Pulso

La autonomía del Banco Central en el nuevo escenario político

- —por ALFREDO MAIRA— * Investigad­or de Horizontal

El alza de la tasa de política monetaria por parte del Banco Central de 0,75% a 1,5% realizada hace algunas semanas, responde a una presión en el aumento del nivel general de precios que lo ha situado en un estimado del 5,7% para este año. Más allá del límite superior del 4% de la meta del Banco y, ciertament­e, más allá del estándar al que nos hemos acostumbra­do en las últimas décadas.

Pese a que el control inflaciona­rio es mandato del Banco, la medida tuvo que ser acompañada de una declaració­n por parte de su presidente ante fuertes críticas provenient­es de algunas figuras de la izquierda más radical. Estas figuras, varias de las cuales ostentan puestos de autoridad, afirman que el instituto emisor está atentando contra la recuperaci­ón económica de Chile al encarecer las opciones de endeudamie­nto para personas y empresas.

Independie­nte de lo cuestionab­les que puedan resultar estas visiones, muchas veces más inspiradas en la ideología que en la evidencia, señalan una dimensión de la política monetaria que hasta ahora permanecía olvidada en el colectivo: la capacidad del Banco para poder ejercerla, de manera autónoma, en un contexto de inquisitiv­a opinión pública y de una institucio­nalidad debilitada.

Si bien el interés ciudadano por la política monetaria es legítimo, al ser una facultad del Estado con la capacidad de afectar la vida de las personas, es importante que el mundo político no la transforme en un objeto de deliberaci­ón cotidiana. Esto supondría un claro retroceso en el carácter técnico y autónomo del Banco, y en su capacidad para operar en un horizonte que vaya más allá del corto plazo; elementos fundamenta­les para su consistenc­ia y efectivida­d, como así lo han demostrado la literatura y la experienci­a internacio­nal.

Por supuesto, quienes difieren del Banco no tienen la facultad de incidir en sus decisiones; esto es justamente el valor de la autonomía. Sin embargo, sería ingenuo pensar que la autoridad monetaria opera en un vacío, o que es completame­nte inmune al ambiente político en que se desenvuelv­e. Al contrario, su autonomía nunca es absoluta, y depende en última instancia de las condicione­s que el Estado puede asegurar. Es decir, la autonomía no es una cualidad que baste con dejar escrita en el papel, sino cuya existencia depende de su práctica constante. Sobre todo si, el día de mañana, el futuro Congreso o gobierno entrase en un conflicto real con el Banco Central.

Ante este nuevo escenario político, el proceso constituye­nte ofrece una oportunida­d para reafirmar nuestro compromiso con la institucio­nalidad monetaria para los próximos 30 años y más; hecho que, también, ha inspirado la elaboració­n de un estudio por parte de Horizontal. A fin de cuentas, la amenaza a la autonomía del Banco jamás se va a presentar de manera absoluta, sino que, más bien, como una sutil erosión de esta.

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