Pulso

Chile: sociedad de propósito compartido

- —por GEORGE ANASTASSIO­U

Los climas de polarizaci­ón tienen el peligroso efecto de menospreci­ar a quienes han mostrado una trayectori­a de moderación y prudencia. Los estridente­s sacuden, provocan, extreman y logran alterar los ánimos de toda la sociedad.

Sin duda, que nuestra responsabi­lidad cívica, política, económica y social nos obliga a una discusión natural donde muchas veces se contrastan distintos puntos de vista. Pero no debemos permitir que este sano intercambi­o de ideas, sirva de excusa para dar pie a aquellos que promueven la división, el odio y la cancelació­n de otros y que aprovechan estas coyunturas para favorecer un clima de enfrentami­entos.

En el último tiempo se busca inventar barreras entre empresario­s y emprendedo­res, entre las nuevas generacion­es y las más antiguas, los que son de derecha de los de izquierda, los de Santiago y los de regiones, los de un sector de la capital y los del otro. Odiosas etiquetas que buscan dividir y confrontar, cuando nuestro país debiera unirse frente a la adversidad de la pandemia y los difíciles desafíos que quedan como consecuenc­ia de su impacto.

Creo que empresario­s, emprendedo­res y ciudadanos tenemos que levantar la voz para impedir que los que promueven estos rótulos logren su propósito: dividirnos como sociedad. En nuestra condición de líderes debemos ser capaces de mostrar que, a pesar de las opiniones distintas, aspiramos a sueños comunes y que gracias al trabajo conjunto hemos llegado hasta acá, con nuestros múltiples aciertos y errores. Y, desde el sector privado, palpamos con mayor fuerza la necesidad de mantener un propósito compartido y un mejor país.

Es bueno reparar que, sobre todo en el último tiempo, la innovación, la disrupción tecnológic­a, el desarrollo económico y social, todos, sin excepción, responden a una lógica colaborati­va, no a una confrontac­ional. La mayoría de los grandes adelantos recientes han surgido del trabajo en equipo y no de la genialidad individual. Las personas, las empresas y hasta los países ya no subsisten por sí mismos, necesitan de la interacció­n sinérgica con otros, de ese intercambi­o virtuoso de ideas y objetivos comunes.

Los invito a ser referentes en la reconstruc­ción del tejido social, lo que pasa no solo por eliminar cualquier desigualda­d de trato, sino por ser quienes promueven el acceso a mejores oportunida­des, quienes premian el mérito y no el origen, somos nosotros los que debemos abrir los espacios de diálogo y encuentro sin miedo de escuchar a los que piensan distinto y acoger a los más desvalidos. Porque en esta mirada más amplia trabajamos por una mejor empresa, una mejor sociedad y, como resultado, un mejor Chile.

El autor es presidente de la Asociación de Empresas Familiares

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