima que a diferencia de la clase empresarial chilena tradicional, esta nueva generación de emprendedores y emprendedoras han partido desde cero. “Si bien muchos somos hijos de esta clase empresarial, hemos tenido el valor de cuestionar su forma de hacer las cosas para romper la hegemonía de los modelos tradicionales de las grandes empresas. Hemos sido capaces de ver que el modelo de desarrollo que han impulsado, no es ni justo ni ético y mucho menos sustentable. Esta nueva generación es mucho más abierta, liberal y laica, con un sentido de propósito por el cual desarrollar un negocio. Me gusta pensar que es una generación que está poniendo a las personas y el medio ambiente como factores claves del desarrollo y no a costa de ellos. Creo que lo que más nos diferencia es que esta generación, antes de emprender, se está preguntando con qué se puede lucrar, de qué forma y con qué fin”.
¿Cuáles son, entonces, los elementos que comparten ambos mundos? Según el CEO de Algramo, el punto de partida. “Creo que el origen sigue siendo la élite. Somos muchas veces de carreras similares, de círculos similares y el emprendimiento todavía no ha logrado, lamentablemente, romper con la segregación. La diferencia es que nos damos cuenta de esta realidad y queremos cambiarla. No nos interesa aferrarnos con uñas y dientes a nuestros privilegios”.