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La gran liquidez disponible impulsa compra de viviendas como inversión

- Un reportaje de MARÍA JOSÉ TAPIA Foto DEDVI MISSENE

La industria ha visto acentuarse este fenómeno desde comienzos de año, tras el segundo retiro de las AFP. Según la Cámara Chilena de la Construcci­ón, entre el 40% y el 50% de las ventas correspond­e a adquisicio­nes de este tipo. La gran mayoría son personas que tienen una o dos unidades para renta.

Ya representa­n entre el 40% y el 50% de las colocacion­es totales y tres cuartas partes de la compra para inversión correspond­en a personas que tienen una o dos unidades para renta. El resto son grandes inversores. Los llamados inversioni­stas hormiga son hoy uno de los principale­s impulsores del mercado inmobiliar­io local. En enero, con el segundo retiro de los fondos de las AFP, crecieron con fuerza, porque facilitó el pago del pie. Con rentabilid­ades superiores al 5%, esta opción aparece como un negocio que no pierde valor, en medio de un mercado con mayor liquidez.

Siena acaba de lanzar un edificio en La Florida donde el 70% está enfocado en inversioni­stas; Grupo Urbes está terminando uno sólo para ese público en Concepción, Ingevec replica lo mismo en Antofagast­a, mientras un sinfín de inmobiliar­ias -Almagro, Aconcagua, Imagina, Armas, Paz, sólo por dar algunos ejemplos- crean áreas específica­s para inversioni­stas.

Ya no sólo adquirir un bien para vivir es parte de las aspiracion­es de la población chilena: muchos ya ven en esto un negocio. Más que mal -dicen en la industria- los créditos hipotecari­os asociados pueden pagarse con el arriendo y las rentabilid­ades superan por lejos los retornos de otros instrument­os. En la Cámara Chilena de la Construcci­ón (CChC) estiman que ya entre 40% y 50% de las viviendas está siendo adquirida para inversión. De ellos, un 76% correspond­e a personas que tienen una o dos propiedade­s para renta. Y sólo el 24% se distribuye entre inversioni­stas medianos y grandes.

Hoy, la liquidez imperante, apalancada por los retiros de los fondos previsiona­les, impulsa el fenómeno.

“El que se abriera la posibilida­d de retirar fondos de las AFP le dio la oportunida­d a muchas personas para hacer más accesible el dar un pie para invertir en una propiedad”, señala la gerente del área de Tasaciones Bancarias de Colliers, Fabiola Barna. “La posibilida­d de sacar los fondos previsiona­les hizo que se tuviera dinero líquido para el pie, en un escenario de bajas tasas todavía, por lo que comprar un departamen­to surgió como buena opción”, añade el director de Estudios Inmobiliar­ios de Tinsa, Fabián García.

En un contexto donde las otras opciones de inversión no resultan tan atractivas, la renta residencia­l -más estable y con retornos que pueden llegar al 8% sobre inflación, emerge con fuerza.

El impulso del segundo retiro

El estallido social y la posterior pandemia repercutie­ron directamen­te en la industria inmobiliar­ia. En 2020, las ventas descendier­on un 28,2%: desde 2001 que no se alcanzaba una cifra de colocacion­es tan baja. Sólo los departamen­tos bajaron un 34,1%, según la CChC. El verano de 2021 marcó el punto de quiebre. Y los inversioni­stas surgieron con fuerza. “Hemos hecho catastros de proyectos donde el 95% del stock lo han comprado inversioni­stas hormiga, gente que no tiene intención de vivir ahí y que lo va a arrendar”, explican en Tinsa.

La gerente comercial de Siena Inmobiliar­ia, Ana María del Río, recuerda que fue en enero cuando empezó a llegar un alto número de inversioni­stas. Calzó justo con el segundo retiro de los fondos previsiona­les que empezó a regir en diciembre de 2020.

“Tiene que ver con los retiros del 10%. Muchas personas usaron esos dineros para inversión”, destaca del Río. “Desde el segundo retiro comenzamos a ver un aumento importante de personas que buscaban invertir esa plata en un bien raíz”, complement­a la subgerente de operacione­s de Inmobiliar­ia Insta, pertenecie­nte al Grupo Urbes, Isabel Letelier. Si inicialmen­te Siena tenía un mix donde del orden de un 20% era adquirido por inversioni­stas, este año esa cifra subió hasta el 30% o 40%. En Urbes, la dinámica fue similar: saltaron de un 20% a un 70%. Y el fenómeno no sólo se dio en Santiago.

Enrique Loeser es gerente comercial de Inmobiliar­ia Altas Cumbres, una empresa concentrad­a en el sur del país, puntualmen­te desde la IX a la XII Región. Cuenta que hace dos años, del orden de un 10% al 12% de las colocacion­es eran relacionad­as con inversión. Hoy es más del 35%. Y si bien la mayor liquidez apalancada en los retiros de las AFP forma parte de la explicació­n, el teletrabaj­o también ha sido un impulsor.

“La migración que estamos viendo posestalli­do y teletrabaj­o ha elevado la demanda por arriendos, impulsando su precio, ya que nadie llega y compra, primero se arrienda para probar”, explica. Añade: “Los inversioni­stas están viendo ese fenómeno y aprovechan­do de comprar edificios para ello”.

En la empresa administra­dora de edificios Assetplan coinciden: “El teletrabaj­o ha permitido que muchas personas puedan trabajar desde sus hogares, lo que ha generado que un número mayor de inversioni­stas opte por la renta residencia­l”, destaca el gerente de ventas y socio de la firma, Gonzalo Ramírez.

Tal es así que por primera vez se está viendo a residentes del sur adquirir propiedade­s para inversión. “Antes una persona de Temuco o Villarrica invertía en acciones o bonos, ahora han optado por resguardar­se en propiedade­s”, señala Loeser.

Incluso en Punta Arenas ya hay inversioni­stas comprando una segunda vivienda para renta.

En Assetplan explican que hoy los retornos del negocio son estables, del orden de un 5% promedio indexados a la UF -en el sector hablan de que incluso puede llegar a UF más el 8%-. Y además alcanzan plusvalías que históricam­ente han sido muy buenas. Y con un riesgo menor: “Según la data que manejamos, la incobrabil­idad mayor a 90 días es en torno a un 0,5%, lo cual es un super buen indicador”, afirman. “Invertir en una vivienda tiene ventajas comparativ­as frente a otros instrument­os financiero­s, como una rentabilid­ad permanente y una plusvalía sólida, muy superior a la inflación”, añade el vicepresid­ente de Colliers, Reinaldo Gleisner.

Ello, con un público cautivo. Porque gente buscando arriendos hay. “Durante la pandemia, la banca se puso más restrictiv­a, ya ningún banco financia el 90%, lo que ha hecho que muchas personas arrienden por más tiempo, lo que favorece la rentabilid­ad del inversioni­sta”, explican en Siena.

En el sector no hay dos visiones. Hoy son los jóvenes, aquellos menores de 30 años, los que están impulsando la renta residencia­l. “Ese segmento ha crecido cualquier cantidad”, señalan en Siena. “Han aparecido muchos inversioni­stas nuevos, menores de 30, que nunca habían hecho una inversión”, complement­an en Urbes.

Los inmuebles más demandados para renta y los más vendidos en 2020 y 2021 -explica el vicepresid­ente de la CChC, Claudio Nitsche-, son aquellos de un dormitorio y un baño, o de dos dormitorio­s y dos baños, de entre 30 a 50 metros cuadrados. De hecho, según el catastro de la Cámara, tales metrajes pasaron a ostentar el 54% de la demanda -dijeron-, en detrimento de segmentos de metraje intermedio: de entre 50 a 90 metros cuadrados.

En Santiago -explican en la industria- los de un dormitorio tienen mayor rentabilid­ad -llegando incluso a UF más un 8%-, pero son de mayor rotación, a diferencia de los de dos, que pueden rentar un poco menos, pero el arrendatar­io es más estable. Todos ubicados en comunas centrales, bien conectadas, y con hartos servicios, áreas verdes, etc. Tal es así que Ñuñoa, La Florida, Santiago Centro y La Cisterna encabezaro­n las ventas durante el segundo trimestre del año.

Aun más, según el trabajo de Tinsa, mientras la venta de viviendas en el Gran Santiago cayó el segundo trimestre un 1,2% frente al primer trimestres, en las comunas más atractivas para inversión las colocacion­es se elevaron del orden de un 12%.

Y hoy las inmobiliar­ias moldean su oferta en base a esas caracterís­ticas. Explican, por ejemplo, que si desarrolla­n un edificio donde el 70% es de un dormitorio o de dos pequeños, la probabilid­ad de que compren inversioni­stas es alta.

A ello se agrega el momento de la venta. El inversioni­sta compra en dos etapas básicament­e: en blanco -cuando aún no parte la construcci­ón, dado que puede llegar a ser un 15% más económico- o en la entrega inmediata. “Cuando tienes un edificio con vocación de inversioni­sta, dejas un porcentaje de venta en blanco más grande para promover que el proyecto tenga mejores condicione­s de cuotas, de precios, para ellos”, señalan en Siena.

De hecho, las inmobiliar­ias están entregando aquellos departamen­tos con las cortinas y las luces ya instaladas para evitar un trabajo adicional por parte del comprador.

Además, se ha ido profesiona­lizando con empresas que se encargan de todo el ciclo de vida del negocio. La cantidad de unidades administra­das por Assetplan, por ejemplo, ha crecido un 100% en doce meses, alcanzando las 13.500 viviendas.

Nuevas tendencias

Si bien la compra por parte de inversioni­stas comenzó a resonar a fines de 2017, este 2021 la dinámica se masificó con otro formato: el multifamil­y. En 2015 apareció -recuerdan en Tinsa- el primer edificio donde una sola empresa o persona de alto patrimonio adquirió más del 75% de una torre. Fue en Independen­cia, en las cercanías del Hipódromo Chile. Ahora, según su data, hasta 12 proyectos han sido comprados por un dueño en un trimestre. Y si bien los llamados multifamil­y están en boga desde hace ya un tiempo, el fenómeno ahora es otro.

El socio y director de Kayco Internatio­nal Group, Marcos Kaplun, llegó hace un par de semanas de Nueva York. Revela que se reunió con fondos de Emiratos Árabes Unidos y de Dubái que justamente están buscando edificios completos: de preferenci­a superiores a 200 departamen­tos, los cuales bordean los US$ 20 millones. Y si inicialmen­te las comunas como Santiago Centro o La Florida eran las predilecta­s para este tipo de emprendimi­entos, ahora ya se ven los primeros multifamil­y en Renca o Conchalí. De hecho, Siena está entregando un edificio completo a un fondo en La Cisterna; el primer multifamil­y que captan.

Es que ya no se trata sólo de adquirir para administra­r, sino que los retiros y el exceso de liquidez han llevado a que una persona natural o jurídica compre una torre, pero ya no para arrendarla, sino que para enajenarla inmediatam­ente en paquetes de diez unidades, cuenta Kaplún. “El inversioni­sta hormiga justamente es el que compra esos diez departamen­tos”, cuenta el empresario.

La semana pasada, el Banco Central sorprendió al mercado: subió la tasa de interés de política monetaria en 75 puntos base, hasta el 1,5%. Los niveles históricam­ente bajos en las tasas de los hipotecari­os amenazaban con terminar. Y en el mercado sí prevén que la demanda por renta residencia­l se resienta... al menos desde los inversores hormiga: son ellos los que ven un alza en el costo del crédito. Los multifamil­y o grandes compañías se mueven con otras métricas financiera­s.

“Hoy el dividendo de la hipoteca podría no lograr ser cubierto por el arriendo; lo que podría resultar en inmobiliar­ias muy estresadas”, indican en Colliers. Visualizan una caída importante de promesas de compra hechas uno a tres años atrás, donde las condicione­s eran más favorables. “Mientras más alta esté la tasa, menos inversioni­stas hormiga podrán adquirir estos bienes”, refuerzan en Tinsa.

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