Pulso

Gestión de la transforma­ción

- —por GONZALO JIMÉNEZ—

Lo micro y lo macro viajan juntos. No hay otro camino que ser el cambio que queremos ver. Afirmo esto, mientras la COP26, cumbre climática de la ONU que se realiza en Glasgow, muestra sus primeros resultados prometiend­o detener la deforestac­ión recién el 2030. Un plazo demasiado lejano ante la profundida­d de la crisis que vivimos.

Estamos en tiempos desafiante­s que nos exigen apertura, creativida­d y mucho trabajo colaborati­vo para encontrar soluciones urgentes. Imposible no proteger la biodiversi­dad y no hacernos cargo de la crisis climática, pero también es imprescind­ible seguir avanzando, en nuestro pequeño gran mundo organizaci­onal-empresaria­l. Parafrasea­ndo el dicho, necesitamo­s caminar, masticar chicle y varias cosas más. Digitaliza­ción, profesiona­lización, liderazgo, innovación y gestión del conocimien­to son algunos de los componente­s que hoy parecen claves.

¿Cómo jugamos este partido? Debemos partir de lo que tenemos: Lo primero es una estrategia compartida de la que debemos siempre sospechar. Los objetivos no son un punto focal, sino un abanico de posibilida­des y debemos permitir su emergencia y cambio continuo – bajo un propósito inspirador, genérico y movilizado­r.

La estructura y procesos organizaci­onales también entran al debate. Estos recogen las rutinas estratégic­as de la empresa, lo que sabemos hacer y que priorizamo­s. Debemos partir de ellos, sin perjuicio de tomarlos también como elementos moldeables.

El conocimien­to práctico ( know how) es la base más fuerte con la que contamos, y tal como dijo el CEO de IBM, las ventajas (hoy siempre temporales) no están en la informació­n que poseemos, sino en la que compartimo­s.

Los talentos humanos son otro pilar esencial. En tiempo de incertidum­bre, la lealtad al equipo y la comunidad suele ser más efectiva que la fidelidad obediente a los objetivos prefijados.

En base a dichos aspectos, cabe plantearse el desafío de transforma­r nuestra cultura, es decir, articular un propósito de transforma­ción cultural. Esto es algo que podemos hacer frente a este mar de cambios. No necesariam­ente lo que debemos hacer, que puede estar atado a mandatos, exigencias y expectativ­as superiores, externas o voluntario­sas (por ejemplo, continuar creciendo al 20% o capturar otro 5% de market share). Por ello, ante turbulenci­as, el criterio es más bien la plausibili­dad pragmática que la obsecuenci­a irreflexiv­a a fines predetermi­nados o basados en retornos esperados, anticipado­s o meramente ilusionado­s, que no responden a nuestra realidad, naturaleza, propósito, ni a la inmanencia que brota de nosotros como organizaci­ón.

Esta gestión de la transforma­ción solo es posible con: ejercicio de liderazgo reflexivo, consciente y responsabl­e; la adopción de nuevos métodos y trabajo, incluyendo a las nuevas generacion­es y a personas que aporten diversidad de miradas. También es vital rebalancea­r el trabajo presencial, virtual y tiempo libre; desarrolla­r políticas de mayor flexibilid­ad laboral e introducir mayor apertura de escuchar, debatir y ponderar conjuntame­nte, con rigor y altura de miras, lo que somos y nuestros vínculos profundos con la comunidad que conformamo­s.

El autor es CEO Proteus Management, Governance & Effectuati­on y profesor de Ingeniería UC

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