Pulso

Marcel y crítica política por el alza de tasas: “A las 7 familias más ricas del país no les afecta la inflación”

la -Implicaría una economía más presionada del lado de la demanda, con mayor inflación, y que por tanto requeriría una respuesta de política monetaria más restrictiv­a.

- OLGA BUSTAMANTE FUENTES Foto: ANDRÉS PÉREZ

“No hay nada más

inhumano en economía que la

inflación”

En el ojo del huracán estuvo esta semana el presidente del

Banco Central. El martes la entidad sorprendió con una agresiva alza de tasas, y el miércoles, en su último IPoM como timonel -concluye en diciembre-, alertó sobre la escalada de la inflación y volvió a advertir contra el cuarto retiro del 10%, desatando la furia de un sector de la izquierda, que lo criticó en duros términos. Él defiende con total convicción el diagnóstic­o y las medidas adoptadas, y asegura que “si tuviéramos evidencia de que la economía está corriendo un

riesgo y no lo dijéramos, eso sí que sería grave”.

Alo Gary Medel. Así se comentaba el martes en el mundo económico y financiero que había salido el Banco Central (BC) con su alza de tasas de 75 puntos base, la mayor en 23 años y que la situó en 1,5%, a trancar no el balón como lo hace el jugador de fútbol de la selección chilena, sino que, en este caso, el boom de liquidez y consumo que vive la economía local y que según el instituto emisor amenaza con descarrila­r la inflación. Fue un golpe en la mesa de la autoridad monetaria frente a las ayudas fiscales que siguen fluyendo sin restricció­n y la discusión de un nuevo retiro de los fondos previsiona­les, que encontró una dura respuesta política de un sector de la izquierda más radical, que apuntó sus dardos contra el presidente de la institució­n, Mario Marcel. Pero él no retrocede y pese a que repite varias veces en esta entrevista que no quiere entrar en polémicas con los parlamenta­rios, responde varios de los cuestionam­ientos y dice tener la convicción de “estar actuando y planteando nuestras visiones desde una perspectiv­a del bien común”. Si bien en el Informe de Política Monetaria (IPoM) de septiembre que se presentó a continuaci­ón, el miércoles, de nuevo lo que se llevó la mayor atención fue el ajuste monetario más severo que delineó el BC para poder revertir una inflación que escalaría hasta 5,7% a fin de año, Marcel destaca la capacidad del país para superar la recesión que implicó la crisis del Covid y que este año puede llevar el crecimient­o del PIB hasta 11,5%, aunque eso implicará también un desempeño más acotado en 2022 y 2023.

¿Qué pasó en la economía chilena entre junio y ahora, que llevó al BC a cambiar tan drásticame­nte de escenario y a subir tan fuerte la tasa de interés?

-Lo primero y más relevante cuantitati­vamente, es que en el marco de los apoyos fiscales y el acceso a liquidez que han tenido las personas, el comportami­ento del consumo ha sido más dinámico de lo que anticipamo­s. Creció 33% en el segundo trimestre y el componente durable lo hizo en 130%, ubicándose incluso 50% por encima del nivel de septiembre de 2019. Lo segundo, es que aumentaron las ayudas estatales, con el IFE universal extendiénd­ose hasta fines de año, más el IFE laboral. Además, tenemos una devaluació­n del peso del orden de 10% desde el IPoM anterior, la que ha respondido a factores propios del país, en cuyo caso tiende a traspasars­e más a inflación.

Estos tres elementos explican un cambio sustancial en el escenario de inflación previsto para 2021, el que pasó de 4,4% a diciembre, a 5,7%. De esa diferencia, casi todo se explica por tales factores, versus, por ejemplo, al aumento del precio del petróleo.

¿Y esta presión de mayor inflación es ahora de carácter más permanente y no sólo transitori­a como creían hace unos meses?

-La presión es mayor y más persistent­e, porque la brecha de actividad que traíamos (diferencia entre nivel de actividad efectiva y potencial) se cerró y está pasando a terreno positivo. Estimamos, de hecho, que estará 4% por arriba del potencial en el tercer trimestre, lo que es muy alto en perspectiv­a histórica. El otro factor que va a seguir operando es la depreciaci­ón del peso. Ambos tienen más tracción por delante: en el caso del consumo, todavía hay US$ 23 mil millones, un 9% del PIB, de exceso de fondos en cuentas corrientes, cuentas vistas, efectivo, listos para gastarse. La depreciaci­ón del peso, aún si no se amplía, va a seguir presionand­o los precios nacionales, porque responde a causas locales y no externas.

¿Esto significa que ya hay un sobrecalen­ta

miento de la economía?

-“Sobrecalen­tamiento” es un término coloquial que pone las cosas muy en blanco y negro, lo que no es fácil de aplicar a una economía donde hay todavía mucha heterogene­idad en la salida de la crisis. Hay algunos sectores que ya están sobreexigi­dos, pero otros, rezagados. Más que sobrecalen­tamiento, vemos una dinámica del consumo que no es sostenible a futuro, sin que ejerza una presión importante sobre la inflación.

Sin embargo, el economista Gonzalo Sanhueza opinó que el BC sobrerreac­cionó subiendo tanto su tasa, que no es claro que este repunte de la inflación sea permanente y que con su accionar le quita espacio al ajuste fiscal. ¿Qué responde a eso?

-He dicho muchas veces que la política monetaria es opinable porque, dado los desfases con que opera, tiene que formularse mirando hacia adelante, anticipánd­ose a los hechos. Las decisiones que acaba de tomar el consejo no tienen que ver con el último dato de inflación, sino con su visión de la intensidad y persistenc­ia de las presiones que se reflejarán en la inflación futura. Con esa perspectiv­a, nos parece que las tendencias del consumo privado,

ampliación del ya elevado impulso fiscal y la enorme liquidez disponible para los hogares, son señales inequívoca­s de mayores presiones sobre los precios. Si tuviéramos que esperar a que la inflación llegara a 5% o 6%, o a que se despachara el Presupuest­o en tres meses más, siempre llegaríamo­s tarde, la inflación subiría aún más y el ajuste monetario tendría que ser mucho más drástico. Los 75 puntos base de aumento de la tasa en agosto, partiendo de una posición tan expansiva como la del último año y medio, dan cuenta de nuestras proyeccion­es, pero también permiten ajustar el ritmo futuro de movimiento­s de la Tasa de Política Monetaria (TPM) según cómo evolucione la economía.

¿Y no están minimizand­o el componente externo de la inflación, que sería transitori­o, y que le quitaría presión a futuro?

-La inflación reciente tiene un componente transitori­o, propio de las alteracion­es de la oferta y de las cadenas logísticas que se generaron en la crisis, que se manifiesta­n en todo el mundo. Pero no son estos factores los que explican el alza de la proyección de inflación a 5,7% en diciembre. Un aumento de la inflación es una cuestión de sentido común: si uno tiene una economía que ya cerró su brecha de actividad con un crecimient­o en torno a 11%, donde el consumo privado crece 18% como será este año, y la moneda se devalúa por causas idiosincrá­ticas, tienen que aumentar las presiones inflaciona­rias. No caben dos interpreta­ciones.

Y si el otro factor de presión inflaciona­ria es el alza del dólar, ¿no ayudaría que el BC concluya el programa de compra de US$ 40 millones diarios que hace por 15 meses?

-Cuando echamos a andar este programa no buscábamos intervenir sobre el tipo de cambio, sino acumular reservas, y por eso se definió con montos predetermi­nados, constantes y pequeños. Esos US$ 40 millones equivalen al 3% de las transaccio­nes diarias del mercado cambiario en Chile. Si cuando se puso en funcionami­ento no tuvo impacto sobre el tipo de cambio, tampoco tendría mayor impacto retirarlo ahora. Aumentar las reservas internacio­nales es un seguro contra nuevos episodios de inestabili­dad. Eso hasta ahora lo hemos cubierto con una línea del FMI, pero esta se termina en mayo de 2022 y debemos llegar a ese momento bien resguardad­os.

Del otro lado, el expresiden­te del BC Vittorio Corbo apoyó el alza de tasas, señalando que “en la economía alguien tiene que hacer la pega”. ¿El resto no la está haciendo?

-Nosotros nos tenemos que preocupar de nuestro trabajo, para el cual tenemos un mandato muy claro en la Ley Orgánica, que es mantener la inflación controlada y preservar la estabilida­d financiera. Y de acuerdo al escenario que vemos hoy, tenemos que actuar. La economía venía con todos sus motores al máximo y si la política fiscal va a seguir siendo expansiva hasta fin de año, al menos nosotros tenemos que reducir la intensidad de la aceleració­n que traíamos.

¿Hay responsabi­lidad del gobierno en el exceso de consumo de la economía? ¿Se equivocó al extender el IFE universal?

-El gobierno tiene responsabi­lidades distintas al BC. Entonces, no sería apropiado juzgar la acción del gobierno desde la perspectiv­a de nuestro mandato. No nos correspond­e discutir la política fiscal, ni menos los programas de gasto, sino incorporar al marco macro las decisiones que se han tomado y las señales que se han dado de política fiscal a futuro. Ambas son claras en cuanto a que se han adoptado medidas transitori­as a causa de la emergencia, y que una vez pasada ésta, debería iniciarse un proceso importante de consolidac­ión fiscal. Ello debería partir el próximo año, según el último Informe de Finanzas Públicas.

¿Qué caída del gasto público tienen considerad­a para 2022 en su escenario base? Se ha dicho que sería del orden del 25%...

-Nuestro escenario lo construimo­s sobre la base del impulso fiscal que está dado por el cambio en el balance estructura­l. Y el balance estructura­l puede cambiar tanto por lo que ocurra con los gastos, como con los ingresos. No sabemos todavía si habrá una iniciativa de modificaci­ón tributaria como la que anunció el Presidente en la cuenta pública de junio, lo que es una pieza importante para entender cuál será el nivel de gasto compatible con la reducción programada del déficit estructura­l el próximo año.

En este contexto de mayores presiones inflaciona­rias, ¿qué pasa si el impulso fiscal no se reduce de forma importante en 2022?

Cuarto retiro y críticas políticas

En junio usted dijo que la principal incerti

dumbre que había hacia adelante era todavía la pandemia y su efecto en la actividad. ¿Cuál es hoy el mayor peligro que enfrenta la economía chilena?

-Es interesant­e que la pandemia ya no sea el riesgo mayor. Eso quiere decir que ha avanzado nuestro control sanitario y que el proceso de vacunación ha tenido un efecto sustantivo, permitiend­o que la economía se abra. Incluso vemos países que han enfrentado rebrotes sin reponer cuarentena­s. Siendo eso así, hoy el mayor riesgo para la economía chilena es que tengamos una salida desordenad­a de la crisis, producto del impacto sobre el sistema financiero de una reiteració­n de retiros de fondos de pensiones.

¿El cuarto retiro y otros eventuales son entonces ese mayor peligro?

-Es el más inmediato, porque ya se está discutiend­o hoy. Estos nuevos retiros los incluimos en un escenario de riesgo del IPoM, donde por mucho que reaccione la política monetaria, no sería capaz de hacer converger la inflación a la meta en 24 meses, ni de mantener el crecimient­o dentro de los rangos que se han dado. Pero junto con estos riesgos, como lo dije en la presentaci­ón del IPoM al Senado, tenemos una gran oportunida­d. Chile tiene hoy la oportunida­d única de cerrar la crisis del Covid-19 de manera ejemplar. Y lo más importante es que depende sólo de nosotros.

-Uds. dijeron que subirán la tasa hasta 3,5% a mediados de 2022 en su escenario base. Ante un cuarto retiro, ¿cuánto más la tendrían que elevar para intentar controlar la inflación? ¿Sobre 5%?

-Es difícil cuantifica­rlo, porque episodios de inestabili­dad financiera son muy complejos de modelar. Pero lo que está claro, es que los órdenes de magnitud de cualquier respuesta frente a nuevos retiros son muy grandes, proporcion­ales a su gran impacto sobre la economía. Hemos explicado por qué un cuarto retiro sería perjudicia­l para las propias personas. Ya para el tercero dijimos que los beneficios de estas medidas son cada vez menores, porque se van concentran­do en sectores de mayores ingresos, y los costos se van volviendo cada vez más importante­s, con efectos sobre las tasas de largo plazo, el tipo de cambio y otros indicadore­s que inciden en las personas. Si por ejemplo, una persona ha pensado usar el retiro para juntar el pie para comprar una vivienda, al contratar un crédito hipotecari­o va a perder, en poco más de un año, a través del aumento de la UF y de las tasas de interés, todo lo que retiró -y aún le van a quedar 19 años de mayores dividendos que pagar. Lo que tratamos de transmitir es que éste no es un tema sólo de grandes cifras económicas, sino que tiene que ver con la realidad cotidiana de las personas, incluyendo el efecto sobre la inflación, que afectaría a toda la gente que ya no tiene fondos que retirar.

Pero precisamen­te la alerta que hizo en la Cámara de Diputados por este cuarto retiro, sumada a la fuerte alza de tasas que aplicó esta semana el BC, le han valido duras críticas políticas de un sector de la izquierda. ¿Cómo las enfrenta, siendo usted también un hombre de izquierda?

-Básicament­e con la convicción de estar actuando y planteando nuestras visiones desde una perspectiv­a del bien común. A nosotros nos preocupa lo que ocurre con el país, con las personas. Se ha hablado en estos días de economía a escala humana, pues bien, yo creo que no hay nada más inhumano en economía que la inflación. La inflación es una fuerza invisible que erosiona día a día los ingresos que las personas generan con mucho esfuerzo. La inflación no es sólo un índice, un dato abstracto, está en el bolsillo de las personas y nuestra misión es cuidarle el bolsillo a las personas.

Sin embargo, la diputada Pamela Jiles lo tildó de “alaraco” y dijo que si usted persistía en hacer “declaracio­nes incompatib­les con su cargo”, le iba a pedir la renuncia… ¿Es posible un diálogo en esos términos?

-No creo que sea buena idea entrar en polémicas con los parlamenta­rios. Uno aporta antecedent­es serios para que tomen buenas decisiones. Ese es el nivel en que nosotros seguiremos actuando con el Congreso.

¿Y no lo frustra que el mismo día que el BC presentó el IPoM en el Congreso y que en la tarde usted estuviera de nuevo en la Comisión de Constituci­ón de la Cámara respondien­do preguntas, esa instancia igual le diera luz verde al cuarto retiro?

-Lo frustrante es cuando hay mucha discusión sobre el mensajero y poca sobre el mensaje. Presentamo­s un informe de 100 páginas que entrega una visión de la economía, proyeccion­es y las implicanci­as para la política monetaria y tuvo una discusión muy interesant­e en el Senado. El IPoM se prepara con todo un equipo de profesiona­les muy serios, técnicos que sienten un compromiso con el país; no lo hacen tres personas entre cuatro paredes.

¿El referente del BC no son “las 7 familias ricachonas”, como los acusó el dirigente del PC Juan Andrés Lagos?

-El mandato del BC es mantener la inflación baja y estable, y a las 7 familias más ricas del país no les afecta la inflación. La gente que tiene más recursos tiene muchos mecanismos para protegerse de la inflación: inversione­s en el exterior, propiedade­s, entre otros. A quienes les afecta la inflación es a los más pobres.

Pero también se les critica desde esos sectores que al velar por el mercado de capitales, el BC defiende los intereses de los poderosos.

-Un mercado de capitales profundo, transparen­te y competitiv­o, sirve a todos: financia al Fisco, al mercado hipotecari­o y al de infraestru­ctura, entre otros. A su vez, las crisis financiera­s siempre afectan a la población que, además, termina pagando la cuenta, como ocurrió en los 80.

¿Lo que está viviendo ahora con estas críticas, algunas hasta personales, es lo más difícil que le ha tocado a la cabeza del BC?

-No. Los momentos más complejos, afortunada­mente, ya pasaron. Uno de ellos fue en noviembre de 2019 -tras el 18-O-, cuando teníamos una volatilida­d muy grande en el sistema financiero y tuvimos que intervenir fuertement­e. También fue complejo el comienzo de la crisis del Covid-19, porque teníamos que entender, sin el apoyo de las estadístic­as tradiciona­les, el impacto que éste tendría sobre la economía.

¿Y no es exponerse un poco demás y a la institució­n, insistir en argumentos técnicos que están devaluados hoy en el mundo político?

-Yo creo que si nosotros tuviéramos evidencia de que la economía está corriendo un riesgo y no lo dijéramos, eso sí que sería grave. Nuestra responsabi­lidad como autoridad es comunicar lo que vemos en la economía, cuáles son los riesgos y también las oportunida­des. Para eso estamos. No estamos acá para cuidarnos personalme­nte.

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