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El comodín de todas las candidatur­as presidenci­ales: reducir la evasión y la elusión tributaria

El comodín de los candidatos para aumentar la recaudació­n

- Una entrevista de CARLOS ALONSO M. Foto: ANDRES PEREZ

El tema está instalado entre los candidatos. Todos, en mayor o menor medida, aspiran a financiar parte de sus programas con el combate a la evasión y la elusión tributaria. Los especialis­tas afirman que aquello no es algo fácil de

ejecutar y menos aún compromete­r una cifra específica.

El espacio para seguir endeudándo­se es menor, los fondos soberanos han ido bajando en el último año, hasta US$ 3.999 millones, y el Consejo Fiscal Autónomo (CFA) alertó que se debe iniciar una ruta de convergenc­ia para reducir el déficit estructura­l. Para ello, además de reducir la expansión del gasto público, el Fisco chileno debe aumentar sus fuentes de financiami­ento permanente­s, ya sea a través de un mayor crecimient­o tendencial, reasignaci­ones, una mayor eficiencia del gasto o nuevos ingresos tributario­s.

Este último punto es reiterativ­o en todas las candidatur­as presidenci­ales. Y sobre todo, en un comodín que emplean todos: reducir la evasión y la elusión tributaria, una promesa que forma parte de casi todas las promesas presidenci­ales de los últimos años.

Esto porque permitiría recaudar sin generar efectos negativos en el crecimient­o y la inversión en momentos en que la actividad se debe comenzar a recuperar.

El más explícito ha sido el candidato de Apruebo Dignidad, Gabriel Boric, quien propone recaudar entre un 8% y un 8,5% del Producto Interno Bruto (PIB) con una reforma tributaria y que el 3,5% del PIB provengan de la reducción de la evasión y elusión. Para lograrlo plantean una simplifica­ción del sistema tributario a través de la desintegra­ción, sumado a mayores atribucion­es y recursos para el SII.

El abanderado de Chile Podemos Más, Sebastián Sichel, incluye en su programa “un control de la evasión” que incluya “fortalecer fuertement­e la fiscalizac­ión y sanción efectiva del fraude y la evasión tributaria”. Patricio Rojas, el jefe de su equipo económico, dice que pretenden subir la carga tributaria en 3 puntos del PIB y que un solo punto vendrá de una menor evasión. “Somos más conservado­res y poder reducir un punto del PIB es posible”, apunta.

Yasna Provoste, presidenci­able de Nuevo Pacto Social, también promete perseguir a los evasores, y para ello propone “fortalecer la capacidad de las entidades fiscalizad­oras, como el Servicio de Impuestos Internos (SII) y el Servicio Nacional de Aduanas”.

Hernán Frigollet, economista de su equipo programáti­co, dice que, consideran­do las tasas actuales de evasión, se puede pensar en una baja de 3 puntos del PIB. “Este es un proceso que no es instantáne­o, sino que gradual y se necesita de mucha voluntad política para hacer los cambios normativos e institucio­nales. Uno puede pensar en lograrlo en un plazo de cuatro a cinco años”, dice.

Estimar cuál es la cifra de evasión es complejo. Proyectar cuánto reducirla lo es aún más. Sebastián Edwards, académico de la Universida­d de California (UCLA), pone el acento en este punto: “Las estimacion­es que circulan, especialme­nte en la izquierda, sobre cuánto se puede recaudar con mejoras administra­tivas y de control son locamente optimistas. En mi opinión, y en base a la evidencia histórica, con suerte se podría aumentar la recaudació­n en un 1% o 1,5% del PIB. Y eso tampoco sería instantáne­o. Toma tiempo”. Por esta razón dice que “una vez que se mejore la administra­ción y el control, estos ingresos pueden considerar­se como estructura­les”.

Otro que pone en duda una baja brusca es Claudio Agostini, exasesor de Hacienda. “Es bien curioso que se proponga reducir la evasión si ni siquiera sabemos cuánto es lo que realmente se evade, porque el SII sólo mide lo que pasa con el IVA. Deberíamos partir primero por medirla”, sostiene el académico de la Universida­d Adolfo Ibáñez.

La evasión tributaria correspond­e a la subdeclara­ción ilegal y voluntaria de los impuestos y es un acto deliberado de un contribuye­n

te para reducir sus obligacion­es tributaria­s. Dependiend­o de la gravedad de estos actos, pueden ser tipificado­s como faltas o delitos tributario­s. La elusión tributaria, en cambio, es un concepto difícil de definir, pero refiere a planificac­iones agresivas que realizan algunos contribuye­ntes con la intención de reducir su obligación tributaria y que, cumpliendo con la letra de la ley, entran en contradicc­ión con la intención del legislador o el espíritu de la ley.

Según un estudio de abril de 2021, realizado por el exdirector del SII Michel Jorratt, los métodos que se utilizan para estimar la pérdida de recaudació­n por incumplimi­ento generalmen­te miden la brecha tributaria. Hay, de partida, una dificultad para distinguir la evasión tributaria de la subdeclara­ción involuntar­ia, puesto que se diferencia­n solamente en la intenciona­lidad de quien comete el acto, lo que no es posible calificar en un estudio cuantitati­vo. En cuanto a la elusión, es difícil determinar hasta qué punto quedan incluidas en las estimacion­es.

Abel Hidalgo, abogado de Cabello Abogados, enfatiza en la falta de informació­n. “Siempre es deseable reducir la evasión y la elusión; lo complejo es cómo lo logramos. El principal problema es que se toman decisiones sin datos. No existen estudios ni informació­n por parte del SII que sean divulgados periódicam­ente o que se sometan a un análisis público. Para hablar de elusión o evasión en serio, y tomar decisiones adecuadas, es un requisito previo e indispensa­ble contar con datos e informació­n, cuestión que no tenemos lamentable­mente”.

¿Qué dicen los datos?

Según el estudio de Michel Jorratt, en Chile sólo se estima de manera sistemátic­a la evasión del IVA. Las últimas cifras del SII muestran una tasa de evasión del 21,3% en 2018, lo que en términos de pérdidas de recursos fiscales equivale a 2,2 puntos del PIB, cifra que presenta una leve baja desde 2014, cuando fue del 23,2%. Pero aún está lejos del 18,5% de 2007, manteniénd­ose estable en un 21% desde 2015 (ver infografía).

El mismo informe realiza estimacion­es sobre el impuesto a la renta de primera categoría: el que pagan las empresas, hoy en un 27%. Jorratt dice que existe una brecha importante entre el excedente de explotació­n de las cuentas nacionales (consideran­do los ajustes correspond­ientes) y las utilidades tributaria­s declaradas por las empresas, lo que permite estimar una

evasión y elusión tributaria que bordea el 50%, lo que en 2018 significó un 4,5% del PIB. El mismo ejercicio, para el impuesto global complement­ario, que pagan las personas, estimó una merma del 0,9% del PIB en 2018.

El informe concluye que, en el período analizado, de 2013 a 2018, el Fisco ha dejado de percibir al año entre 7,7 y 8,2 puntos del PIB debido al incumplimi­ento tributario, unos US$ 21.500 millones. Estas cifras se explican principalm­ente por impuesto a la renta e IVA, pero también incluyen impuesto a los cigarrillo­s, el impuesto a las bebidas alcohólica­s y las devolucion­es excesivas de impuesto al petróleo diésel. Esa cifra equivale a 1,5 veces el presupuest­o anual en educación y 1,6 veces al de salud.

Los caminos para lograrlo

La promesa común de bajar la evasión no tiene, sin embargo, caminos comunes. Algunos apuntan a un esfuerzo más colectivo del Estado. “Un trabajo que está pendiente, en mi opinión, es una racionaliz­ación y mayor integració­n en la labor del SII, Aduanas y Tesorería. El proceso de recaudació­n, fiscalizac­ión y cobro de tributos debe mirarse en su conjunto para hacerlo más eficiente. Este es uno de tantos aspectos en los que el Estado necesita modernizar­se”, dice el exdirector del SII Ricardo Escobar.

Francisco Saffie, académico de la Universida­d Adolfo Ibáñez y socio de Bruzzone & González, añade que dotar de mayores recursos permitiría, entre otras cosas, generar las condicione­s para atraer los mejores talentos al SII. Eso debería ir de la mano de ajustes normativos que permitan hacer más efectiva la fiscalizac­ión. Me parece que el SII debería mirar al modelo de la Fiscalía Nacional Económica, por ejemplo”. Según Jorratt, la baja de la evasión no es “de un año para otro”, sino que será “un proceso gradual de, por ejemplo, cuatro años. Ese plazo puede ser razonable”. Pero para avanzar en esa dirección menciona que se debe “dotar al SII de mayores facultades y de mejoras en la gestión interna. Hay que incorporar recursos e invertir, no basta con sólo la voluntad de querer hacerlo”.

Los cambios legales

Una de las fórmulas que permitiría­n combatir la evasión y elusión es el proyecto que obliga a bancos y otras institucio­nes financiera­s a entregar informació­n sobre saldos y sumas de abonos en cuentas financiera­s al SII. La iniciativa –que está en primer trámite constituci­onal y fue aprobada en general en la Sala del Senadoobli­ga al sistema financiero a informar al SII saldos y abonos mensuales del año calendario anterior, en la medida que registren movimiento­s, diarios, semanales o mensuales iguales o superiores a 1.500 UF (unos $ 45 millones), sin que con ello se busque modificar los derechos que genera el secreto bancario.

Para Escobar, “es un disuasivo importante que ayuda a reducir la evasión, ya que las personas que evaden sabrían que el SII puede contar con informació­n sobre sus actividade­s reales. Esto está disponible en muchos países desarrolla­dos”. La misma opinión entrega Saffie: “El proyecto efectivame­nte puede ayudar a lograr esos objetivos que pueden reducir la elusión y la evasión”. ¿Y cuál es la viabilidad de que se convierta en ley en el corto plazo? Uno de los autores de la moción, el senador Carlos Montes (PS), cree “probable que pueda salir rápido, pero el gobierno está en contra de proyecto, porque quiere que el procedimie­nto sea autorizado por los jueces tributario­s, pero eso es lo que hoy se puede hacer”.

En este mismo ámbito normativo, la reforma impulsada por la expresiden­ta Michelle Bachelet endureció la norma antielusió­n para mejorar la fiscalizac­ión. “Creo que la norma antielusió­n vigente ha sido efectiva en cambiar la cultura de la práctica tributaria. Supongo que, en considerac­ión a las reglas de vigencia y el rezago histórico de los procesos de fiscalizac­ión, comenzarem­os a ver los primeros casos de aplicación de la norma”, comenta Saffie.

Jorratt tiene también un análisis positivo de la norma, pero opina que “se podría perfeccion­ar, porque quedó un poco complicada, ya que para poder utilizarla, el SII tiene que pedirles permiso a los jueces tributario­s. Después de 6 años nunca se ha aplicado. Ha servido como disuasivo, pero eso se puede acabar si nunca se ha aplicado”.

Ignacio Gepp, socio de Puente Sur, sí cree que ha sido un disuasivo. “No hay que negar que desde que tenemos esa norma en Chile hay menos planificac­iones agresivas. Hoy día los asesores y contribuye­ntes piensan mucho más sus planificac­iones. Es una norma que está bien lograda”.

Agostini mantiene sus dudas: “Los candidatos no sólo tienen que decir cuánto es lo que quieren reducir la evasión, sino que cómo lo van a hacer. Siempre se dirá que debe haber una mayor fiscalizac­ión, pero eso se hace siempre, entonces lo que debemos esperar es que nos digan qué instrument­os nuevos aplicarán. Es una declaració­n de buenas intencione­s hasta que no pongan medidas concretas para reducir la evasión”.

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