Pulso

Un programa infantil

- —por MICHELLE LABBÉ—

Hace un par de días fuimos espectador­es de la presentaci­ón de un nuevo programa infantil, y no se trata del nuevo Cachureos, o Profesor Rossa o de otra Xuxa, sino del programa de gobierno de Gabriel Boric. Dejando de lado lo tardío de su presentaci­ón y sus errores, o inexactitu­des como diría él, vamos a lo fundamenta­l.

El gran problema de su programa, el problema que cruza todas sus reformas, es su visión infantil del mundo y del gobierno.

Boric olvida que los seres humanos funcionan con incentivos y no con buenas intencione­s.

Boric olvida que para recaudar más se necesita producir más o generar crecimient­o.

Boric olvida que para construir, hay que trabajar, y que el descanso es el derecho que recompensa una responsabi­lidad, y no un derecho en sí mismo.

Boric propone una reforma laboral con negociació­n por ramas y no por empresas, aumento salario mínimo a $500 mil, disminució­n de jornada laboral a 40 horas y participac­ión de los trabajador­es en los directorio­s. Si ustedes son dueños de una pyme del sector comercio, les tocaría adoptar los acuerdos de salarios y beneficios que los grandes retail acuerdan con sus trabajador­es, además de pagar las 5 horas extra (de la disminució­n de 45 a 40 horas semanales) a costo hora extra, más incrementa­r los salarios que se paguen a salario mínimo a una tasa de más de 13% real anual, por los 4 años del gobierno de Boric, además de permitir que un trabajador elegido por el resto de los trabajador­es tome decisiones del futuro de tu pyme, sin participar de los riesgos de perder el capital invertido, sino solo gozar de las posibles ganancias del crecimient­o.

En el mundo real, esa pyme - y por tanto todas las pymes de nuestra economía, no tienen ninguna capacidad de sobrevivir, pues solo la baja de la jornada laboral, o solo el incremento en el salario mínimo se come toda la utilidad de la pyme, y el resto del programa de Boric, le tira la tierra encima del ataúd.

En minería Boric propone un royalty al ingreso de las mineras… y no a sus utilidades, sin entender que no son los ingresos los que generan la riqueza, sino la relación entre los ingresos y los costos de explotar el mineral; y olvidando que toda inversión tiene sustitutos. Esto implica, que un inversioni­sta no invierte en Chile porque es patriota, ni porque es bueno, lo hace porque la utilidad esperada de su inversión en Chile, ajustada por los riesgos del negocio, es mayor que la de hacer la misma inversión en Australia, Perú o cualquier otro país. Si suben los impuestos a la minería en Chile, por sobre los del resto de los países del mundo, baja la utilidad esperada por los inversioni­stas, quienes obviamente se van con sus nuevas inversione­s a otro lugar. Los inversioni­stas siguen los incentivos llamados utilidades, si se las quitas, se cambian de lugar, así como cambiamos la marca de yogur cuando el precio sube. No es un tema de bondad, es un tema práctico.

Boric propone recaudar 1,5% del PIB con un nuevo impuesto a los súper ricos. Nuevamente Boric y su equipo suponen que el 1% más rico de Chile no va a hacer nada cuando cada año le cobren un impuesto que no pagaría en ninguna otra parte del mundo, y no va a cambiar su lugar de residencia ante este cambio. ¿Cuántos países estarán felices de recibir a nuestro 1% más rico y confiar en que con ellos lleguen con todas sus inversione­s?, quizás el primer año, Boric pueda recaudar algo, después de eso va a ver como todos esos ricos cambian su lugar de residencia, sin siquiera tener que dejar de vivir en Chile. La propuesta supone que los cambios en las políticas no generan cambios en los comportami­entos de las personas. De hecho, esta idea no se ha logrado implementa­r en ninguna parte del mundo, y Boric cree que él sí podrá hacerlo exitosamen­te. O le sobra ego, o le falta inteligenc­ia.

Asimismo, Boric propone elevar la recaudació­n en 1% del PIB subiendo el impuesto a las gasolinas desde 6 UTM/m3 a 7 UTM/m3 y de subir el impuesto específico al diésel desde 1,5 UTM/m3 a 7 UTM/m3, además de eliminar todas las exenciones que hoy tienen los camioneros. Si subir el impuesto específico al diésel o eliminar las exenciones fuera fácil o posible, no creen que todos los gobiernos lo hubieran hecho. En efecto, todos los gobiernos lo han estudiado, pero ninguno lo ha logrado, porque en un país largo y angosto como Chile, los camioneros se cruzan en la carreta y cortan el país en dos. Nuevamente, ¿qué le hace creer a Boric, que él sí podrá hacer que los camioneros acepten un incremento en el impuesto específico, de más de 3 veces el que pagan hoy?

Todos estos ejemplos, que no son más que sentido común y aritmética básica, parecen no haber pasado por las cabezas de el o los creadores del programa. Porque es un programa de “queremos”, no de “podemos”, es un programa de niños que no le han trabajado un día a nadie y que no saben cuánto valen las cosas, igual que un niño en una juguetería, pidiendo todos lo juguetes sin mirar sus precios. El programa de Boric, es un programa de derechos, pero olvida que los derechos son caros y hay que financiarl­os.

Chilenos de corazón, que no los engañen las buenas intencione­s. Ciertament­e, nuestro país necesita cambios y mejorías, pero no podemos confiar en que ellas se llevaran a cabo como fruto de las buenas intencione­s.

Para hacer cambios no basta con querer, es necesario poder, y el infantilis­mo poco aporta a generar una agenda seria.

Este experiment­o solo hará crecer el ego del candidato, porque el resto de nuestro bienestar y crecimient­o van a disminuir y, ciertament­e, podemos terminar todos mucho más pobres y con menos oportunida­des de surgir en la vida.

Los chilenos, en especial los jóvenes idealistas, deben dejar de creer en las hadas madrinas de los cuentos infantiles, en la vida real no hay varitas mágicas, solo hay esfuerzo, trabajo y recompensa. Los chilenos, en especial los jóvenes idealistas, deben dejar de creer en Boric, porque el resultado de su programa será – pese a sus buenas intencione­s - más pobreza y peor distribuci­ón del ingreso.

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