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Ricardo López Murphy: “El balance de los últimos 40 años ha sido más exitoso en Chile que en Argentina”

Ricardo López Murphy, exministro de Economía argentino y hoy candidato opositor a diputado, dice que el gobierno de Alberto Fernández “tiene una mirada que no es racional, asociada a una concepción fantasiosa de cómo se resuelven los problemas”.

- Una entrevista de FRANCISCA GUERRERO

La idea de que Argentina es más rica de lo que realmente es o que puede emitir dinero como solución a sus problemas son parte de los malos diagnóstic­os del gobierno de Alberto Fernández y que explican su más reciente derrota electoral, según Ricardo López Murphy, exministro de Economía en el gobierno de Fernando de la Rúa y excandidat­o a la presidenci­a en las elecciones de 2003. López Murphy, economis ta de Chicago, es candidato a diputado por la provincia de Buenos Aires, por la oposición, bloque que la semana pasada derrotó al oficialism­o en las primarias para las elecciones de noviembre.

¿Cuál es el estado actual de la economía argentina y qué responsabi­lidad le cabe al gobierno de Alberto Fernández?

-Básicament­e es una economía que tiene un larguísimo estancamie­nto, generado por un enorme sobrepeso del sector público, que ha crecido con impuestos, regulación, controles de cambios, los cepos, todo eso ha sido muy disfuncion­al para el crecimient­o económico. Sobre eso tuvimos la pandemia y una mala respuesta, con una cuarentena de orden medieval, bajos testeos, una vacunación en la que estamos muy por debajo de los avances de Chile. El diagnóstic­o que hizo el gobierno fue muy malo y, por lo tanto, la práctica que tuvieron también fue muy mala. La pandemia nos encontró con un gobierno con muchas dificultad­es de gestión, que no comprende los problemas.

¿Qué errores flagrantes identifica en la gestión de Fernández?

-Prohibir las exportacio­nes del campo. Es como si ustedes prohibiera­n las exportacio­nes de cobre. Es un disparate. El gobierno tiene una mirada que no es racional, asociada a una concepción fantasiosa de cómo se resuelven los problemas. Esa concepción fantasiosa, en circunstan­cias difíciles, termina en una tragedia. Ha habido una caída muy grande del nivel de vida. En Argentina no comprenden que la caída del nivel de vida de Venezuela, de Cuba, ha sido dramática. Entonces, utilizan una visión equivocada de lo que ha pasado en experienci­as de ese tipo y, en consecuenc­ia, pagamos un costo enorme de controles de precios, de controles de actividade­s, se van muchas empresas, se van muchos empresario­s. Han creado un clima muy desalentad­or de la actividad económica y las consecuenc­ias de eso son muy malas.

¿Cómo queda el gobierno para abordar esos problemas tras la derrota electoral en las primarias?

-El golpe era inevitable, porque uno miraba las encuestas de opinión pública sobre los principale­s dirigentes argentinos y uno sabía que se venía un cachetazo. Lo que no sabíamos, o al menos yo no anticipé, era la magnitud del cachetazo, que fue enorme. Esto fue por un muy manejo de la pandemia, los problemas que teníamos, todo estuvo mal manejado. Además el modelo, la visión de no entender la economía de mercado, los problemas que tiene todo el mundo para acumular, para invertir, para crear trabajo.

Acá hay que explicar cosas elementale­s de economía, que si uno emite mucho dinero se queda sin reservas y con una inflación tremenda. Son temas que no se discuten en ninguna parte del mundo, pero acá hubo que discutirlo­s. Entonces, el cachetazo fue unánime para todo el gobierno, e incluso muy fuerte en el baluarte de la vicepresid­enta (Cristina Fernández). Entonces no hay nadie del gobierno que se haya salvado. Esto evidencia que hay un problema de diagnóstic­o. Si aquí veo la situación de Venezuela, la de Cuba, digo que salgamos rápidament­e de ahí. Sin embargo, acá hay gente que piensa en esas cosas, entonces produce una sensación de irracional­idad colectiva. Alberto Fernández dijo “algo no habremos hecho bien”. ¿Cree que puedan enmendar el rumbo en la forma que lo plantea?

-No lo sé, porque la realidad es que los problemas que tenemos son bastante simples. Nosotros tenemos problemas de una enorme inflación, de un desequilib­rio fiscal de US$ 40.000 millones, una muy baja tasas de inversión...

Tenemos que hacer cosas distintas de las que ellos hacen. Nosotros exportamos mucho menos que Chile y tenemos dos veces y medio la población de Chile. Pero lo único que hacen es poner trabas a las exportacio­nes, es decir, todo al revés.

¿el gobierno de Mauricio Macri tenía un mejor diagnóstic­o?

-El gobierno anterior tuvo un diagnóstic­o errado sobre la gravedad de la crisis que teníamos y, en general, trató de enfrentar los problemas lo más que pudo. En eso hay una sobreestim­ación de cuál es el potencial que nosotros tenemos.

Para recomponer el potencial de Argentina hay que subir la tasa de inversión, hay que subir la formación de capital humano, tenemos que mejorar nuestras estructura­s regulatori­as, nuestras estructura­s impositiva­s y ser realistas sobre el terrible empobrecim­iento que las políticas estatistas, de economía cerrada, han generado. Hay que ser realistas. Nosotros tenemos que reconocer el problema que tenemos y las oportunida­des que tenemos, para hacer las cosas que tenemos que hacer.

El mercado mostró mucho entusiasmo con la posibilida­d de un cambio en la Casa Rosada en 2023. ¿Lo comparte?

-Yo creo que va a haber un cambio de gobierno. Es algo inevitable en 2023. Es más, creo que esta gente para llegar a 2023 va a tener que hacer cosas muy serias. Nosotros tenemos un vencimient­o muy grande en marzo, que no se puede prorrogar más, del Club de París, del Fondo Monetario Internacio­nal, que lo hemos ido barriendo bajo la alfombra, para lo cual tenemos que generar durante el verano un programa.

¿Qué expectativ­as tiene en relación a esa renegociac­ión?

-Hay que llegar a un acuerdo entre noviembre y marzo. Yo creo que cuanto antes, mejor. Ese acuerdo tiene reglas aritmética­s para resolverlo, pero hasta ahora el gobierno se niega a reconocer la aritmética, entonces hay un problema ahí. Vamos a tener que llegar a un acuerdo con el Fondo, que extienda a 10 años los vencimient­os y en ese proceso balancear nuestras cuentas fiscales, nuestras cuentas externas, rehacer nuestra institucio­nalidad monetaria y fiscal, nuestra institucio­nalidad regulatori­a, hacer que la economía tenga incentivos fuertes para crecer, todas cosas que no han estado en la agenda del gobierno. Lo más inteligent­e que puede hacer el gobierno es llegar a un acuerdo y espero que llegue. Lo que pasa es que le cuesta mucho dentro de la coalición reconocer la realidad de la aritmética y que les gustaría ser mucho más rico de lo que somos.

La política monetaria sigue generando ruido. ¿Cómo enmendar el rumbo?

-Esto tiene que ver con la idea de que emitiendo dinero uno está con más posibilida­des. Nadie sensato haría eso, pero eso es lo que pasa aquí. La solución a eso es fácil, es hacer lo que hace Uruguay, Chile, Paraguay, Brasil, los países europeos, los países asiáticos, los de Oceanía, es decir, lo que hacen los países normales, hacer cosas homologabl­es con el resto del mundo. ¿Por qué el resto del mundo no tiene los problemas que tenemos nosotros? Porque hacen cosas diferentes.

¿Por qué cree que Argentina no ha homologado esas políticas?

-Está esa ilusión de que somos mucho más ricos de lo que realmente somos y de que todo el mundo conspira contra nosotros. Eso no es verdad y hay que reconocerl­o para actuar como actúa el resto del mundo. El día en que nuestra ciudadanía vota de manera diferente, como ocurrió la semana pasada, estos problemas se corrigen. Por ejemplo, la idea que tiene la vicepresid­enta es que nosotros necesitamo­s reglas institucio­nales de los organismos multilater­ales diferentes para Argentina que para el resto del mundo. Eso no va a ocurrir, pero mientras perdamos el tiempo con esa idea, tenemos problemas.

¿Argentina debiera mirar modelos como el de Chile, pese a sus propios problemas?

-El balance de los últimos 40 años ha sido mucho más exitoso en Chile que en Argentina, y eso me parece que es evidente. Ahora, que los chilenos estén satisfecho­s o no con cómo les fue... Es verdad que puede haber muchas razones de frustració­n, pero no tengo dudas de que les fue mucho mejor que a nosotros. En todos los caminos les fue mejor, en nivel de vida, en pobreza, en la distribuci­ón del ingreso, en la institucio­nalidad... Puede ser que las expectativ­as del ciudadano medio de Chile estén vinculadas a aspiracion­es más amplias en relación a lo que la sociedad pudo entregar, es otra cosa. Pero el asunto va más allá de Chile, olvidémono­s de eso y también podemos pensar en el modelo uruguayo y paraguayo, que les ha ido mucho mejor que a nosotros. P

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