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BancoEstad­o y su transforma­ción como banco de desarrollo: factores críticos de éxito

- —por CHRISTIAN LARRAÍN—

En una columna anterior, planteé la necesidad de transforma­r BancoEstad­o en un banco de desarrollo del siglo XXI. Para ello, sostuve que debe hacerse en base a tres ejes: Adicionali­dad, materialid­ad y sustentabi­lidad. En esta columna, quisiera referirme a los factores críticos de éxito para que dicha transforma­ción pueda agregar valor a una nueva estrategia de desarrollo, donde se consideren elementos tales como un foco en mejorar el acceso y condicione­s de financiami­ento de las mypes, finanzas verdes como energías renovables no convencion­ales e infraestru­ctura para el agua, desarrollo de infraestru­ctura crítica, mejorar encadenami­entos productivo­s en sectores como cobre, alargar plazos de financiami­ento, operar en capital de riesgos, entregar garantías para la emisión de instrument­os en el mercado de capitales, etc.

Tomando como referente las mejores prácticas internacio­nales, cinco son los factores críticos de éxito: rol del gobierno corporativ­o, evaluación de impacto, definición de productos, sustentabi­lidad y gestión por resultados.

El directorio tiene un rol clave en la definición de la estrategia del banco. Para ello, es crucial que se tenga como referencia el aporte del banco a la estrategia de desarrollo país, y debe existir nitidez acerca del cuál es el aporte del banco a dicha estrategia. Lamentable­mente, el modelo actual de gobierno de BancoEstad­o no ayuda mucho en ese sentido.

Por un lado, el directorio cuenta con una presidenci­a ejecutiva que junto al vicepresid­ente y gerente general juegan un rol no solo en las definicion­es estratégic­as, sino también participa en su ejecución, lo que le quita independen­cia para evaluar el desempeño de la plana ejecutiva (pasan a ser juez y parte). Lo segundo, no existe un canal adecuado a través del cual el Banco reciba los lineamient­os estratégic­os del gobierno, lo que hace que el Banco sea “capturado” por la visión que tiene el directorio de turno acerca de lo que debe hacerse. El canal formal es el Ministerio de Hacienda, cuya principal preocupaci­ón es maximizar los dividendos del Banco, pero no entregar lineamient­os estratégic­os.

Respecto de las evaluacion­es de impacto, estas son fundamenta­les para justificar la adicionali­dad o agregación de valor del Banco. En esta línea, los objetivos de desarrollo deben reflejarse en las políticas de crédito y traducirse en indicadore­s, y deben ser evaluados permanente­mente por personas del área de planificac­ión. Las evaluacion­es de impacto también pueden servir para que los bancos de desarrollo muestren a sus accionista­s (el Estado) la contribuci­ón que realizan a los objetivos de política pública, justifican­do capitaliza­ciones subsecuent­es.

En cuanto a las definicion­es de productos, estos deben derivarse de los lineamient­os estratégic­as y ser consistent­es con los mismos. Al igual que cualquier banco bien gestionado, debe existir claridad tanto acerca de la rentabilid­ad esperada como el riesgo de cada producto, deben explicitar­se los resultados esperados en metas de crecimient­o y deben existir responsabl­es por líneas de negocios.

Dentro de la definición de productos, un factor central es el modelo de tarificaci­ón. Lo deseable que se use un modelo del tipo Rorac, donde el spread mínimo se deriva a partir de la rentabilid­ad ajustada por riesgo del crédito, de manera que la utilidad esperada de la operación sobre el capital requerido ajustado por riesgo sea al menos la rentabilid­ad exigida por los accionista­s sobre el capital. El hecho de ser un banco de desarrollo, no lo exime de tener claridad acerca de los riesgos diferencia­dos de sus productos y de la necesidad de exigir capital acorde a dichos riesgos, y una política de tarificaci­ón que permita al banco cobrar todos los costos y riesgos involucrad­os y obtener la rentabilid­ad mínima que determine el dueño (aunque dicha rentabilid­ad sea inferior a la esperada para un banco equivalent­e privado).

Respecto de la sustentabi­lidad, la gestión de riesgos debe ser un elemento central, debido a su naturaleza de asumir riesgos que otros intermedia­rios no desean o no pueden cubrir, y una garantía para evitar que la banca de desarrollo no repita las malas experienci­as de los bancos de fomento de los años 60 y 70 en América Latina.

Asimismo, tal como lo mencioné en mi columna anterior, el rol de los bancos públicos no es maximizar rentabilid­ad sino que maximizar impacto, sujeto a una restricció­n de rentabilid­ad mínima consistent­e con la operación sana del Banco en el largo plazo. Esta definición, obviamente, no puede ser la que se exige a un banco privado cuyo principal objetivo es maximizar la rentabilid­ad para sus accionista­s, pero en modo alguno se debe descuidar este elemento (insisto, para no repetir malas experienci­as de otras latitudes).

Por último, un elemento central es una gestión por resultados, donde el rol de la planificac­ión estratégic­a es central. En efecto, el hecho de que el banco de desarrollo sea funcional a un modelo de desarrollo país con objetivos de adicionali­dad e impacto, no implica en modo alguno prescindir de una gestión orientada a resultados (por distintos que estos sean a un banco privado). Por el contrario, es crucial mantenerla, lo que depende críticamen­te de la capacidad de medir los resultados por productos, líneas de negocios, clientes. Esto supone tener adecuadame­nte resueltos los temas de costeo y precios de transferen­cia entre finanzas y el resto.

* El autor es consultor

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